lunes, 11 de noviembre de 2019

Una mañana de lunes

Suele olvidarse…

Apenas terminado el recuento provisional, me despierto arrullado por las voces de contertulios que desgranan sus impresiones, críticas y análisis sobre lo que ha dado de sí la jornada electoral.

No, no voy a repetir datos que pueden consultarse en docenas de sitios. Prefiero empezar por comentar algunas evidencias que tendemos a olvidar.
  • Hemos sido nosotros los que hemos votado. Nosotros, no sólo “los políticos”, que parecen ser, en la mente de más de uno, una especie no humana, acaso extraterrestre, responsable de nuestros pesares.
  • Nosotros, por tanto, hemos repartido los escaños, tantos para éste, tantos menos para aquel, ninguno para el de más allá.
  • Los políticos se habían limitado, con mejor o peor fortuna, a pedirnos nuestro pequeño tesoro, y lo hemos repartido como nos ha dado la real gana.
  • Más allá de los delirios de algún que otro alucinado que verá conspiraciones, manos siniestras, trampas y manejos extraños, la sombra de Soros, o la de Putin, o, por qué no la de Donald Trump, siempre que los resultados no se acomodan como un guante a sus deseos, los ciudadanos hemos decidido quiénes habrán de sentarse en Congreso y Senado y quiénes tendrán que quedarse en sus casas.
  • Así que, amigos, asumamos que tenemos la clase política que hemos elegido. Lo hemos hecho para cuatro años, aunque bien pudiera ser (o mal) que no les demos tanto tiempo de vida.
Algunas evidencias
  • Hemos sido muchos los que hemos votado. Menos que la última vez, pero bastantes más de los que suponían algunas voces agoreras. Dicho de otra manera, los resultados están avalados por los votos de una enorme masa de ciudadanos. Son inapelables, nos gusten poco, mucho o nada, que de todo habrá.
  • El PSOE que dirige Pedro Sánchez no sé si ha ganado, ha perdido o se ha quedado como estaba. Sobre lo que no cabe ninguna duda es que ha obtenido más apoyo popular que nadie. Cosa distinta es para qué pueda valerle el resultado. Complicada tenía, como pudo verse, la investidura, y complicada la sigue teniendo ahora. Más, menos o parecida, es algo irrelevante; la clave está en verificar si nuestros representantes han aprendido a dialogar y buscar puntos de acuerdo o siguen, todos, todos, todos, mirándose el ombligo.
  • La convocatoria de estas elecciones fue inevitable: descartada por Sánchez la opción que, paradójicamente, hubiera sido la gran coartada moral para la derecha -coalición izquierdista/separatista- y rechazada la colaboración de Ciudadanos por el errabundo Rivera, ¿qué otra cosa podía hacerse? ¿Culpables? Como dice el sabio pueblo “entre todos la mataron y ella sola se murió”
  • Casado ha mejorado los resultados de su Partido, pero menos de lo que hubiera necesitado para dormir tranquilo. Hundido Ciudadanos, el ascenso de Vox le plantea ahora un dilema inquietante: si se inclina a su derecha corre el riesgo de ser una mala imitación de una fuerza en ascenso; si gira al centro puede terminar de desencantar a una masa de votantes que es fiel hasta que deja de serlo. ¿Cabe teorizar sobre las consecuencias a medio y largo plazo de una abstención que invistiera a Sánchez sin necesitar el concurso de radicales de izquierda e independentistas? Él tendrá que elegir.
  • No importa las tonterías que dijera a escasos minutos de saberse cuál había sido su cosecha de votos, es evidente que  el profesor Iglesias es hoy menos importante que ayer. No creo que eso sirva para hacerle variar sus sueños ministeriales, pero la realidad suele ser tozuda: Don Pablo, anoche, fue uno de los perdedores. Ha habido otros que lo han pasado peor, pero me parece a mí que ése es un consuelo un tanto simple. Ya se sabe, “Mal de muchos…”
  • El escrutinio no sólo no ha certificado la vuelta al bipartidismo, sino todo lo contrario. Será bueno o malo para la praxis política, pero es lo que hay, más Partidos que en la legislatura anterior, y dos bloques casi, casi inmutables: mayor número de escaños de la izquierda que de la derecha, pero insuficientes, por sí mismos para gobernar, salvo con apoyos de dudosa fiabilidad y conveniencia.
  • Errejón ha salido del proceso como el intento fallido de convertir un fenómeno municipal, madrileño por más señas, en categoría nacional. Un resultado, mera anécdota, que podría servirle para decidir si ha terminado su peregrinaje o debería buscar acomodo en casas más grandes.
  • Y por último “y no por ello menos importante”: el 57’4 % de los catalanes que han acudido a las urnas, han negado su voto a la independencia. Pese a la CUP en el Parlamento, Rufián domesticado y Puigdemont triscando por la campiña belga, sólo mintiendo como bellacos puede sostenerse que el pueblo catalán quiere ser independiente.
El ganador de la noche: Vox
  • Sin duda alguna, guste, disguste, preocupe, alegre o aterre, Vox ha sido el gran triunfador de las elecciones de ayer.
  • Los votos ganados vienen de otros Partidos. ¿No deberían éstos preguntarse qué han hecho mal antes de ponerse a maldecir al ganador?
  • No sabemos qué hará Vox a partir de ahora, pero conviene recordar que su programa está escrito y está disponible para todos los que quieran consultarlo. Un programa ultraliberal en lo económico que pretende liquidar el actual sistema público de pensiones, una reforma fiscal anunciada que beneficia a los que más tienen, un texto antifeminista, xenófobo, euroescéptico, antiislámico, restrictivo en libertades públicas, recentralizador, etc., etc.
  • Explicar su triunfo en base a las reacciones que ha provocado en Cataluña la Sentencia del Supremo sobre los líderes independentistas es de una simplicidad enternecedora. El proyecto tiene mucho más contenido que la defensa de la unidad nacional. Vox está en su derecho de usar los votos recibidos para aplicar su propio programa en toda su extensión y no sólo lo que tal o cual votante creyó que haría con Torra. 
  • Ya se sabe, los votos, una vez emitidos, no se devuelven. Más de alguno tendrá que conformarse con esperar a las próximas elecciones. O no, quién sabe.
  • En cualquier caso, no me cabe ninguna duda de que el resultado obtenido por Vox obligará a los Partidos con capacidad de influencia real a posicionarse respecto a la estrella emergente. Vox por tanto, hará cambiar al PP, al PSOE y, tal vez, al independenismo catalán y al nacionalismo vasco. La gran pregunta es en qué sentido irán estos cambios.
  • Vistas así las cosas, aún tiene más sentido decir que Vox ha sido el gran triunfador: no va a gobernar en esta legislatura pero hará bailar a muchos al son que él toque.
¡Ay de los vencidos!
  • Acertaron los pronósticos, aunque la mayoría se quedaron cortos. Ciudadanos ha estado cerca de acabar en el Grupo Mixto. Ha sido el gran perdedor de la noche. Tanto que ninguno de sus voceros se ha atrevido a ponerlo en duda.
  • ¡Lástima!  ¿Verdad? No hace tanto tiempo, la aparición de Ciudadanos fue acogida con simpatías generalizadas. Representaba una opción “moderna”, enfrentada a la marea secesionista catalana, defensora de la limpieza democrática, no contaminada por la corrupción, autodefinida como centrista, liberal y cómo no progresista, podría haber sido el gozne sobre el que giraran mayorías alternativas que dieran sosiego y estabilidad a la política española.
  • Luego, un mal día, arrasó en Cataluña y en vez de dedicarse a explotar el éxito, o a luchar por conseguirlo, alguien, su líder hoy doliente, decidió desmantelar el equipo catalán, traérselo a Madrid y planificar el asalto a la Moncloa. Un poco pronto, pero debió de pensar que el triunfo es de los audaces.
  • El nuevo capítulo lo empezó bien: exigencias de honradez en algunos puntos en los que compartía poderes con el PP, borrador de pacto con el PSOE para desalojar al enervante señor Rajoy de la Moncloa, etc.
  • Luego, todo se torció. Maniobró tanto, en tantas direcciones opuestas, que el Sr. Rivera acabó conspirando contra sí mismo.
  • Tuvo en su mano acabar con la incertidumbre y facilitar la investidura de Sánchez. Podría haber puesto un buen puñado de condiciones que harían gobernar al PSOE con un programa moderado. 
  • No lo hizo porque su sueño era otro: primero ser el líder de la oposición, desbancando al PP; más tarde llegar a la Moncloa sin más apoyos que el de sus incondicionales. Cada vez menos, por cierto.
  • Vino luego el juego del escondite con Vox, (no son de recibo, yo no hablo con ellos,  no quiero que se nos vea juntos, pero sus apoyos tampoco conviene despreciarlos).A quien estaba en verdad depreciando era al intelecto de los ciudadanos, y eso, ya se ha visto, termina saliendo caro.
  • Como alternativa al pacto con Sánchez, soñaba con que éste acabara en manos de podemitas e insurrectos, y sacar de ello buena tajada. No ocurrió así y él mismo acabó de comparsa en un tándem que se lo tragó: Vox y PP se repartieron buena parte de sus despojos. 
  • Hoy, supongo, llorará recordando lo que pudo haber sido y no fue.
En resumen
  • Asumamos nuestra responsabilidad: tenemos el Parlamento y el Senado que hemos elegido nosotros. Buscar tres pies al gato, indagar conjuras y manos negras es propio de adolescentes inmaduros.
  • Tampoco nos flagelemos en exceso. Estamos como antes, y seguimos en una situación que dista mucho, por fortuna, de ser irremediable.
  • El trasvase de votos ha sido, en muy buena parte, “intrabloque” (perdón por el neologismo). La suma de las derechas y las de las izquierdas es bastante parecida a la anterior a las elecciones. Ni unas ni otras pueden gobernar si no buscan apoyos transversales.
  • No soñemos imposibles: no va a haber un Gobierno presidido por Pedro Sánchez cuyo Vicepresidente Primero sea el Pablo Casado. Otras variables si son posibles, con alguna obvia excepción: Vox no entra en ninguna quiniela. Ni lo espera, ni le hace falta alguna.
  • Los Iglesias-Montero, siguen soñando con sus respectivas poltronas. Podían haber esperado algún día para hacérnoslo saber, pero les ha faltado tiempo para reiterarlo. Se ve que es una manía lindante con lo obsesivo. 
  • Aviso para “progres”: Los votos de Vox proceden de ciudadanos españoles que merecen el mismo respeto que los que les hayan votado a ellos.
  • Aviso para “carcas”: Ha habido más españoles que han votado a Partidos de izquierda que los que lo han hecho con los de derechas. Aprendan a respetarlos.
  • Aviso a unos y otros: La inmensa mayoría de los votantes han hecho lo que les ha parecido mejor para el bien de España. Todos, o casi todos, han actuado con su mejor buena fe.
  • Aviso a mí mismo: No te tomes tan en serio, porque eres cualquier cosa, menos infalible.






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