viernes, 24 de enero de 2020

El bálsamo de las buenas noticias

Salario mínimo
Como se sabe, la mayoría de los países con los que tenemos algo que ver (o sea “los países de nuestro entorno” como suelen insistir los medios de comunicación y los gabinetes de prensa de nuestra clase política) cuentan con un salario mínimo como suelo de los ingresos del ciudadano que trabaja por cuenta ajena.

España estableció por primera vez el salario mínimo en 1963. 60 ptas. diarias, 1800 al mes, por 14 pagas. Hoy, tras el primer Consejo de Ministros del primer Gobierno de coalición de la era democrática se fija en 950 € al mes, equivalentes a 1.108, si prorrateamos las 14 pagas entre los meses del año.

Salario justo o suficiente
Decía Carlos Marx, criticando la falta de rigor de los planeamientos teóricos de la socialdemocracia alemana, que la expresión “salario justo” era una expresión contradictoria en sus propios términos, porque todo salario es injusto en sí mismo. Otra cosa es hablar de salarios suficientes o insuficientes.

Sin que eso suponga mi adscripción a cualquier línea de pensamiento, creo que incluso hablar de salario suficiente es caer en una generalización que lleva a la inexactitud. La misma cantidad absoluta no es equivalente en términos de compra, y, por tanto, de bienestar, en Benavente o Puerto Llano, que en Madrid o San Sebastián.

Como no es equivalente el esfuerzo para pagar el mismo salario para Repsol que para un taller de costura en Grazalema.

No obstante, como información objetiva, sin más valor que el dato en sí mismo, y sin entrar a examinar qué se puede hacer con las diferentes cuantías en los distintos países que voy a citar, estos son, para 2020, los salarios mínimos de algunos, no todos, de los miembros de la Unión Europea (más el Reino Unido, que está ya en la puerta de salida, no sé si por fuera o por dentro), calculados en base mensual, previos los prorrateos a que haya habido lugar. La fuente de la información es el Diario “La Razón” 
  • Luxemburgo……………… 2.071
  • Irlanda……………………….1.656
  • Países Bajos ………………1.615
  • Bélgica……………………….1.593
  • Alemania…………………….1.557
  • Francia……………………….1.521
  • Reino Unido…………………1.453
  • España………………………..1.108
  • Eslovenia……………………...886
  • Portugal………………………..700
  • Grecia…………………………...683


  • Bulgaria………………………...286 

La menos exigente de las observaciones del cuadro anterior me lleva a verificar que 
  • En términos generales, la capacidad económica de los países de la lista y sus respectivos salarios mínimos guardan una cierta relación.
  • En ese sentido, España está, más o menos, en el lugar que le corresponde dentro de la clasificación general de países europeos en función de su PIB. Por detrás de los más ricos y por delante de los que peor lo llevan.
  • Hay excepciones curiosas, como “la medalla de plata” para Irlanda, con unas cifras de de su economía nacional alejadas de ese lugar. Es evidente que la sociedad irlandesa maneja parámetros distintos que el resto de sus vecinos.
  • Si en España hay quien considera insuficiente el SMI ¿qué pensarán en Bulgaria?
El nuevo SMI, aún no vigente pero ya conocido, ha incrementado su cuantía en 50 € al mes, es decir, de un 5'5% respecto a la cifra de partida (900). Mucho y poco son expresiones sonoras pero carentes de rigor: ha subido un 5'5 % cuando el crecimiento del PIB está previsto alrededor del 1’6 %. Es decir, tal parece que el esfuerzo del nuevo Gobierno se dirige prioritariamente a los más desfavorecidos. No a todos, pero sí a mí y a muchos nos parece razonable el intento.

El valor del procedimiento
En cualquier caso, más, mucho más importante que la cifra concreta en la que se sustancia el incremento del SMI ha sido el éxito del procedimiento que se ha seguido para su establecimiento.

Que en estos tiempos de confrontación, insultos, descalificaciones, argumentos ad hominem e, incluso, mentiras groseras, sindicatos y empresarios, convocados por el Gobierno se hayan puesto de acuerdo en tan poco tiempo es algo que debería tranquilizarnos.

Los agentes sociales, los verdaderos protagonistas de nuestra actividad económica, siguen siendo capaces de sentarse alrededor de una mesa, hablar de lo que les preocupa y sellar un acuerdo del que se muestran “insatisfactoriamente satisfechos” (el oxímoron y el entrecomillado, son míos)

El resultado es ejemplar
  • Las Centrales Sindicales y las Organizaciones Patronales no tienen el menor reparo en acudir a la llamada del Gobierno. Dicho de otra manera, lo consideran el legítimo representante del Poder Ejecutivo.
  • Ni unos ni otros han hecho política en sus declaraciones. Han actuado como lo que son: los representantes de los empresarios y de los trabajadores.
  • Unos y otros deben haber decidido que ya está bien de perder el tiempo escuchando a personajillos histéricos empeñados, todos, en llevarnos a la locura colectiva persiguiendo quimeras cuya única sustancia es el “quítate tú para ponerme yo”.
  • Sindicatos y Empresarios se muestran, como digo, moderadamente insatisfechos con un acuerdo que les gusta. Eso es lo definitorio de un buen acuerdo; la sustancia misma del consenso: no es mi posición, pero cumple mis mínimas exigencias y estoy dispuesto a defenderlo como si fuera el mío.
  • Los empresarios no temen que el nuevo salario mínimo lleve a España a la catástrofe. Los sindicatos no creen que sea un salario de hambre. Unos y otros aciertan. 
Mi enhorabuena, por tanto a quienes con tanta sensatez han actuado.

Es un buen día. Suficiente para olvidar o dejar al menos en segundo plano los disparates que siguen presidiendo la vida política española.

La cruz: los agentes políticos
Escribía hace unos días algunos párrafos a propósito de la división de poderes y del flaco servicio que ha supuesto para la teoría, la designación de Dolores Delgado como aspirante a Fiscal General del Estado.

Sigo pensando no sólo que el Presidente del Gobierno ha tomado una pésima decisión,  sino que la Srª Delgado, Fiscal de carrera al fin y al cabo, debería saber qué poco le va a facilitar la tarea el que vaya a llegar a su despacho desde el de Ministra de Justicia sin solución de continuidad.

Pero precisamente lo que acabo de escribir me anima a comentar dos sucesos casi simultáneos también referidos a la independencia del Poder judicial que han tenido como protagonista a Partido Popular.

En 24 horas, por una parte, el PP ha anunciado sin el menor recato que no piensa dar paso alguno para cumplir con la legalidad vigente y proceder a la elección de un nuevo Consejo General del Poder Judicial. Debo advertir cuatro cosas
  • El actual Consejo está en funciones desde diciembre de 2018
  • A día de hoy, el Consejo cuenta con mayoría de componentes elegidos por el PP.
  • La aplicación de la normativa vigente invertiría los términos.
  • Tanto PP como PSOE han tenido y siguen teniendo en sus manos cambiar la legislación en esta materia, pero no lo han hecho. Quejarse ahora es, como mínimo, hipócrita.
El jueves pasado, por otra parte, hace una semana justa, el Partido Popular se desmarcó del grupo Popular del que forma parte en el Parlamento Europeo e hicieron piña con el Pis polaco, con Vox y los euroescépticos de ID, con la Lega y el Frente Nacional, entre otros. Extraña pandilla.

El Parlamento Europeo debatía y terminó aprobando una dura resolución denunciando el deterioro grave del Estado de Derecho en Polonia y Hungría y exigiendo una presión mucho más fuerte a la Comisión Europea "para prevenir la ruptura de los valores comunes". 

El texto ha salido adelante con 446 votos a favor, 41 abstenciones y 178 en contra, entre ellos los del Partido Popular español. Las cinco grandes familias (Partido Popular Europeo, Socialistas & Demócratas, Renew Europe, los Verdes y la Izquierda Unitaria han respaldado la votación. Dolors Montserrat y sus compañeros en cambio se han posicionado en contra.

Lo verdaderamente llamativo, a mi juicio, es cómo en un par de días, el PP alardea de purismo democrático cuando habla de la actuación del Gobierno respecto al Poder Judicial y se alinea con quienes están siendo puestos en la picota por hacer en Europa lo que en casa le afean al Gobierno

Que el PP se muestre más cómodo con polacos, húngaros y restantes miembros del Grupo de Visegrado que con Francia, Alemania, Italia, Portugal u Holanda, es algo, como mínimo, sorprendente.

¿ Cuántos defensores de la división de poderes tenemos ?
Dejándonos de lado a usted y a mí, pocos. Del Gobierno ya hemos hablado, pero ¿la oposición?

No seré yo quien se meta a pontificar sobre los entresijos de las fuerzas internas que zascandilean por la sede del PP, pero me reservo el derecho a pensar y a escribir que su actuación, la del PP, habrá quien la interprete como que lo que de verdad busca cuando se niega a renovar el C.G.P.J. no es defender la pureza de la división de poderes, sino mantener una mayoría en su seno que mal se compadece ni con el resultado de las últimas elecciones, ni con la Ley vigente.

Así que ya ven, amigos, resulta que la admonición de aquel crápula que creó un imperio sigue siendo aplicable más veces de las que uno querría: la mujer del César no sólo debe ser decente, sino, además, parecerlo.

Que tengan un buen fin de semana.



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