martes, 10 de marzo de 2020

De mal en peor

El principio de Peter 

Hay varias versiones, “todo lo que puede ir mal, va mal”, “por mal que estén las cosas, pueden empeorar”, “éramos pocos y parió la abuela”, “a perro flaco, todo se le vuelven pulgas”, “las desgracias nunca vienen solas”; refranes, dichos, que abundan en la idea de que hay rachas en las que parece que los cielos y hasta los infiernos firman algún género de alianza perversa para hacer trizas a alguien, ya sea persona comunidad de vecinos o país entero.

En algún caso concreto, éste que nos ha tocado vivir, casi se podría decir que el sujeto paciente de la malaventura es nada menos que la Humanidad.

El coronavirus

Aunque haya alguna noticia más o menos esperanzadora (descenso de los casos de contagio en China, ralentización de la progresión en Corea), cunde la impresión de que, al menos en España, aún no hemos llegado a la cima de la curva de afectados, ni, por consiguiente, a la de fallecidos.

Crece, pues el mal, pero bastante menos que el alarmismo. Alarmismo, que no es lo mismo que alarma. Quiero decir que el miedo, pánico en algunos casos, está ganando la batalla a la realidad y, por tanto, a la posibilidad de afrontar la crisis desde bases sólidas.

Es cierto, por otra parte, que la pandemia no nos ha llegado en el mejor momento, si es que hay algún momento idóneo para que estas cosas ocurran.
  • Leo que los servicios sanitarios públicos de la Comunidad de Madrid, en especial las urgencias, están desbordados. Leo también que desde que empezó la crisis, no la sanitaria sino la económica del 2007, la Comunidad cuenta con medio millón más de habitantes y con 3.300 sanitarios menos. ¿Alguien ha oído hablar alguna vez de recortes en Sanidad? Ojo: la reducción de efectivos en la sanidad pública no se ha visto compensada por un incremento compensatorio en la privada. Lejos de mi ánimo buscar culpables, entre otras razones porque ¿en qué ayudaría a los afectados por la pandemia? Pero haberlos, los ha habido.
  • En estos últimos días, se han tomado decisiones, o se han dejado de tomar, erróneas. En algunos casos se han pedido disculpas, en otros, estamos esperándolas. Por ejemplo: la defensa de las tesis feministas son importantísimas pero ¿tanto como para que si la manifestación no se hubiera hecho el día 8 sino dentro de cuatro meses ya no hubieran valido para nada? Vox, en cambio, sí ha pedido perdón por la celebración de su peculiar Congreso de consagración de la continuidad, quizás porque Ortega Smith está afectado. Sería un miserable si no le deseara, como al resto de enfermos, una satisfactoria recuperación. 
  • Las autoridades sanitarias están emitiendo mensajes bastante correctos, en general.  Son comprensibles y, hasta donde puedo juzgar, me parecen frutos del sentido común y, seguramente, del conocimiento. Por el contrario, hay voceros del alarmismo que sobre todo desde medios digitales incendian las redes de consignas y noticas tóxicas: todo está haciéndose mal, como era de esperar de un Gobierno que… etc., etc. Es decir: no se trata de ayudar, sino de considerar la enfermedad como munición política. Todo vale si desgasta al Gobierno.
  • La economía, elijamos el ámbito que queramos, familiar, local, nacional, europeo o mundial, está sufriendo el mayor descalabro soportado desde hace trece años. Hay quien dice que, en realidad, la crisis estaba ahí, esperando que alguien o algo destapase la Caja de Pandora. No soy analista financiero ni experto en macroeconomía, pero ¿qué más da? Hablemos de España: muchas familias verán disminuir sus ingresos; sectores clave, turismo, transporte, sufrirán reducciones que están por calcular; otras industrias soportarán la falta de suministros venidos de lejos. En resumen, cuando el último infectado salga de las listas, todos seremos un poco más pobres. No todos: en toda desgracia hay carroñeros

Política desmadrada

Hay excepciones, pero a medida que avanza el número de afectados, percibo una creciente pérdida de cordura en nuestra clase política.

Aún no es desesperada la situación, ni todo cuanto ocurre es consecuencia directa del coronavirus, pero con alguna excepción, nuestros políticos vuelven a estar más preocupados por sus planteamientos partidistas, por el cortísimo plazo, que por las crecientes y urgentes necesidades del pueblo.

En el curioso Congreso de Vista Alegre, ése en el que no se permitieron voces disidentes y de cuyas votaciones no se han ofrecido cifras (allá ellos y sus votantes) el reelegido líder supremo, subió un nivel las descalificaciones: el Gobierno no sólo es ilegítimo, ya lo era desde antes de resultar elegido por la mayoría suficiente en el Congreso, sino que ahora es, además “criminal”. La ocurrencia fue aplaudida por una enfervorizada audiencia. A tanto aplaudidor, quizás le vendría bien acudir al diccionario de la RAE para saber qué es criminal.

Se terminó la tregua: Casado ofrece a Sánchez pactar los Presupuestos, si el Gobierno asume el programa económico del PP. Lo dice sonriente, no sé si por desfachatez, por consigna de su asesor de imagen, porque, con la costumbre, se le ha quedado así la cara ya para siempre jamás. Y cuando propone medidas contra la pandemia, se centra, ya es curioso, ya, en la reducción de impuestos a las empresas, y la paralización de la reforma laboral. Supongo que si oye que alguien le llama oportunista, lamentaría el dogmatismo de quien así se exprese y lo tacharía de radical.

Hay esperpentos a dos y hasta a tres bandas. La Ministra de Igualdad, anuncia un proyecto de Ley sobre Libertad Sexual y no sé qué más cosas en el que parece que es más importante hacerlo coincidir con el 8M que pulir y afinar el contenido jurídico del texto. Sesudos colegas de Gabinete con muy superiores conocimientos en la materia matizan, sólo matizan, algunos aspectos. La Feminista Oficial del Reino se revuelve, acude en su auxilio el Vicepresidente y pareja de la enfurecida Ministra y sale Dª Cayetana poniendo a los tórtolos de chupa de dómine. Lo pintoresco es que dos o tres días después, Casado hace una tan cerrada defensa de su portavoz, delante de ella, que, sin ser muy consciente, cae en el mismo error que pretendía criticar, si es que defender a una dama puede ser error. Había que ver la cara de Dª Cayetana mientras hablaba sonriente, siempre sonriente, ya lo he dicho, su jefe.

Por excepción, esta mañana, he visto y oído en televisión, unas muy ponderadas, conciliadoras, sensatas declaraciones de Inés Arrimadas. Ella, por lo que he comprobado, sigue en la tregua. No ha dado motivo hasta ahora de ser considerada comadre del gobierno, así que tengo que creer que su sentido común la lleva a aplazar cualquier confrontación para momentos más oportunos. Es de agradecer.

Volviendo a lo de que los males vienen en pandilla, no está siendo, no, el mejor año para el Rey Emérito y, por contagio, cosas del momento, a la Casa Real. La Constitución dice lo que dice a propósito de esa momia legal que es el principio de impecabilidad del Soberano, pero ¿no sería función del Tribunal Constitucional encontrar una interpretación en línea con el primer tercio del siglo XXI? Porque sin necesidad de encuestas, tengo la fundada impresión de que buena parte de mis conciudadanos querríamos saber qué gracias tiene el mozalbete al que nuestro Rey regala tantos millones, de dónde ha salido el muchacho y de dónde ha salido el dinero. Y me parece que defender esta tesis ni siquiera es un ataque a la Monarquía, sino lo contrario, siempre que no confundamos Monarca y Monarquía. Tome nota el Soberano actual y deténgase a pensar si la firmeza que exhibió cuando hubo que tomar partido o no por el marido de su hermana, no debería volver a emplearla ahora.

¿Puedo escribir sobre feminismo, manifestaciones y despropósitos, aunque sea varón?

Lo procuraré al menos. Adelanto que odio cualquier intento de imponer pensamientos únicos a troche y moche, sea sobre la materia que sea, religiosa, política, económica, social, la que quieran
.
No soporto los estereotipos, así que, centrándonos en el feminismo y no sin antes advertir que comparto la idea central del movimiento, igualdad, eliminación de barreras, erradicación de la discriminación, erradicación de brechas salariales, quiero dejar constancia de que
  • Ni quiero vivir bajo doctrinas monolíticas ni estoy dispuesto a prestarme a adhesiones inquebrantables. En resumen, exijo mi derecho a pensar por mí mismo, a riesgo de equivocarme.
  • Los clichés, los retratos convencionales de qué es una feminista me producen cierto sonrojo, vengan de un extremo o del otro. Así que, señoras de un lado y del otro, del mismo modo que hay católicos practicantes de izquierdas, ateos de derechas, taurófilos de izquierdas, salmantinos del Barça que abominan del independentismo, izquierdistas adinerados y pobres que votan a la derecha, ni la caricatura de feminista que exhibe la derecha, ni la que muestra la izquierda son de recibo.
  • Cuenta en qué se cree y qué se está dispuesto a hacer para defenderlo, pero ni todas las feministas son feas, desaliñadas o malhabladas, ni pijas, exquisitas y melindrosas. Y todas y todos (en este caso si procede la diferencia) tienen y tenemos derecho a nuestro propio modo de defender la idea básica.
Después de esta digresión, permítanme nada más dos preguntas, porque, de verdad, no encuentro las contestaciones:

1ª.- ¿Quién y con qué derecho tuvo la ocurrencia de expulsar de la manifestación a quienes quisieron participar en ella, por el incalificable delito de ser identificadas como afines a Ciudadanos?
2ª.- Además de salir en las fotos, cosa que logró, ¿Qué buscaba exactamente Don Bertrand Ndongo, el dirigente negro de Vox cuando pretendía acercarse a La Srª Montero?

Hay una tercera y una cuarta: ¿Actuaron bien las fuerzas de orden público cuando en vez de defender el derecho de las mujeres de Ciudadanos a estar en la manifestación les aconsejaron que se fueran? ¿Hicieron lo correcto cuando cortaron el paso al Sr. Ndongo? Advierto que las preguntas no son retóricas. 







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