lunes, 13 de julio de 2020

La política en tiempos del cólera

Una hermosa polémica para abrir boca: ¿Es intocable la prensa?

Ya supondrán de qué quiero escribir: el Vicepresidente Iglesias, el Profesor Iglesias, ha abierto la caja de los truenos y ha devuelto algunos de los insultos recibidos de los medios de comunicación más proclives a los postulados de la derecha.

A partir de ahí, esos mismos medios, los más cualificados portavoces de Vox, y del Partido Popular y alguno de Ciudadanos se han rasgado las vestiduras y han puesto el grito en el cielo: ¿cómo osa el podemita levantar la voz contra la prensa? Eso es totalitarismo, estalinismo, comunismo marxista leninista.

Pese a que Casado exigía la descalificación pública y no sé si la crucifixión también pública del acusado, Sánchez ha guardado silencio; no así la Vicepresidente Primera, o la Ministra de Defensa que, sin citar al Profesor han dejado claro que ellas entienden y asumen que el papel de la prensa es criticar al Poder.

Vamos por partes.

¿Tiene derecho Pablo Iglesias, (o Ceferino Maturana, a quien no tengo el gusto de conocer y ni siquiera sé si existe) a discrepar de las opiniones vertidas por uno o por cuarenta y seis periodistas? ¿Hay algún precepto en la legalidad vigente que obligue al político en ejercicio a comportarse como cristiano ejemplar y  después de cada improperio recibido poner la mejilla, o sea la oreja, para seguir escuchando impávido las lindezas que puedan ocurrírsele a cualquier plumífero?

Ustedes tendrán su propia opinión, ésta es la mía: Pablo Iglesias tiene derecho a tener y expresar opiniones discrepantes con la prensa, radio y televisión.

Pensemos: el señor Iglesias y usted, lector, podemos decir que el Rey Emérito carece de vergüenza, que el Presidente del Gobierno es alguna de las cosas, pongamos una de cada cuatro, de las que ha dicho de él, el Sr. Casado, la Srª Olona o cualquiera otra eminencia de las que ocupan asiento en el hemiciclo, estamos en nuestro  derecho si decimos que el Tribunal Supremo no ha dado en el clavo con la última de sus sentencias. Y es algo de lo que hay que felicitarse

¿Dª Cayetana puede llamar a Iglesias hijo de terrorista y éste no puede quejarse del trato que a diario le dispensan esos periodistas que usted, lector, y yo conocemos? ¿Es más intocable el director de ese medio digital que el Presidente del Tribunal Constitucional? ¿Por qué?

Cuestión distinta es si un político actúa con sentido común si ataca a la prensa. ¿Es prudente? ¿Se juega su futuro? ¿Y a usted y a mí qué nos importa? Si acierta o se equivoca, allá él.

Y luego queda por comentar un asunto mucho más importante, diferente de lo tratado hasta ahora, pero relacionado también con la prensa. En concreto, cuál es la posición del Vicepresidente Segundo sobre la libertad de prensa: ¿La defiende, desconfía de ella, o no es partidario? Lo mejor es escucharle a él y dejar que cada uno interpretemos después sus palabras. Según Pablo Iglesias, "la libertad de prensa es incompatible con la propiedad privada de los medios de comunicación". 

El argumentario es el tradicional: los medios en manos privadas siempre obedecerán a sus dueños. Bien, allá él, pero ése argumento es el usado en los regímenes totalitarios, sean fascistas, nacionalsocialistas o comunistas. La Historia y el presente dejan poco margen para la duda en cuanto al resultado de suprimir la pluralidad informativa. 

Así que me temo que a la luz de sus propias declaraciones anteriores a la polémica y no corregidas ni siquiera matizadas más tarde, me cabe la duda razonable de si su crítica actual a los exabruptos de cierta prensa es una réplica que pone de manifiesto el ejercicio de su libertad o la manifestación de su íntima convicción de cómo habría que organizar la información en España en el caso de que él tuviera capacidad para decidirlo.

Y para que no quede asomo de duda de qué pienso al respecto, ahí va el cierre de este capítulo: dudo de sus razones, pero defiendo el derecho del Profesor Iglesias a contestar las invectivas de la prensa, como defenderé, cuando llegue el momento, el derecho a manifestar su opinión de quienes piensan que la figura del extinto General Franco merece ser alabada. En uno y otro caso, me molestan las mordazas.

Elecciones vascas y gallegas en plena pandemia

Escribo durante la tarde del domingo, aunque reservaré el último párrafo para la mañana del lunes cuando se conozcan los resultados de ambos procesos.

Una primera sorpresa: a las 6 de la tarde, la participación en Galicia era algo superior a la de los últimos comicios. En el País Vasco, por el contrario, ha habido bastantes votantes menos que hace cuatro años: 8 puntos. Es decir, La covid 19 no ha sido un factor determinante en Galicia pero podría haberlo sido en Euskadi. En qué sentido ha influido en los resultados, dudo de que lleguemos a saberlo nunca, aunque quizás tal o cual perdedor de la contienda trate mañana de culpabilizar al virus de sus resultados.

A propósito de la relación coronavirus/elecciones, me gustaría apuntar dos detalles:
  • Ojalá cuando pasen un par de semanas sea un hecho que los procesos electorales no han tenido efecto alguno en nuevas apariciones de brotes. Sería bueno, desde luego, porque en caso contrario ¿Volveremos a oír lo que escuchamos después de las manifestaciones del 8-M? Porque ahora sí que no había dudas de que estábamos en presencia de un agente patógeno pegajoso y difícil de controlar.
  • Parodiando el eslogan de los pimientos de Padrón, en Galicia"cuando hay "confinación", unos votan y otros non". No sé cuáles han sido los fundamentos legales manejados, pero he leído que la Junta Electoral Central y el Tribunal Supremo, avalan la prohibición de acudir a votar a los confinados. Creí que prohibir el sufragio era una medida penal. ¿No ha habido otra forma de arreglarlo?
Vascos y gallegos han hablado (escrito después de conocer los resultados, no vayan a creer que me las doy de profeta)

Permítanme antes un sólo párrafo para mostrar mi sorpresa por la cara de satisfacción contenida que he creído ver en el rostro del Sr. Casado, cuando se ha enterado de que la Srª Calviño no será la Presidenta del Eurogrupo. Viéndole he salido de mi error: yo creía que tener tal cargo en manos de un o una compatriota era bueno para España. Después de su satisfecha actuación la duda que tengo ahora es otra: ¿qué importa más al Sr. Casado, el bien de España o la rápida marcha de Sánchez de la Moncloa para dejarle el sillón libre? Habra quien piensen que las dos cosas son una sola; yo, no.

Los resultados de ayer, me sugieren varios comentarios:
  • Autonómicas y Generales son elecciones distintas, sobre todo cuando no coinciden en fechas, pero permiten olfatear cambios significativos en el electorado.
  • La coalición gobernante va a la baja, no sólo por la pésima cosecha de las huestes de Iglesias (queda fuera de juego en Galicia y pierde casi la mitad de sus diputados en el País Vasco) sino porque el socialismo de Sánchez no puede compensar el bajón de su socio, lo que, les guste o no, disminuye su capacidad de maniobra como Gobierno de la Nación.
  • El nacionalismo gallego y los radicales de EHBildu han sacado partido del hundimiento podemita. Ellos estarán de enhorabuena, pero para mí es una mala noticia, en especial el caso vasco.
  • La moderación de Feijoo y la irrelevancia de Iturgaiz y sus respectivos resultados deberían hacer reflexionar al Sr. Casado. ¿En quién de su Partido debe apoyarse, en el sector moderado o en las ruidosas figuras modelo García Ejea o Álvarez de Toledo?
















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