sábado, 28 de mayo de 2022

 Abu Dhaby/Sanxenxo, ida y vuelta, con escala en La Zarzuela

El Rey Emérito viene y se vuelve

Mediaba la tarde del pasado 19 cuando un Gulfstream G450, un jet matriculado en Aruba (Antillas Holandesas) propiedad de la compañía angoleña Bestfly, (¿?) tomaba tierra en Vigo. A bordo viajaba Don Juan Carlos de Borbón, otrora Rey de España y hoy, residente Abu Dhaby donde dicen que tiene fijado su domicilio fiscal.

Unas copas con los colegas, asistencia a la regata, cortos paseos por el puerto, que los años no pasan en balde, y vuelta a casa, a su casa de ahora, la de Abu Dhabi, no sin antes recalar unas horas en el palacio que ocupaba cuando era Rey de verdad. Conversación a solas con el actual Monarca, tertulia familiar y de nuevo a su casa de allende los desiertos.

Fuentes "generalmente bien informadas" cifran en algo más de 200.000 € el coste del alquiler del avión; por el momento se desconoce quién pagó la cuenta.


Corta estancia y largos efectos

Durante y después de la visita hemos oído de todo. Vociferantes coros de cacasenos fanatizados, silbaban o aplaudían por riguroso turno al paso del que fuera egregio personaje. 

  • "Bribones", o sea, amigos de los tripulantes del Bribón IV (sigo preguntándome por qué nadie le dijo al bautizador del velero que cuidado con los nombres que los carga el diablo), nostálgicos de los lindos tiempos en los que el más campechano Rey de las Españas les invitaba a departir de filosofía y estética en la cubierta del Fortuna (¿Otro nombre premonitorio de las tendencias ahorradoras del joven Rey?) vitoreaban sin pausa cada movimiento del regio visitante.
  • Media vuelta y helos ahí: republicanos de toda la vida, irredentos vocacionales envueltos en banderas tricolores, vociferaban insultos, coreaban pareados y hacían gala del escaso aprecio por el que venía de tan lejos a disfrutar del deporte de sus amores con sus viejos camaradas. La cruz (o la cara) de la moneda que estaba en el aire desde que el viajero decidió mover sus posaderas desde su cálido refugio hasta las brumas gallegas.

¿Qué quieren que les diga? Comprendo y hasta me emociona tanta simplicidad, tanta afición, tanto amor y tanto odio, tanta adrenalina inútil. Al fin y al cabo, el sentir es libre y, visto desde otro ángulo, ni unos ni otros eran multitudes. O sea poco ruido y menos nueces. Menos entiendo, (o menos disculpo, porque entender, si me lo propongo lo consigo), a políticos de unos y otros colores que empiezan de portavoces y terminan de bocazas. 

Así es que, como tantos otros sábados, ahí les dejo mi aburrida opinión, una más, sobre lo que no siempre se tiene en cuenta cuando hablamos del penúltimo Borbón de la Dinastía que se nos vino encima, recién estrenado el siglo XVIII.


El derecho a ir y venir

Busquen y encontrarán: no con estas palabras, pero el derecho a andar de un lado para otro está en nuestra Constitución, en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano y en dos o tres sitios del mismo relumbrón.

El ciudadano Juan Carlos de Borbón, no tiene cuentas pendientes con nuestra justicia, conserva la ciudadanía española y aunque su domicilio fiscal radique en otros andurriales, él puede volver ("Y volver, volver, volveeeer"… ¿recuerdan?) al que fue su Reino cuando le venga en gana.

No es un prófugo ni un desertor, no está exiliado, no lo echó nadie, no salió huyendo de nada que no fueran sus propios fantasmas, luego, al margen de actuaciones que ya no son perseguibles sea por prescripción, o porque le ampara el capuchón constitucional de la inviolabilidad, nadie puede negarle su derecho a entrar y salir de aquí cuando y como quiera.

Cuestiones diferentes son si es oportuno venir y sobre todo cómo hacerlo, las consecuencias para él y para la institución que representa de sus idas y venidas, los aspectos familiares de sus visitas, lo que puede significar, en definitiva, su presencia en un país en el que su figura, cada día que pasa, es más controvertida.


Los límites de la privacidad

No importa quién lo diga, con determinados personajes no cabe hablar de actividades privadas. Todas son públicas, porque cualquier cosa que hagan o digan trasciende el ámbito personal e incluso el familiar y adquiere categoría de público. Es un privilegio y una maldición, pero es así. Cuando don Juan Carlos de Borbón, cruza los cielos, aterriza en Vigo y se va a Sanxenxo a reverdecer laureles juveniles con sus amiguetes, todo lo que haga afecta a la cosa pública.

No se trata de negarle su derecho a equivocarse, sino de centrar la cuestión: el ex monarca vino, alternó con sus viejos amigos, disfrutó de sus aficiones y, como de paso, de vuelta a Abu Dhabi, hizo una corta escala en La Zarzuela, habló con el Jefe del Estado y luego dedicó un ratito a charlar con la familia. El quid de la cuestión es que con quien habló en privado, durante un par de horas, no fue con su hijo, que lo era, sino con el Rey, o sea con el Jefe del Estado. ¿Eso es privado? No, eso es confidencial, que no es lo mismo.

Lo que es privado es el origen de este itinerario demencial. ¿A quién se le ocurrió? 654 días después de su partida, el Rey abdicado vuelve a España ¿Y se va con los colegas de regatas? Después, ya que está aquí, un garbeo por Madrid, besitos a la familia y esa conversación a solas con el Rey actual, su hijo, Felipe VI. A mí me suena a desplante torero desde el centro del ruedo: desplante a su familia y al pueblo que en esta imagen son ambos como el toro moribundo.


La vertiente social y política

Y por eso, porque don Juan Carlos, en uso de sus derechos, vino y se fue como hemos contado, nadie tiene por qué asombrarse de que cada hijo de vecino crea y exprese lo que le parezca el viajecito.

No obstante, antes o después de ese derecho a la libertad de expresión, cuando escuchamos hablar a nuestros representantes de uno y otro lado del hemiciclo, convendría tener presentes algunas cosas:

  • Don Juan Carlos fue Rey, pero no es la Monarquía. Cuando Eduardo VII decidió anteponer su amor por Wallis Simpson al trono del Reino Unido, es más que probable que le hiciera un flaco servicio a la causa monárquica, pero los británicos no confundieron al Rey saliente con la casa Real. En este caso ocurre lo mismo: no importa cuáles hayan sido los errores del viajero, Don Juan Carlos abdicó la corona, y el Rey actual, la monarquía, en definitiva, no tiene por qué verse cuestionado por la conducta de uno de los eslabones de la cadena.
  • No estoy  poniendo en duda el derecho a sentirse, a ser republicano. Ni siquiera trato de minusvalorar la República como forma de Gobierno. Sólo intento decir, que la causa republicana puede y debe basarse en fundamentos más sólidos que las idas y venidas de un señor que fue y ya no es. ¿Verdad que no es necesario poner ejemplos sobre la República y "malos Presidentes"?
  • En sentido contrario, señores defensores a ultranza de la Monarquía, flaco favor le están haciendo a la institución si niegan el derecho de cualquier ciudadano, sea monárquico, republicano o adventista del séptimo día, a criticar el proceder del Rey Emérito. Eso, ustedes deberían saberlo, es tan torpe como su contrapartida ya comentada. Poner a Don Juan Carlos de chupa de dómine no tiene por qué socabar la actual forma de Gobierno.
  • A unos y a otros, al que viene y va y a los que le recibimos, nos vendría bien, tener presente aquella grandiosa fórmula de afrontar el juramento del nuevo Rey, vigente antaño en Aragón (Reino que ha sido componente esencial del alma hispana). "Ante Nos, que cada uno somos como Vos y que todos juntos somos más que Vos": pues eso. 

Cuestiones pendientes

  • Según la portavoz del Gobierno, el Rey Emérito ha perdido una buena ocasión para dar explicaciones ¿Seguro? ¿Qué tipo de explicaciones esperaba la Ministra? "O sea, que me lié, que me hice con unos dineros que me dieron unos Jeques por favores que me debían, y para no tener problemas con Hacienda (todos sabemos cómo se las gasta), se los dejé en depósito a cierta dama, (bueno dama, dama, lo que se dice dama… digamos a cierta mujer). Luego se los pedí, pero me dijo que  "Santa Rita, Rita…". Insistí y la tía se me ha ido a los juzgados londinenses y me acusa de acoso, o sea, no sexual, sino del otro". ¿Lo ven explicando lo de las comisiones, o quizás lo de la regularización fiscal? ¿O se trata de pedir perdón, como cuando mató el elefante? Por lo que a mí respecta cuando menos hable y menos se mueva, mejor para todos. Sobre todo para Felipe VI.
  • Creo que las explicaciones tienen que ser otras y no le corresponden al Emérito: ¿Sabía el Gobierno que iba a venir? ¿Tenía noticia de su agenda? ¿Había habido algún género de comunicación previa entre La Zarzuela y La Moncloa? ¿Tiene o no tiene el Gobierno algún margen de maniobra en este tipo de acontecimientos? ¿Qué piensa hacer la próxima vez que el Emérito le dé por venir al Rocío, o la Feria de San Isidro, o al cumpleaños de Shakira?
  • Volviendo al Reino Unido, allí los viajes de la Reina los tiene que autorizar el Premier. Es evidente que Juan Carlos ya no es Rey pero ¿no será el momento de plantearse de una vez por todas la Ley de La Corona? Cuando Juan Carlos aI llegó al trono nadie teníamos ni idea de cómo iba a funcionar la fórmula, pero han pasado muchos años, las circunstancias son otras y de los errores puede aprenderse.

Lo que siente "la calle"

  • No lo sé, ni yo ni nadie, pero, desde mi pequeño observatorio se me hace difícil deducir que la consecuencia del viajecito sea un incremento del fervor monárquico. Me inclino a pensar que ha descendido el número de los partidarios de la Corona y no por culpa de Felipe VI ni por méritos de los voceros de la República. 
  • La tarea de Felipe VI es hoy un poco más ardua que antes de que su augusto padre abandonara las arenas del desierto y volviera a Sanxenxo a reverdecer recuerdos de juventud. (Lo que daría yo por saber de qué hablaron padre e hijo cuando el Emérito iba de vuelta a su casa).
  • Como era de esperar, aprovechando el tumulto, oigo a quienes llueva, truene o nieve, exigen plantear la alternativa Monarquía o República en términos de referéndum. "Blanco o negro, lo importante es que al gato cace ratones". La frase, de Deng Xiao Ping, padre del auge chino, viene al pelo. Piénselo los irreductibles de uno y otro signo.
  • Aunque a lo mejor, pasado el sarampión, "la calle" sigue preocupándose por los precios, algo menos por la guerra de Ucrania, y casi nada por los enredos en que día tras día se entretiene la llamada clase política. ¡Somos tan elementales…!

sábado, 21 de mayo de 2022

 Una lección de la historia

Volvamos la vista atrás

Hace tres meses menos tres días, Rusia invadió Ucrania. Nadie sabe cuántas vidas se han perdido desde entonces, cuánta destrucción ha asolado al país agredido, cuánto dolor soportan los millones de refugiados que han abandonado su tierra.

¿Por qué todo esto? Es demasiado simple atribuir esta guerra a la maldad o a la locura de Vladimir Putin. Es insuficiente. En esta, como en todas las guerras, es posible rastrear sus causas en acontecimientos relativamente recientes que ocurrieron lejos de la mente de aquel a quien ahora estamos considerando el culpable de lo que está ocurriendo.

Cuenta Winston Churchill en sus memorias que cuando Ferdinand Foch, General en Jefe de los ejércitos aliados durante la I Guerra Mundial conoció los términos del Tratado de Versalles, dijo: "Esto no es una paz; esto es un armisticio para veinte años". La cortedad de miras de los vencedores o su ánimo vengativo, impuso unas tan durísimas condiciones a los vencidos que la fúnebre profecía del militar francés se cumplió: veinte años después, Hitler invadía Polonia y daba comienzo la mayor matanza de la historia.

Tres cuarto de siglo después es posible que estemos asistiendo a las consecuencias de la voracidad con la que los vencedores de la guerra fría hemos tratado a lo que quedó tras el desmantelamiento de la Unión Soviética.

Desde que Gorbachov firmara los decretos de disolución de la URSS hasta hoy, una docena larga de países que en su día formaron parte del Estado soviético o que eran miembros de El Pacto de Varsovia, se han integrado en La Alianza Atlántica. Dos más, Moldavia y Ucrania coqueteaban con la idea de ser también miembros de la familia occidental. Sólo Bielorrusia parecía seguir siendo fiel al antiguo statu quo.

En Washington, en Londres, en París, en Madrid hemos estado repitiendo hasta la saciedad que Ucrania es un país soberano y, por lo tanto, es libre de escoger el bando que sus ciudadanos prefieran. Los que así nos expresamos somos los mismos que aplaudimos la actuación de J. F. Kenneddy cuando plantó cara a Kruschev e impidió su intento de instalar misiles de largo alcance en Cuba.

No obstante, no conviene confundir causas con responsabilidades. No importa lo que dijera el Tratado de Versalles, Hitler fue quien invadió Polonia sin ninguna provocación previa. 50, 60 millones de muertos más tarde, ha sido Vladimir Putin el que ha agredido Ucrania.


Quién es quién en esta guerra

Rusia, o sea Putin

  • Lleva preparando esta guerra desde hace tiempo. Militar y económicamente se ha pertrechado para la ocasión. Se siente cercado por las potencias occidentales, oye tambores de guerra cada vez más cerca de su casa y conserva frescas las heridas que le abrieron las consecuencias del fracaso de la política de Gorbachov: todos estos años, desde que era un oscuro agente de la KGB, ha estado alimentando su rencor.
  • Controla los resortes del poder, mantiene bajo control los canales que influyen en la opinión pública, carece de escrúpulos y, en consecuencia, es el único poder decisorio en el mayor país del planeta, que es, a su vez, la primera potencia nuclear del mundo. Su capacidad para hacer daño es temible.
  • Busca detener la expansión militar occidental y, si es posible, recuperar su esfera de influencia: quiere, en definitiva, alejar de sus fronteras a quien considera su enemigo. Por tanto, no abandonará la partida hasta que las zonas pro rusas, ciertas o inventadas, fronterizas con Ucrania, con Moldavia y con la rivera norte del Mar Negro, estén en su poder. 
  • Conoce su fuerza pero también la de su principal enemigo, los Estados Unidos, y sabe que una confrontación directa equivale a un doble suicidio. La virtualidad de la teoría de la disuasión nuclear sigue vigente.

Ucrania, es decir Volodímir Zelenski

  • He aquí un desconocido actor llegado quién sabe cómo a la política local que acaba convirtiéndose en un referente mundial de la resistencia ucraniana. En escasas semanas ha llegado a encarnar la fe de un pueblo en su propia identidad mientras habla en los foros internaciones más relevantes.
  • Enjuicia correctamente la situación, ha conseguido ser un interlocutor fiable de sus aliados y resiste la desproporcionada agresión con notables resultados. Sabe que no puede "ganar", pero es consciente de que el tiempo juega a su favor. Aunque "tiempo" equivalga a más víctimas y más destrucción.
  • Sabedor de las enormes distancias que hay entre él y su agresor le consta que su única baza es la resistencia a toda costa. Tal vez entiende que el precio de la paz será la pérdida de parte de su territorio, así que se ve obligado a elegir entre lo malo y lo peor, porque sus aliados no pueden hacer lo que él quiere: romper los lazos económicos con Putin y armarlo hasta sus últimas consecuencias. Ni siquiera puede elegir, salvo que optara por la rendición.

La OTAN, o sea USA, es decir, Joe Biden

  • Un Presidente crepuscular en las antípodas de lo que se entiende por un líder carismático, ocupa el despacho oval más por rechazo a su predecesor que por adhesión a su figura. Mantiene estrategias internacionales continuistas, tesis que ya estaban oxidadas hace décadas lejos del liderazgo que pudiera encandilar a propios y extraños.
  • Da salida a unas cuantas partidas de armamento que yacían polvorientas en sus almacenes, sustituye hasta donde puede el gas y el petróleo ruso y cobra a sus aliados por su ayuda precios superiores a los que aplicaba su enemigo. Un negocio, se mire por donde se mire, aunque la explicación sobre los costes sea absolutamente ortodoxa. 
  • Actúa, en resumen, como se espera del Presidente de los Estados Unidos: a favor de su país, no del nuestro, como es su obligación. Igual que en la primera década del XIX, Inglaterra no vino a España a ayudarnos sino a derrotar a Napoleón.
  • Y, no obstante, la presencia de los Estados Unidos en el conflicto es la única y última garantía de seguridad para Europa: la potencia militar y económica norteamericana es un seguro a todo riesgo frente a la audacia de Moscú; no es plausible que ose agredir a ningún miembro de la OTAN.

Europa ¿Hay alguien ahí?

  • Cultos, refinados, civilizados, gente guapa que presume de pasado, de historia, petulantes, altaneros, convencidos de que seguimos siendo el ombligo del mundo, cuando estamos en camino de acabar como un parque temático, los europeos, nos guste o no, somos en este sarao, los paganos: ponemos el territorio del combate y financiamos los costes de la guerra en ambos bandos.
  • Ni siquiera en una situación límite estamos siendo capaces de hablar con una sola voz. Lo sabemos nosotros y, lo que es peor, lo sabe el resto del mundo. Ese galimatías es lo que limita nuestra capacidad de acción.
  • Es el precio que estamos pagando por haber olvidado tan pronto la historia reciente: desde los felices años 20, Rusia ha dejado de ser parte de Europa, si es que alguna vez lo fue.

Paradojas, contradicciones, vencedores y vencidos

  • Podríamos haberlo hecho de otra manera, pero saberlo no sirve ahora de nada. El corto plazo, un examen egoísta de las conveniencias locales, el excesivo optimismo respecto al futuro de Rusia, nos llevó a una dependencia peligrosa de las fuentes de energía del que hora vuelve a ser el enemigo. Hoy, como decía, Europa financia la guerra por partida doble: nutre las arcas del agresor y las de su principal aliado.
  • Hitler invadió la Unión Soviética, no sólo para llevar las fronteras de Alemania hasta los Urales sino para erradicar el comunismo de la faz de la tierra. Cuando se suicidó, el enemigo había ocupado la mitad de Europa. Durante medio siglo, el comunismo dominó, incluso buena parte de la misma Alemania. Bien, Putin ha desencadenado esta barbaridad para frenar a la OTAN y el primer resultado visible es la inminente entrada en la Alianza Atlántica de Suecia y Finlandia, dos neutrales históricos.
  • ¿Vence Rusia? Probablemente, al menos en parte. Crimea, la zona sudoriental de Ucrania, rendidos los últimos defensores de Mariupol, y tal vez la estrecha franca supuestamente rusófila del Transnistria, podrían terminar en manos del agresor y ser el precio que tendría que pagar Zelenski por alcanzar la paz.
  • ¿Pierde Ucrania? Sin duda: miles de muertos, millones de exiliados, ciudades destruidas, infraestructuras pulverizadas… Se necesitarán años y una descomunal inversión para volver a la normalidad. Sólo conserva la fe en el futuro y un cambio de dependencia: parte de su soberanía estará en manos de los garantes de su supervivencia.
  • ¿Europa gana o pierde? Es posible que se cante la unidad de Europa como una gran victoria frente al insidioso ataque de Putin. Está por ver hasta dónde llega esa unidad porque ni siquiera todos los socios de la Unión la quieren; más aún, en cualquiera de los países que dicen defender la unidad, hay formaciones políticas que blasonan de antieuropeísmo. De lo que que no me cabe ninguna duda es Europa, toda Europa, usted y yo entre ellos, saldremos de ésta más pobres. Podríamos haberlo evitado si hubiéramos sido capaces de evaluar el futuro bajo otras coordenadas de más largo alcance que el beneficio inmediato. Podríamos, pero ahora ya es tarde.
  • ¿Gana tal vez USA? Depende. Por el momento está haciendo el agosto con la venta de lo que Rusia deja de vender, aunque para eso haya tenido que echar el freno en sus diatribas contra personajes como Maduro, pero ¿qué importa? Business is business. Más tarde… Reconstruir lo destruido también anuncia negocio.  

La potencia callada

Y de telón de fondo, el silencio del gigante. China observa, calla y espera. Es la única que, con toda probabilidad saldrá reforzada de la crisis presente: sustituirá a Europa como adquirente de las fuentes de energía rusas, se hará imprescindible para Putin, acortará distancias con USA y verá con una cierta curiosidad cómo, una vez más, Europa sigue siendo una entelequia.

sábado, 14 de mayo de 2022

 La izquierda andaluza

"La vida de Brian"

¿Recuerdan la película? En una de tantas secuencias memorables, en un anfiteatro semi vacío, la cámara va enfocando, uno tras otro, a grupúsculos de palestinos que conspiran, o creen conspirar, contra el poder omnímodo del Imperio Romano. Cada uno de ellos ostenta un nombre, unas siglas, que por sistema mezcla términos semejantes al de al lado, "Pueblo", "Libertad", "Palestina", "Unidad", "Fuerzas", etc,. etc. Cada uno de ellos se atribuye la única legítima representación del pueblo oprimido; cada uno de ellos cuenta con pocos afiliados más que los que están en las gradas; cada uno de ellos "sabe" que las restantes formaciones, los que se sientan un poco más arriba o más abajo, son "traidores a la causa", responsables de la desunión, aliados objetivos, en resumen, del gran enemigo del pueblo judío: Roma.

No obstante, tienen en común un par de cosas. Ninguno sería capaz de resumir en cuatro frases inteligibles dónde están las diferencias entre ellos, como tampoco ninguno se ve con fuerzas para levantarse, recorrer la docena de pasos que le separa del vecino y ofrecerle la mano para hacer juntos el camino. ¡Sólo faltaba! Como en las peleas teológicas, peor que el infiel, el que cree en otro Dios, es el hereje, el que cree en otra versión de tu mismo credo.

Alboroto en la izquierda andaluza ante las elecciones autonómicas

Ahórrenme la sopa de siglas. Hasta es posible que entre que yo escriba y usted lea, aparezca alguna nueva. Más a la izquierda del Partido Socialista, una pequeña legión de formaciones, unas conocidas, otras olvidadas y algunas nacidas para la ocasión, nos han ofrecido un grotesco espectáculo de desunión, de incapacidad para afrontar la próxima cita electoral, de inmadurez política en definitiva.

Si hay algo que está fuera de toda duda es que, en este momento, la primera evidencia a tener en cuenta es que hay una altísima probabilidad de que la suma de votos y de escaños de PP y Vox alcance la mayoría absoluta. Incluso no sería descartable que el PP, sólo él, consiga más escaños que la barahúnda de partidos de la izquierda, con el PSOE a la cabeza.

En esas condiciones, presentarse ante los electores con más de dos formaciones es suicida:

  • Es de sobra sabido que las reglas de la Ley D'Hont penalizan la dispersión del voto. Que eso sea justo o injusto es, a estos efectos, irrelevante. La Ley electoral es la que es, y su contenido lo conocen todos los que se presentan y, por si fuera poco, ningún Partido con fuerza para ello ha intentado cambiarla desde hace más de cuarenta años.
  • Más grave aún me parece el efecto perverso que los disparates en los que se ha incurrido, descalificaciones personales, maniobras dilatorias no siempre aclaradas, zancadillas entre Partidos afines, tendrán sobre los potenciales votantes de cualquiera de los que compiten por tan reducido espacio electoral. Tratan de obstaculizar a quien tienen al lado y ni siquiera saben por qué no están ambos bajo las mismas siglas.
  • Años atrás alguien habría acusado a alguien de fraccionalismo, el viejo delito político nacido hace cien años, el que se llevó por delante a Bujarin, Kamenev, Zinoviev y demás encausados en los Procesos de Moscú, la consabida acusación del comunismo ortodoxo de la España en guerra contra los trotskistas, el pecado del que no se libró ni siquiera Julen Madariaga en los años de plomo de ETA. Fraccionalismo, es decir, debilitamiento por fractura de la organización a la que perteneces, o sea, colaboración objetiva con el enemigo.
  • ¿O es, acaso, mero personalismo? No importa cuál sea el botín, votos y cargos se entiende, las peleas por el reparto de pieles de osos que aún no se han cazado han alcanzado cotas ridículas. Malo para todos porque el ruido ha llegado a la calle; ni siquiera han sido prudentes.  

Un espectáculo nada edificante

Don Pablo Iglesias, con coleta o sin coleta, se niega a dejar de ser perejil de todas las salsas. Dejó la poltrona, (muchas gracias, profesor) y dijo que también la política. Verdad lo primero, mentira lo segundo. No pasa día sin que dé alguna nota discordante. En este caso se ha tirado a la yugular de la que él apadrinó como candidata in pectore por la formación de la que había sido fundador y líder. Formación que de Unidas, lo justo, y de Podemos, ya se verá. ¿Razones? ¡Que no ha habido Primarias! y lo dice él que la ungió candidata por sí y ante sí.

Doña Teresa Rodríguez, irreductible personaje que sueña imposibles románticos, se escandaliza cuando le hablan de candidaturas unitarias y hasta pregunta, sarcástica, si no será que le están insinuado que por qué no meterse todos bajo la bandera del PSOE (del PSOE, no de Vox, ni siquiera de Ciudadanos: del PSOE). Ella se siente el tarro de las esencias, la depositaria del Grial Rojo, o sea que la única unidad posible es la que haya de darse bajo su férula. En tiempos como estos, supongo que acudir al "análisis concreto de la realidad concreta", sonará, quién sabe, a herejía de hace un siglo. Si es que sigue habiendo algún político que se dice de izquierdas sea capaz de ubicar la cita.

No digan que la culpa fue del otro

Al votante, a la masa de votantes mejor dicho, es posible que todo este gallinero les deje las cosas más claras; ya sabrán a quién no votar: a quienes, con tanto cambio de nombre a cual más abstracto, ni siquiera han podido identificar; a quien tiene que recurrir a poner su foto en las papeletas para que o la confundan con otro; a los que hasta ahora no han sabido o no han podido explicar al ciudadano qué les diferencia del que tienen al lado.

No se quejen cuando se abran las urnas, porque entonces ya será tarde, pero recuerden:

  • Italia ha visto desaparecer al Partido socialista y Francia va camino de ello. Ambos países intentan enmascarar las viejas organizaciones con nombres equívocos que tratan de enmendar los males que padecen; ellos creen que hay una conjura contra la izquierda. Eso suele ser más cómodo que detenerse a pensar qué hicieron mal.
  • La izquierda portuguesa, por el contrario, ha elegido otra vía: más trabajo y menos ruido. Le va bien, pese a los prematuros augurios de buena parte de la prensa española.
  • Mientras tanto, Partidos como el Popular, como Vox, supongo que estarán encantados con todo este pandemonio. Un par de semanas más de esa guisa y podrían ahorrarse la campaña electoral.
  • El pueblo es menos estúpido de lo que creen sus representantes. Es posible que muchos votantes no se paren a analizar la quinta derivada del punto 4 del programa electoral, pero ven lo que pasa a su alrededor y obran en consecuencia: los problemas internos se pagan en votos perdidos. Ya lo verán. Entonces ya será tarde. Allá ustedes.










sábado, 7 de mayo de 2022

 La casa de Tócame Roque

Manual de coherencia, digo de resistencia

No soy un experto en la obra de Pedro Sánchez, manifiesto político disfrazado de crónica personal con tintes autobiográficos y pinceladas programáticas, pero me temo que no sería fácil encontrar en "Manual de resistencia", la fórmula que facilite la salida del laberinto en el que se encuentra el autor. 

Apenas un par semana después de saltar la noticia de las escuchas a políticos catalanes, cuando los gritos de los afectados se habían convertido en alaridos, el Ministro Bolaños convoca por sorpresa a la prensa, y suelta la bomba: los teléfonos del Presidente del Gobierno y el de la Ministra de Defensa, han sido asaltados.

Y ahí se armó el belén.

  • Los conspicuos representantes del secesionismo, en riesgo de caer al segundo puesto en la clasificación de espiados importantes, barruntan pufo y acusan al Gobierno de mentir. Sánchez y Robles han interpuesto sendas querellas, pero eso no hace cambiar de carril a los palmeros de Puigdemont, tan cómodo él allá en Waterloo, ni a los corifeos del Presidente de la Generalidad: el hackeo de los terminales de la Moncloa es para ellos una burda cortina de humo para enmascarar el desmán que ellos han sufrido.
  • Las exigencias de descabalgar a los (o en este caso "las") responsables, arrecian: La directora del CNI y su jefa, la Ministra de Defensa, deben irse a su casa, ya sea por su propia decisión, o por la del Presidente del Gobierno. Primero fueron los independentistas catalanes, pero a renglón seguido se les unieron los mismísimos socios de Gobierno de Sánchez: Unidas Podemos, ellas y ellos, también piden cabezas cortadas sobre la mesa.
  • En un abrir y cerrar los ojos, las disensiones se convierten en epidemia. Ya no se trata de que PSOE vaya por una acera y UP por la contraria: en cuestión de días, Echenique y "las tres gracias", Ione Belarra la lideresa de UP, Irene Montero que tan callada estaba en las últimas semanas, e Isa Serra que no pierde comba, de la mano de Pere Aragonés y Clara Ponsatí, hacen coro demandando los ceses de Dª Margarita y de la Directora de "La Casa". Por el contrario, la Vicepresidenta Yolanda Díaz, candidata in pectore de UP se pone de perfil y da a entender que hay cosas más importantes (por ejemplo, asentar su proyecto de formación horizontal más basada en intereses y problemas comunes que en ideologías).
  • Por si faltara algún perejil, la Srª Robles se faja con el Ministro Bolaños a propósito de quién no ha estado a la altura de sus  responsabilidades, así que ¿podríamos hablar de Gobierno cuatripartito o es que Sánchez anda tan ocupado con lo de su teléfono que no se da por enterado de lo que ocurre a su alrededor? 
  • Sin embargo, pasa un día, sólo un día más y el viernes uno tiene la sensación de que el temporal amaina. ¡Qué razón tenía cierto jefe que tuve la suerte de conocer hace años!("Clemente, ahora mismo es urgente no hacer nada", me dijo alguna vez, lo que no deja de ser continuación del "sosegaos" de Felipe II a sus inquietos cortesanos).

Jaula de grillos

¿Y el Parlamento? ¿Y la Comisión de Secretos Oficiales? ¿Qué hace, mientras tanto, la que creíamos que era "la Oposición"? Pues… Vivir para ver:

  • Se reúne la citada Comisión con la presencia, por primera vez, de los proscritos, Bildu, Junts per Cat, ERC. Termina la sesión y… los nuevos salen diciendo que no creen ni media palabra de lo que han oído,  mientras los clásicos, que saben de qué va todo esto, se muestran sonrientes diciendo que se dan por satisfechos.
  • La sesión era secreta, pero se sabe que docena y media de teléfonos intervenidos lo han sido con autorización judicial, o sea, que la Magistratura ha visto razones para la invasión de la intimidad de algunos de los que tanto han gritado. ¿Y el resto? Se desconoce si lo fueron, no se sabe quiénes eran los espiados con y sin autorización, ni quién habría detrás, en el probable pero improbado supuesto de que haya habido espionaje hasta la cifra de la que habla The New Yorker.
  • He aquí la insólita novedad: esta semana el Presidente Sánchez ha sufrido el acoso, las quejas y las exigencias vocingleras de los que le llevaron a La Moncloa y le han salvado de la quema los votos del bloque que hasta la fecha era la oposición: Ciudadanos, PP ¡Y Vox! Por lo que a mí respecta, me parece delicioso. No sé cuánto durará, pero ha sido "un soplo de aire fresco" que diría cualquier gacetillero de los años cincuenta. Vean: ¡los okupas, los ilegítimos, el gobierno socialcomunista y de los grandes expresos europeos, sostenido por los de la Foto de Colón!

Hagamos caso a Felipe II: un poquito de sosiego y reflexión

Demos por cierto que medio centenar de teléfonos de políticos y abogados han sido intervenidos; que docena y media de ellos lo han sido por el CNI con autorización judicial; que del resto no hay datos para saber quién ha sido el que ha asaltado los dispositivos; que el Presidente del Gobierno, la Ministra de Defensa y, tal vez, algún Ministro más, también han sido objeto de escuchas de origen por el momento desconocido. ¿Y?

No hemos sido el primer país que ha pasado por tal trance, pero como inventara Manuel Fraga "España es diferente". Los demás países han capeado el temporal sin dar tres cuartos al pregonero. Nosotros hemos hecho del incidente un espectáculo. Ésa es, en este caso, la nota que nos diferencia del concierto de "los países de nuestro entorno". Nuestra clase política habita una montaña mágica cada vez más alejada de la calle.

Porque, a estas alturas, chille quien chille:

  • ¿Alguien supone que este asunto va a llevar a Ione Belarra a mantener su desafío hasta el ultimatum de o cesa la Ministra de Defensa y de la Directora del CNI o rompemos la coalición de Gobierno? No ¿verdad? ¿Entonces? 
  • ¿Quién de los lectores cree que Bildu y, sobre todo, ERC va a dar lugar a que la legislatura se torne inviable? ¿Para hacer qué, al día siguiente? 
  • Por cierto, el único camino para descabalgar a la coalición, no es la renuncia de UP a continuar en el Gobierno, sino la moción de censura. ¿La van a presentar Echenique, Rufián, Aizpurúa? ¿Ustedes qué creen?
  • Supongamos que la moción la presenta Vox. ¿La apoyarían los que ahora cacarean tanto? ¿Qué futuro le augura ERC a la Mesa de Diálogo con un Gobierno de coalición PP/Vox? ¿Se imaginan a Abascal aplaudiendo el apoyo de la CUP, de don Echenique y de los socios del fugado? 

Lo importante

Así que como "lo que puede ser, no puede ser y además es imposible" que dijo Guerra, el torero, claro, más les valdría a todos estos eximios representantes nuestros (lo son aunque pocas veces lo parezcan) que se tomaran un respiro y leyeran los diarios de cualquier fecha, prescindiendo de los titulares de la primera página.

Porque lo cierto es que, si miramos a nuestro alrededor, si vemos y oímos a nuestros conciudadanos, comprobaremos que les preocupan otras cosas. Cosas importantes, como cuándo y cómo volverá a disminuir el IPC, qué habría que hacer para que la electricidad y los combustibles volvieran a la normalidad o qué nos espera en los próximos meses en cuanto a la cifra de contagiados y fallecidos por la Covid. 

Incluso asuntos de menor fuste, como qué lástima que Nadal y Alcaraz hayan tenido que enfrentarse tan pronto y no en la final del Open de Madrid, o qué gusto volver a ver la Feria de Sevilla en todo su esplendor van por delante de la murga de las escuchas.

Lo otro, lo de los teléfonos, el teatrillo, la desmesura con la que unos y otros han afrontado todo el episodio no es sino otra muestra más de la neurosis colectiva que aqueja a nuestra clase política aunque seamos los contribuyentes quienes terminemos pagando las consecuencias.