sábado, 16 de julio de 2022

 El Debate del Estado de la Nación

7 años después

¡Siete años! Número bíblico el 7, las plagas de Egipto, los pecados capitales, las virtudes que los compensan (o "Los Siete Niños de Écija", aunque me parece que esta comparación está traída por los pelos). Siete años: ése ha sido el tiempo transcurrido desde el último Debate del Estado de la Nación.

En 1983 Felipe González lo celebró por primera vez, y lo repitió nueve veces más durante sus mandatos. José Mª Aznar lo convocó en seis ocasiones, las mismas que Rodríguez Zapatero. Don Mariano sólo celebró tres veces y Pedro Sánchez… reacio hasta ahora, acaba de retomar la tradición. 

Qué es y qué debería ser

La Constitución no habla de él, no es preceptivo, por tanto, aunque quizás, si algún día nos animamos a revisar el texto constitucional, debiéramos convertirlo en obligatorio.

Es, o debería ser, la ocasión de que el Presidente del Gobierno y los portavoces de todos los Partidos con representación parlamentaria pongan a España bajo los focos, examinen, discutan y diagnostiquen su estado y propongan y aprueben las medidas que mejor cuadren para eliminar o reducir riesgos y consolidar avances.

Eso debería ser. En la práctica, al menos por lo que se refiere al que hemos visto esta semana, es una sucesión de intervenciones en las que cada orador culpa al que tiene enfrente de todo lo malo, agranda los méritos propios, y se rasga las vestiduras porque sus propuestas, las únicas que podrían sacar al enfermo del coma, sean olvidadas por sistema.


Lo que hemos visto y oído

Todos los Partidos han ganado el debate. Eso aseguran sus portavoces, sus palmeros y los medios de comunicación que les son propicios. Y en este caso no hay forma objetiva de contradecir a nadie, porque lo que diga "El País", o "El Debate", vale tanto o tan poco como lo que cuente "El Confidencial" o "El Mundo". (Hay quien lee "OK diario", pero ese no es mi caso).

No hay un refrendo objetivo de lo que aseguran unos y otros; no hay suma de votos, no hay recuento de escaños, así que cada uno sigue siendo libre de convencerse con lo que le venga en gana.

Lo único verificable es que a los inversores que pudieran estar dudando en si comprar o vender sus eventuales participaciones en compañías energéticas o en instituciones bancarias, los anuncios del Presidente Sánchez no acaban de hacerles felices.

Una y otra vez, como en las sesiones de control al Gobierno, todos acusan a todos de mentir. Digo yo si no sería mucho pedir, que, al menos en las cifras oficiales, se atuvieran a los mismos datos para no marear al personal.

Por ejemplo: 

  • Hablamos de impuesto ¿Es alta o baja la fiscalidad en España? ¿Comparada con quién? Los datos objetivos sitúan a España con una presión fiscal del 37’5 %, en el decimosexto puesto de la UE, por debajo de la media Europea (41’3 %) y, desde luego por debajo de todas las grandes economías de la Unión. Luego, cada Partido puede pensar que hay margen para subir o para bajar, pero, por favor, partan de datos reales. Cuestión distinta es si el reparto de cargas es justo y el uso de lo recaudado el adecuado.
  • ¿Y la inflación? Es alta, muy alta y muy preocupante, desde luego, aunque en mayo los últimos datos del Eurostar dejan a España en el decimonoveno puesto entre los veintisiete, por debajo de la media. En el debate, el orador es muy dueño de atribuir al Gobierno el mérito de estar menos mal que Estonia (20’1) o echarle en cara el estar tan lejos de Malta (5’8). Y, si quieren, argumenten qué parte de la responsabilidad es importada y cuán debe cargarse en el debe de nuestros gobernantes.

Un repaso a algunos de los oradores

 Pedro Sánchez

  • Convocó el debate urgido por los sucesivos desastres en Castilla y León y Andalucía, por la deriva de las encuestas, por las crecientes discrepancias con su socio y, por qué no, por la peligrosa evolución de la economía nacional. Era también la ocasión de afrontar el debate con la muda presencia de Núñez Feijóo que tuvo que dejar en subalternas manos la tarea de replicar al Presidente
  • Lo vi bastante suelto, más ágil en las réplicas (en parte por demérito de sus interlocutores), que en la exposición principal, y más efectista que efectivo. ¿Las medidas anunciadas? Ya hablaremos de qué decidieron nuestros parlamentarios.
  • Si lo que pretendía era recuperar la iniciativa política, lo ha logrado, al menos en parte; si trataba de soldar fisuras internas de su Gobierno, puede darse por satisfecho, porque salvo en el punto del gasto en defensa, su giro evidente a la izquierda, ha callado a Unidas Podemos, aunque dudo de que sea por mucho tiempo: la lógica electoral volverá a pesar en pocas semanas, ya lo verán.
  • Dejó en el limbo qué hay detrás del giro en la política internacional norteafricana, por qué ahora dependemos en todo más que hace un año de USA, qué problemas esconde la inflación subyacente o qué planes de contingencia no esperan en otoño/invierno si el panorama no mejora.

Cuca Gamarra

  • Empezó mal, se enmendó en parte y, en mi opinión, no ganó ni un solo mano a mano con Sánchez. Dio la impresión de que pesó más su carácter, el de siempre, el de la era Casado, el anterior a Casado, el más rancio, que su condición de número 2 de un nuevo aspirante a la Moncloa que presume de moderado. 
  • La jugada del minuto de silencio le salió entre regular y mal. Se ganó la regañina de la Presidenta de la Cámara y falló en sus pronósticos: los diputados de Bildu también se levantaron, con lo que desactivaron lo que podría haber sido su entrada triunfal en el debate.
  • Dedicar tanto tiempo a ETA y sus herederos como a la situación económica, abona la teoría de que el PP sigue aficionado sacar a pasear las víctimas del terrorismo. Lo cierto es que la banda no es más que el peor de los recuerdos de los últimos tiempos.
  • Tal como yo lo vi, creo que perjudicó la imagen de moderación y diálogo que en algún momento ha tratado de transmitir Alberto Núñez Feijóo. En su haber, apunto saber esquivar la tentación de hacer causa común con Vox.

Santiago Abascal

  • En su línea habitual. Tiró de su catecismo y fue repartiendo pildorazos sobre temas que poco o nada tenían que ver con lo que exponían los demás. Su ventaja, y su inconveniente, es que nunca se sale del raíl que todos conocen.
  • Por cierto, ¿El ex guardia civil y el ex militar profesional integrantes ambos de la Manada  por antonomasia, la que hace seis años, en días como estos estaba en boca de todos por su hazaña en los Sanfermines, eran también extranjeros "que no deberían haber entrado en España"? 
  • ¿Así es que la mayoría de las violaciones grupales podrían haberse evitado con otra política migratoria? ¿Mi memoria falla más que una escopeta de feria o una vez más, acusó sin dar un sólo dato? Verá, Don Santiago, eso de que "una mentira repetida el suficiente número de veces, se convierte en verdad", sólo es cierto cuando el oyente lo consiente. No se fíe. Y, sobre todo, no mienta.

En cuanto al resto…

  • Rufián, histriónico como de costumbre, erró el tiro con las balas (perdón por el mal juego de palabras). Se ve que el Debate lo pilló en otras.
  • El portavoz de UP imposibilitado de oponerse al giro a la izquierda, deseoso de apuntarse el mérito e incapaz de asumir que no todo van a ser mieles (erre que erre con el gasto en defensa), salió del hemiciclo como había entrado: sin hacer un amigo más.
  • Dª Inés. Me da una cierta pena, qué quieren. Debe ser lacerante recordar que un día no lejano ganó las elecciones catalanas, que los celos o la ceguera de su jefe la enclaustraron en Madrid y que ahora, ha pasado de poder decidir quién podría ser el siguiente Presidente de Gobierno, a no descartar tener que buscar trabajo. No es crueldad, pero la verdad es que ya no importa lo que diga, sobre todo si se limita a repetir mantras que ya hemos oído más de nueve veces.
  • Hablaron más, muchos más, todos los que faltan en esta lista, pero quizás en otra ocasión me ocupe de ellos.
  • Y algo que me sorprendió: Don Alberto Núñez Feijóo no podía hablar en el hemiciclo, pero podría haberlo en los pasillos. No lo hizo. No hay nada tan arriesgado como interpretar el silencio, así que no pienso perderme en conjeturas. Es evidente que no habló porque no quiso hacerlo.

Los despropósitos

No voy a dar nombres: les dejo que si tienen curiosidad, acudan a las hemerotecas digitales y le pongan nombre a los disparates

  • Con una inflación confirmada del 10’2, con la guerra de Ucrania sin síntomas de agotamiento, con el otoño amagando conflictos sociales ¿Cómo es posible que se le dedique más tiempo a debatir de terroristas y de memorias históricas que de cómo salimos de ésta?
  • Hablando de Memoria Histórica, (ahora Memoria Democrática): El estrambote de tratar de meter en el mismo texto el franquismo y los desmanes de algunos servidores del Estado en la lucha contra ETA olvida que Amedo y Domínguez fueron juzgados y condenados a más de cien años de cárcel, que Rodríguez Galindo, el amo de los calabozos de Inchaurrondo, fallecido el año pasado por la Covid, también fue juzgado y condenado a 71 años y que hasta Vera y Barrionuevo pasaron por la cárcel. 
  • O sea, que, a mí me parece que el precio pagado para conseguir los votos de Bildu es excesivo, entre otras cosas, porque si no se hubiera aprobado la nueva Ley, quizás hubiera bastado con aplicar la anterior. Al fin y al cabo no es el PSOE sino su socio quien apadrina el revisionismo histórico aplicado a la nunca bien ponderada "Transición".
  • Si Pedro Sánchez es el culpable de la inflación (yo lo oí) ¿A quién habrá de culpar de la que sufren el resto de los países del mundo mundial, de Estonia a los Estados Unidos de Norteamérica? ¿O habrá una banda de Presidentes Inflacionarios y no nos hemos enterado?

Fin de fiesta: lo que han votado nuestros representantes

Más allá de dimes y diretes, por encima de las opiniones que puedan escucharse o leerse sobre lo que pasó el martes y el miércoles, el jueves llegó la hora de verdad: el momento, los momentos, en los que se sometieron a votación textos que habían sido la materia prima con la que trabajaron y se agredieron nuestros parlamentarios.

Y esto fue lo más relevante:

  • Ley de Memoria Democrática. Un texto que personalmente está muy lejos de entusiasmarme, no tanto por lo que dice sino por lo que supone de alejamiento de posiciones entre españoles, recibió 173 votos favorables, 159 en contra (PP, Vox, Ciudadanos ¡y Junts! ) y 14 abstenciones, entre ellas las de ERC. El tiempo dirá hasta dónde llega su utilidad.
  • El Gobierno ha visto también avalado el paquete de medidas anticrisis, y lo ha conseguido por un margen superior al obtenido con el plan anterior: esta vez, ERC y, lo que es mucho más relevante, el Partido Popular, se han limitado a abstenerse. Hay que destacar, como es obvio, el cambio de posición del PP, más en línea con lo que se le presupone a Alberto Núñez Feijóo que con el parlamento enrabietado que escuchamos a la Srª Gamarra.
  • Por último, también el Parlamento ha dado su visto bueno a la reforma exprés de la Ley del Poder Judicial que pretende asegurar la renovación en tiempo y forma del Tribunal Constitucional ¿Tomarán ejemplos quienes están detrás del bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial o tendremos que esperar a que la Unión Europea tome cartas en el asunto y nos trate como émulos de Orbán?


Para terminar, estoy convencido de que por imperfecto que haya sido el último, es preferible que sea preceptivo un Debate del Estado de la Nación cada año, que no dejar que sea el Presidente del Gobierno quien decide sobre el particular según su capricho o su conveniencia.




 


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