sábado, 9 de julio de 2022

 El Presidente en su laberinto

Un asunto casero

Ustedes me perdonarán la paráfrasis. Utilizo la referencia a la novela de Gabriel García Márquez, "El General en su laberinto", más por la literalidad del título que por el contenido del relato, porque de lo que quiero hablar es de las contradicciones internas tan presentes ahora más que nunca en la política española; algo que tiene poco que ver con la línea argumental de la obra del Nobel colombiano.

Doy por descontado que en cualquier Gobierno de coalición, no importa dónde ni cuándo, es inevitable asumir periódicos desajustes. Países como Italia, como Bélgica, como Alemania, saben mucho de este difícil convivir entre formaciones distintas cohabitando en un Gobierno. 

Estas contradicciones se hacen más patentes cuando se van acercando las fechas previstas para las citas electorales porque cada uno de los socios del Gobierno se ven impelidos a mostrar al elector sus diferencias programáticas e ideológicas y tratar de convencerlo de que todo lo bueno conseguido por la coalición hay que cargarlo en su haber mientras que los desastres que hayan ocurrido son siempre culpa del socio.

Las mimbres del cesto

El actual Gobierno de España parece nacido para sufrir. Ha ido encadenando desgracias y malaventuras desde el primer suspiro: primero la pandemia, maldición que ningún país supo lidiar porque nadie sabía cómo hacerlo, y, cuando parecía amainar el temporal, luego la crisis energética, más tarde la guerra de Ucrania y ahora la inflación sin control, ponen muy fácil la crítica de sus oponentes.

Dicho esto, tampoco el Gobierno ha sido ajeno a sus propias desgracias. Las torpezas, unas fruto de análisis incorrectos, otras consecuencia de soluciones improvisadas y algunas más debidas a sus ya citadas contradicciones internas, han sido demasiado frecuentes. 

Sólo con estas clave pueden entenderse algunas evidencias:

  • Los resultados de las elecciones andaluzas han sido un varapalo inmisericorde al Gobierno en su conjunto y a cada uno de sus socios en particular: el socialismo ha caído a su más bajo nivel de aceptación en Andalucía y la locura fraccionalista de la izquierda de la izquierda han llevado, como era de esperar a una estéril dispersión de un voto ya de por sí escasamente motivado. Seguimos esperando una autocrítica que arroje algún rayo de esperanza para el futuro inmediato, las municipales, y allá en lontananza, las generales.
  • En consecuencia, las más fiables de las encuestas que de tanto en tanto aparecen en los medios de comunicación, por lejana que esté la gran cita electoral, apuntan una tendencia que empieza a ser constante: el voto conservador está instalándose en la mayoría absoluta.
  • La llamada "mayoría de la investidura" hace aguas por todas partes. El secesionismo catalán, depauperado, ensimismado y autodestructivo, ha dejado de ser un socio fiable; el mundillo abertzale es pura paradoja: cuanto más apoye al Gobierno, más hace crecer la simpatía por las formaciones de derechas; hasta el voto canario, por ciertos acuerdos suscritos entre ellos, ha cambiado de bando.
  • El Consejo de Ministros empieza a parecer "El Camarote de los Hermanos Marx". No hay semana en la que no aparezcan discrepancias notables, no ya entre los dos socios sino, incluso en el seno de cada una de las dos formaciones. No siempre Economía y Hacienda dicen lo mismo, "Las tres Gracias", Díaz, Montero y Belarra, cantan a tres voces pero lo hacen con canciones distintas. Ni siquiera se ponen de acuerdo en si el incremento del presupuesto de defensa es o no asumible.
  • Para cerrar este capítulo, y por si algo faltara a la izquierda de la izquierda, mientras Unidas Podemos trata de convencernos de que todo lo bueno que pueda reconocerse al Gobierno es sólo y exclusivamente fruto de su constante presión sobre la fracción socialista, Yolanda Díaz ha puesto en marcha su proyecto. ¡Suerte, señora! Pero ¿cree usted que podrá alcanzar el poder sin el apoyo de una organización bien engrasada? ¿Supone que su antiguo partido, el PCE, y ese conglomerado que atiende por Unidas Podemos se avendrá a su desaparición para renacer en ese movimiento que trata de apoyarse en las masas y que tiene por guía, los intereses más que las ideologías? 

Una derecha a la espera de su oportunidad

Soplan vientos de relevo. Nada que oponer, al menos en el terreno de los principios: la alternancia forma parte del núcleo duro de la democracia, así que por mucho que pueda disgustar a los votantes que lo sigan siendo de la izquierda, es más que posible que estemos a punto de vivir un cambio de ciclo.

No obstante, tampoco están tranquilas, o no lo suficientemente tranquilas, las aguas en el estanque conservador.

  • La irrelevancia de Ciudadanos, tan próxima a la desaparición, es una muy mala noticia. Es cierto que los errores garrafales de su fundador han sido la causa de sus estrepitosos fracasos, pero, como le he oído a Begoña Villacís (cita no literal), la pujanza de una formación de centro liberal, haría menos de derechas al PP y menos de izquierdas al PSOE. Muchos pensamos que eso sería bueno para el país, pero dudamos de si ese tren volverá a pasar en las próximas citas electorales.
  • Si, como parecen señalar las encuestas, Vox ha tocado techo e, incluso, apunta a una discreta pérdida de influencia, no sería descabellado suponer que ello podría llevar a sus líderes a radicalizar su discurso. En ese escenario, si los votos de Vox fueran imprescindibles para formar Gobierno, el precio a pagar por el PP sería muy alto para sus pretensiones de moderación.
  • Si es que la moderación, además de una presunta característica de Alberto Núñez Feijóo, va más allá de lo puramente formal. En definitiva: en este estrecho paso, esa travesía entre Escila y Caribdis ¿qué polo de atracción tiene más fuerza, el de Isabel Díaz Ayuso o el de Juanma Moreno? ¿Populismo o moderación? ¿Qué piensa el candidato - dijo que él es de Ayuso en Madrid y de Juanma en Andalucía- y qué le dicen sus asesores?

Y mientras tanto, los problemas que nos preocupan a todos

  • La energía sigue por las nubes, el coste de la vida continúa creciendo sin que el mal de muchos sirva de consuelo alguno, los agentes sociales están lejos de llegar a algún acuerdo tranquilizador en ese pretendido pacto de rentas. Asalariados en general, funcionarios, pensionistas, están en el ojo del huracán.
  • Y la maldita guerra sigue percutiendo sobre todos estos problemas. ¿Alguien se atreve a día de hoy a barruntar cuáles son los verdaderos objetivos de Putin? No hablo de sus deseos, de sus intenciones siquiera, sino de los verdaderos objetivos probablemente ya planificados desde hace meses o años ¿Hacerse con las zonas rusófilas de Ucrania? ¿Anexionarse el país entero? ¿Continuar con Moldavia?

Pero no habrá en España elecciones anticipadas

Eso es algo que o procede de una moción de censura ganadora o se debe a una decisión del Presidente del Gobierno.

Los adelantos electorales convocados desde el Gobierno sólo tienen sentido cuando el que lo hace, acierte o se equivoque, está convencido de que mejorará sus resultados, lo que no parece ser el caso. Tampoco se me ocurre pensar en una salida al modo británico (Ministros descontentos con el Presidente, dimiten y fuerzan una crisis ministerial) ¿Unidas Podemos se va a bajar en marcha de sus asientos ministeriales? Pues no, mire usted: una cosa es tachar al PSOE de lo que se les ocurra cada mañana, y otra diferente provocar una crisis que obligara a medirse en las urnas con unos contrincantes al alza.

O sea, que siendo cierto que no hay mal que cien años dure, cuenten con que lo más probable es que Pedro Sánchez no tenga excesivos problemas para agotar la legislatura. 

Por otra parte, créanme: un Gobierno presidido por Núñez Feijóo tampoco sería capaz de hacer bajar el precio internacional del gas, ni acabaría con la guerra de Putin. Ni siquiera podría impedir las granizadas que están martirizando nuestros campos.



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