lunes, 21 de noviembre de 2022

Españolas que dejaron huella (II)

Segunda entrega

Amparándome en la decisión tomada la semana pasada, dejaré también pasar ésta sin entrar en los episodios ocurridos en estos días. Seguiré hablando de mujeres, aunque e haya retrasado dos días sobre las fechas habituales. 

Podría haber escrito sobre la reducción de la sedición a desórdenes agravados (¡y tanto!), o del desbarajuste sanitario en la Comunidad de Madrid, o sobre quién disparó los misiles que mataron a dos polacos en su tierra, o de los muertos que han costado los estadios del Mundial de Qatar. Al margen del interés que susciten mis escritos, sé que jamás convenceré a nadie de que cambie el sentido de su voto, así que ni mi crítica a Sánchez le darían un solo sufragio a Dª Isabel, ni mis diatribas contra la Presidenta madrileña mejorarían las expectativas electorales de D. Pedro. Váyase lo uno por lo otro. 


Las pioneras

No hemos vuelto a tener reinas, pero sí mujeres notables. Heroínas, pioneras en campos que les estaban vedados, epígonas de quienes siglos antes osaron sentarse a escribir sin ser hombres, y… políticas que lo fueron por convencimiento, tesón, carácter e inteligencia.

Cunas burguesas o pañales menestrales, ideologías dispares, vidas muy distintas, todas las de mis protagonistas tienen en común su contribución a la mejora de su país y de la condición de la mujer en la sociedad, cada una desde su trinchera particular.

No es una lista exhaustiva ni una selección sistemática y mucho menos una clasificación, pero he querido hablar de…

Mariana Pineda.

(1804-1831) Nació en Granada de madre soltera, fue pasando de tutor malo a  tutor peor  hasta su boda a los 15 años con un ex-militar sin oficio ni beneficio, del que enviudó a los 18 años. Fue entonces cuando empezó a relacionarse con círculos liberales.

En marzo de 1831, en medio de un clima de rumores constantes sobre inminentes golpes liberales, la policía de Calomarde entró en su domicilio y "al encontrarse dentro de la casa que habitaba una bandera, señal indubitada del alzamiento que se forjaba fue aprehendida... teniéndosela legalmente... por autora del horroroso delito", relata el fiscal. 

Tras un intento de fuga de su domicilio donde cumplía arresto, fue recluida en la cárcel de mujeres de mala vida del convento de las Arrecogidas. Sea por su negativa  a delatar a sus correligionarios o por el despecho de su acusador desairado por Mariana, fue condenada a muerte y ejecutada el 26 de mayo de 1831. Tenía veintiséis años de edad.

Mantuvo su dignidad hasta la ejecución negándose a que le quitasen las ligas para no "ir al patíbulo con las medias caídas". 

Ensalzada u olvidada según soplaran los vientos, Martín Recuerda y antes Federico García Lorca escribieron sendos dramas sobre su tragedia. A mí, pese a todo, me impresiona más su vida que su muerte.

Concepción Arenal

(1820 - 1893) Una gallega jurista, pensadora, periodista, poeta y dramaturga, y pionera del feminismo español, hija de un militar liberal represaliado por Fernando VII. 

La primera penalista moderna de nuestra historia perteneció a la Sociedad de San Vicente Paúl y colaboró al mismo tiempo con la Institución Libre de Enseñanza.

Tuvo que disfrazarse de hombre para estudiar Derecho en Madrid. Se cortó el pelo y vistió levita, capa y sombrero de copa. Descubierta, intervino el rector y tras un examen satisfactorio fue autorizada a asistir a las clases.

Ya graduada en Leyes, denunció la situación de las cárceles de hombres y mujeres, la miseria en las casas de salud y la condición de la mujer en el siglo XIX, en línea con las sufragistas de la época, y las precursoras del feminismo

Su primera obra sobre los derechos de la mujer, La mujer del porvenir, es una crítica a las teorías que defendían la inferioridad de las mujeres basada en razones biológicas.

Fue, al mismo tiempo, una pensadora esencial del catolicismo social. Una mujer que para la Iglesia y la mayoría de los católicos  de la época fue una heterodoxa. 

Concepción Aleixandre

Esta valenciana (1862 - 1952) fue maestra, ginecóloga, inventora, activista, feminista  y científica.

A finales del XIX en la Facultad de Medicina de Valencia estudiaban sólo tres mujeres: dos se graduaron y la tercera abandonó. Una de las que terminaron fue Concepción Aleixandre. Al menos, ella no tuvo que disfrazarse de alabardero para ir a clase.

La primera ginecóloga española, fue una divulgadora de los sistemas de higiene femenina y, como investigadora, patentó varios instrumentos para corregir el descenso de la matriz.

Al margen de su dedicación a la medicina, se incorporó activamente a las incipientes organizaciones defensoras de la igualdad femenina.

No consta que militara en ningún Partido, lo que acaso explique la escasa proyección popular que ha padecido. No obstante, el listado de organizaciones profesionales orientadas a la protección de la mujer y de la profesión médica con las que trabajó, es suficientemente abundante como para no encasillarla en una investigadora encerrada en su laboratorio o en su consulta. 

Fue mucho más aunque hayamos tardado en reconocerlo.

Emilia Pardo Bazán

La condesa de Pardo Bazán (La Coruña 1851-1921) escribió novela, ensayo, poesía y teatro. Fue catedrática, periodista, crítica literaria y conferenciante, fue otra de las precursoras del feminismo. Reivindicó la instrucción de las mujeres y dedicó una parte importante de su actuación pública a defenderlo. Fue la primera mujer admitida como socia en el Ateneo de Madrid

Casada a los dieciséis años, el matrimonio se trasladó a Madrid cuando el padre, José Pardo, fue elegido diputado a Cortes. 

Partidaria del carlismo en su primera juventud, Dª Emilia llegó, incluso, a traficar con armas en pro del pretendiente, Don Carlos, aunque años después abandonaría su causa.

 Publica La cuestión palpitante que la acredita como la principal impulsora del naturalismo en España. La obra, prologada por Clarín, causó un gran escándalo en el ambiente claustrofóbico de los cenáculos madrileños porque fue considerada una indecencia impropia de una mujer casada y respetable en favor de la literatura francesa, atea y pornográfica. Una campaña a la que se sumó el oráculo de la reacción: Don Marcelino Menéndez y Pelayo.

Emilia Pardo Bazán da voz por primera vez en la novela española al proletariado, antes  de evolucionar hacia el simbolismo (Una cristiana, La prueba, La piedra angular, La sirena negra o Dulce sueño).

Se relacionó con políticos e intelectuales de la talla de Giner de Los Ríos, Pérez de Ayala, Miguel de Unamuno o Ramón de Campoamor, a  cuyas tertulias acudía con regularidad.

Separada amistosamente de su marido, sus relaciones sentimentales con Lázaro Galdeano, Narcís Oller o Pérez Galdós han dado más que hablar que su activismo feminista o el hecho de haber sido la primera catedrática de literatura española en Madrid. 

Carmen de Burgos

(Almería 1867 - Madrid 1932) Periodista, escritora, traductora y activista de los derechos de la mujer. 

Perteneció a la Generación del 98 y se la considera la primera periodista profesional en lengua castellana por su labor en el madrileño Diario Universa. También fue la primera corresponsal de guerra.

Se casó con dieciséis años con un bohemio pintor y periodista, doce años mayor que ella. Toda una desilusión para Carmen, que sufrió infidelidades y maltrato, hasta que en 1901, abandona a su marido para comenzar una nueva vida en Madrid, llevándose consigo a su única hija superviviente.

Escribió primero en El Globo (La mujer y el sufragio o La inspección de las fábricas obreras) y en 1903 Diario Universal le contrató una columna diaria, Lecturas para la mujer, desde donde hizo campaña para que se legalizara el divorcio, algo que le valió la admiración de Giner de los Ríos y de Blasco Ibáñez, aunque, para compensar, recibió ataques numerosos de la Iglesia y de los sectores conservadores.

A finales de 1906 retomó su labor periodística con una campaña en el Heraldo de Madrid a favor del sufragio femenino 

Contertulia de Pérez Galdós, Blasco Ibáñez, Julio Romero de Torres o Sorolla entre otros, mantuvo una larga relación profesional y sentimental con Ramón Gómez de la Serna. No se casaron, pero compartieron vida y pasión por la literatura durante veinte años. 

Tras la Guerra Civil su nombre fue incluido en la lista de autores prohibidos, y sus libros desaparecieron de las bibliotecas y las librerías

Concha Espina

(1869-1955) Una santanderina autora de novelas, relatos cortos, poemas y obras teatrales. Tres de de sus novelas - La niña de Luzmela, La esfinge maragata y Altar mayor - se  han visto en las pantallas.

Vivió rodeada de un ambiente cultural exquisito: casada con Ramón de la Serna, prima política de María Blanchard, madre de Víctor de la Serna y de Carmen de la Maza, suegra de Regino Sáez de la Maza, mantenía una tertulia de la que eran asiduos, entre otros, el crítico Rafael Cansinos Asséns.  

Su éxito como escritora afectó negativamente a su matrimonio, por los celos profesionales que despertó en su marido del que acabó separándose.

La extensión y calidad de su producción literaria la hicieron candidata tres ediciones seguidas al Nobel de Literatura (1926, 1927 y 1928). El primer año, incluso, se quedó a un solo voto de llevarse el galardón. 

Concha Espina entra en esta relación por derecho propio: La esfinge Maragata, es la mejor novela naturalista en castellano, comparable a cualquiera de las grandes creaciones del momento en Europa o en América. El preciso y estremecedor relato de las miserables condiciones de vida en la Maragatería en el primer tercio del siglo XX, es un ejemplo de cómo escribir sobre gentes que viven tan cerca de otras realidades bien distintas. La novela, como todas las grandes, ha soportado impertérrita el paso del tiempo.

Al menos en su caso, no puede decirse que Concha Espina fuera ignorada por sus coetáneos: un pueblo cambió de nombre en honor a una de sus criaturas, "Luzmela" y hay o ha habido calles, estaciones de metro y hasta un avión de Iberia con su nombre

María Zambrano

La malagueña María Zambrano (1904 - 1991) fue una intelectual  cuya obra no fue reconocida en España hasta el último cuarto del siglo XX. No obstante, ya anciana, recibió los dos máximos galardones literarios concedidos en España: el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el Premio Cervantes en 1988. 

Afincada en Madrid, fue alumna de  García Morente, Julián Besteiro, Manuel Bartolomé Cossío y Xavier Zubiri.

Se relacionó con Ortega y Gasset participando en la Revista de Occidente. Tras una poco meditada aventura política que acabó en la disolución del equívoco Partido al que se unió, abandonó la política activa.

En 1936, contrajo matrimonio con Alfonso Rodríguez Aldave, secretario de nuestra Embajada en Chile país al que viajaron en el mes de octubre con escala en La Habana donde conoció al que llegaría a ser quizá su mejor amigo, José Lezama Lima.

A punto de terminar la guerra civil, en enero del 39, cruza la frontera francesa. Da comienzo, el largo peregrinaje de su interminable exilio: Nueva York, La Habana, México, París… Otro año más yendo y viniendo de La Habana a México, para recalar en Roma en 1949 y de nuevo París, donde conoce y trata a Albert Camus; y otra vez Roma donde permanece durante varios años, hasta que es expulsada a Francia.

Su matrimonio se ha roto, la relación con Rodríguez Aldave es pésima y su vida errante continúa hasta noviembre del 1984, cuando ya anciana y en pésimo estado de salud, vuelve por fin a España y comienza a ver reconocida su obra tras medio siglo de exilio.

En 2011 se publican sus obras completas: ocho densos volúmenes de pensamiento filosófico, crítica social y política y artículos. Vieron la luz diez años después de su muerte.

María Zambrano ha sido un ejemplo de fidelidad a unas ideas a costa de su salud, su tranquilidad, su estabilidad y su seguridad.


Las sin sombrero

  • Un sobrenombre significativo para un grupo especial. En el Madrid de los años 20, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y Maruja Mallo paseando un día por la Puerta del Sol se despojaron del sombrero. Esta transgresión pretendía transmitir la idea de que taparse la cabeza impide liberar las ideas. Según Dalí, "nos apedrearon tirándonos de todo".
  • La nómina no exhaustiva de las "sin sombreros", además de las ya citadas, incluye a las mujeres que más peso tuvieron en la vanguardia artística del primer tercio del siglo XX: Rosario de Velasco, Marga Gil Roësset, María Zambrano, María Teresa León, Josefina de la Torre, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, Margarita Manso, Delhy Tejero, Concha de Albornoz o Luisa Carnés. Pintoras, poetas, escritoras, feministas todas, algunas de las cuales llegaron hasta las postrimerías del siglo XX.
  • El movimiento, hay que enmarcarlo en el contexto enrarecido de la Dictadura del General Primo de Rivera, en una España a espaldas del mundo (o en un mundo de espaldas a España). Trataba de ser un símbolo de rebeldía, del deseo de superar el estricto papel de esposas y madres para acceder a territorios reservados al varón.

Para terminar el capítulo II

Soy consciente que, como en el post anterior, no están todas las que son, aunque sí creo que son todas las que están.

Son mi elección, respondo de ella y no trato de imponerla a nadie. Sé que cabrían otras mujeres. Otras, pero ésta es mi lista.

Hasta pronto.






















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