sábado, 11 de febrero de 2023

 Plan de Calidad Institucional (III)

IV. Fortalecimiento del papel del Senado

Cada cierto tiempo se escuchan voces que proponen la supresión del Senado. Voces que suelen hablar del coste de una institución cuyas funciones no están del todo claras ni, acaso, justificadas y cuyo tamaño, comparado, por ejemplo con el de los Estados Unidos de Norteamérica o con el de la Alemania Federal, es desmesurado.

El debate como tal nunca se ha llevado a cabo donde importa, en las dos cámaras legislativas, sino que se ha refugiado en las redes sociales, aunque creer en la espontaneidad de lo que se lee en ellas es de una ingenuidad enternecedora.

En todo caso, con el líder de la oposición sentado en el Senado, único espacio donde, por el momento, puede confrontar sus habilidades dialécticas con las del Sr. Sánchez, habría sido sorprendente que en el documento que comentamos se hubiera manifestado a favor de la supresión de su propia silla curul. 

No ha sido así: el  Capítulo IV, apartados 18 a 21 del documento que vengo comentando desde hace un par de semanas, propone medidas que están llamadas a convertir el Senado en lo que es en otros países donde su papel es muy otro que en el pariente español, pariente pobre en este caso.

Pese a todo, no veo necesario reproducir la literalidad de la totalidad de las propuestas, al menos no en todos los casos.

  • El punto 18 propone que el Senado sea el foro idóneo para debatir las propuestas sobre competencias entre niveles (órganos, los llama) centrales y autonómicos. El Art. 69.1 de la Constitución, ya dice que  "El Senado es la Cámara de representación territorial", lo que, en cualquier caso, sitúa la propuesta dentro de la más absoluta normalidad.  No obstante habría sido deseable una mayor concreción. ¿A qué órganos centrales y autonómicos se refiere?¿Reclama una competencia exclusiva y excluyente frente al Parlamento, o seguirá reducido a otro supuesto más de segundas lecturas?
  • Habla en el 19 de que "determinadas decisiones y políticas de carácter claramente territorial tengan un procedimiento específico de deliberación y aprobación" y cita, como prioritarias las relativas a la financiación autonómica y local. Una vez más el texto, además de farragoso es inconcreto (¿"determinadas decisiones"? ¿"determinadas políticas? ¿Un órgano legislativo, el Senado, va a aprobar políticas, o sea cuestiones que podrían ser privativas del Poder Ejecutivo que el señor Feijóo aspira a presidir?) Seguramente quiere decir otra cosa, pero no sabemos cuál es.
  • El punto 20, por el contrario, aunque siga siendo un tanto programático (no es una medida sino una orientación) apunta, creo yo a algo bastante más sustancioso: la conveniencia de reforzar la capacidad de control del Senado, cámara territorial no se olvide, sobre la distribución de fondos públicos relacionados con las administraciones territoriales y la elaboración de una Ley que incluyera indicadores de gestión para medir eficacia y eficiencia en la utilización de los fondos locales y autonómicos. La propuesta precisa desarrollo pero no es mal punto de partida. Mi duda estriba en si su origen no está tan vinculado al pasado reciente de don Alberto, cuando era el Presidente gallego, que cuando llegue a la Moncloa se incline por mantener el statu quo actual.
  • En cuanto al punto 21, se habla de "fortalecer" el papel exclusivo del Senado como escenario de los debates entre Gobierno de España, Gobiernos autonómicos y grupos parlamentarios, anunciando, como corolario, la propuesta concreta de que puedan presentarse y votarse resoluciones tras los debates de la hoy achacosa Comisión General de Comunidades Autónomas. Personalmente me gusta la propuesta aunque la veo un tanto verde. Qué pensarán al respecto, por ejemplo, los Presidentes de País Vasco y Cataluña. Incluir esta medida para los cien primeros días es un brindis al sol. Hay tanta tela por cortar que si lograra hacerla buena raspando las elecciones generales siguientes, podría darse por contento. Repito, no obstante, que me parece algo sobre lo que se podría y se debería trabajar.

En resumen, este capítulo en su conjunto abre vías interesantes, pendientes de concreción, aunque deja intacto el debate del que hablaba antes: ¿es imprescindible el Senado?. En todo caso, quizás la vaguedad de las propuestas se deba a que el Sr. Feijóo supongo que sabe que de éstas no debe esperar una riada de votos. A la mayoría de los votantes los deja fríos.


VI. Medidas para un buen Gobierno

Examinado ya en un post anterior el capítulo V, sobre la gobernabilidad de los Ayuntamientos y la propuesta de encomendar su gobierno a la lista mas votada, los puntos 23 al 31 abordan cuestiones de mucho menor fuste pero, paradójicamente, susceptibles de despertar mayor interés no entre los lectores del documento -sigo escéptico al respecto- sino entre quienes escuchen en un futuro próximo la glosa que hagan de ellos voceros y candidatos

  • Hablar, punto 23, de afinar la normativa para que no vayan perdiéndose por ahí documentos públicos sensibles, es anunciar que el asunto "Pegasus" saldrá a relucir en campaña. Era de esperar, pero está bien: los papeles hay que guardarlos con mucho cuidado. Algo parecido al anuncio de que hay que mejorar el rigor de las memorias económicas que acompañen a los proyectos de Ley; cosa que, como recordarán, ya salió a relucir en medidas anteriores, aunque ni entonces ni ahora se den mayores pistas sobre textos concretos.
  • Algunas de las medidas, perdónenme si peco de malpensado, parecen ser el reflejo de un cierto complejo de inferioridad a la hora de compararse con el actual ocupante de La Moncloa. Me refiero a la patenta facilidad de movimientos en escenarios internacionales de Pedro Sánchez. Por ejemplo, cuando en las medida 27 y 30 se habla de evitar que las visitas de Estado coincidan con actos partidistas que podrían haber sido cargados a las cuentas públicas, o cuando, medida 29 se insiste en reglamentar cuántos y quiénes deben acompañar al Presidente cuando viaja fuera de España. Es obvio que caben otras interpretaciones, pero a mí me suena que el Sr. Feijóo no se ve dando abrazos a M. Macron, a Herr Scholz, o departiendo amablemente con éste o aquél, mandatario hispano. O sea, que lo veo menos viajero; lo que pasa es que, cuando así ocurra, si es él quien va a decidir sobre actos e invitados, tampoco creo que el viaje precise de tanta alforja: con invitar a menos gente o no convocar a emigrantes en Buenos Aires, estaría al cabo de la calle.
La medida 25 creo que merece un comentario más pormenorizado: 25. Se establecerá un régimen de información institucionalizado y frecuente entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición - o las personas en los que ambos acuerden delegar-. En todo caso, le informará cuando corresponda y como mínimo una vez durante cada periodo de sesiones sobre los siguientes asuntos:
  • Tras la celebración de cumbres internacionales. 
  • Sobre decisiones sustanciales en Política Exterior y Defensa. 
  • Al menos una vez durante cada periodo de sesiones sobre el Pacto Antiterrorista. 
  • Al menos una vez durante cada periodo de sesiones sobre el Pacto de Estado contra la Violencia de Género. 

Así debería ser. Si la alternancia es uno de los pilares de la democracia, el líder de la oposición tiene que tener un papel fundamental en el juego político. A quien no lo haya hecho, le sugiero la lectura de las Memorias de Winston Churchill y lo que cuenta de su relación con el Premier británico, cuando él mismo era el Jefe de la Oposición al Gobierno de Su Majestad. No me resisto a la tentación de recomendarle al señor Feijóo que no deje para mañana el comportarse ahora que está en la oposición con la lealtad que pide para los demás.

Por el contrario, lean lo que propone el punto 26: Se establecerán por Ley las pautas para la configuración de gobiernos, a efectos de que respondan a un número razonable y proporcionado de ministerios y altos cargos, así como de criterios de moderación para el nombramiento de asesores y miembros de los Gabinetes del Gobierno. 

¿De verdad que está dispuesto a legislar sobre el número de Ministros que deben de tener los futuros Gobiernos? ¿Antes de saber en qué momento, en qué coyuntura se forma cada Gobierno? ¿Meses antes de saber si tendrá que compartir el poder con Vox y cederle un número incierto de poltronas? ¿Está seguro de que su propio Partido va a renunciar a la sinecura de colocar paniaguados en funciones de supuestas asesorías? ¿Podríamos esperar alguna acción ejemplar de reducción de asesores en Gobiernos de Comunidades en manos de su Partido? No importa: bienvenida sea la medida de prescindir de momios y canonjías ¡Que los dioses le escuchen!

Lo que ya no creo que quepa en las mentes de los habitantes del Olimpo a la hora de ayudar a don Alberto es en lo que propone en el 28: En aras de la necesaria transparencia sobre lo anterior, se abrirá un registro sobre el uso del Airbus A310, Dassault Falcon 900 y del helicóptero Súper Puma por parte de los miembros del Gobierno. Pues bueno, que lo haga con o sin ayuda de los dioses, y que, llegado el caso, nos lo cuente, aunque de lo que estoy seguro es que esta medida es otra más de las que hay que interpretar en clave de lema electoral: escucharemos hablar de estas aeronaves, ya lo verán, perdón: ya lo oirán.

Para terminar, propone el señor Feijóo (punto 31) regular el traspaso de poderes tanto para facilitar el acceso de datos a los entrantes como para sancionar a los salientes que hagan, para entendernos, trampas en el proceso de transmisión. No sé muy bien si se trata de algo que no está hecho, de corregir errores flagrantes que hay que evitar, o de ponerse la venda antes de recibir la pedrada. Ni el equipo de Felipe González cuando sucedió a Calvo Sotelo, ni José María Aznar cuando desbancó a González, ni Zapatero, ni Rajoy, ni Sánchez han clamado por las trabas que encontraron para saber dónde estaban las llaves, los documentos o las botellas sin abrir. Por el momento, entre nosotros no ha habido émulos de don Trump o de don Bolsonaro ¿Quiere regular este asunto? Hágalo, no creo que estorbe, pero como sólo podrá hacerlo cuando ya esté en La Moncloa y la medida no será de aplicación hasta que él mismo tenga que volverse a su casa, no corra demasiado, que le aseguro que hay cosas mucho más urgentes.  


El asombroso caso de los trenes que no cabían en los túneles

Parece mentira pero ha ocurrido. En España, no en Sierra Leona, o en Bután donde poco o nada saben de trenes. En este invierno del 2023, no en el siglo XIX, cuando la falta de práctica podría haber propiciado un despropósito semejante.

Ciento setenta y cinco años después de inaugurar el primer ferrocarril en suelo español, la línea Barcelona-Mataró (aunque el primer tren español, en verdad, datara de once años antes, la línea La Habana-Güemes, inaugurada en 1937) los gestores de los fabulosos trenes de alta velocidad, los responsables de Alvias, Talgos y demás maravillas sobre rieles, prometieron renovar cierto material rodante que debería aliviar la penuria ferroviaria de Cantabria.

Cantabria, ya saben, con su peculiar aislamiento de la meseta a la que se accede, o de la que se proviene en más de una ocasión a través de túneles centenarios. Debe de quedar claro que los túneles ya estaban hechos antes de que mamás y papás de lo gestores de RENFE y ADIF tontearan por parques y discotecas. O sea, que lo que tenían que resolver los citados gestores era encargar la fabricación de unos trenes que saliendo desde un punto y llegando a otro, túneles mediantes, llevaran pasajeros y equipajes de A a B o de B a A.

Establecer las características del material, como es de esperar, fue cosa de los que pagan, a saber, RENFE y ADIF y, en último extremo, del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (dejo para otro día tratar de averiguar por qué desde hace algún tiempo no hay Ministerio cuyo nombre completo quepa en una tarjeta de visita de las de antes); a CAF, Compañía Auxiliar de Ferrocarriles, le correspondía fabricar, entregar y cobrar lo estipulado. 

Por fortuna, o por experiencia, o por precaución, alguien en CAF se le ocurrió enviar a un propio a que midiera anchura y altura de los túneles no fuera a ser que…

¡Y era! Detrás de esta historia no están los Hermanos Marx, ni Berlanga, ni mucho menos la tenebrosa Mano Negra. No, no es un gag, ni una conspiración: este invierno se ha descubierto que el proyecto de RENFE/ADIF era una chapuza de tal naturaleza que había encargado unos trenes, hoy, que no cabían en unos túneles que estaban ahí antes de que al señor Revilla se le hubiera pasado por la cabeza pedir una esfuerzo para mejorar las comunicaciones con Madrid.

¿Cosas que pasan? Pues no deberían, pero pasan. Ahora, la pregunta es quién o quiénes fueron los responsables de semejante astracanada y qué va a pasar con ellos. Caerán los técnico, si no lo han hecho ya; es posible que algún directivo también sea recolocado pero ¿los políticos?

Cuenta "El Mundo" que RENFE y el Ministerio de Transportes estaban al cabo de la calle al menos desde hace un año. De ser así, me pregunto dónde terminan las responsabilidades ¿En el Presidente de la vieja compañía ferroviaria? ¿En el funcionario que no avisó a la Ministra? ¿En la Ministra? ¿En el jefe de la Ministra, un tal Sánchez? ¿En el secretario General de la ONU por no llevar el tema al pleno de la asamblea General? 

En política peor que errar es hacer el ridículo, sin embargo, tengo la impresión de que, en tanto la RAE decide si elimina del diccionario el verbo dimitir y pone en cuarentena el de cesar, el asunto afectará como mucho a algún jefecillo de tercera que pasaba por allí el día en el que se tomaron las decisiones de la mamarrachada.





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