Crónica del futuro inmediato
Una moción primaveral
Daba yo vueltas a mi magín buscando tema para esta mañana de sábado, cuando una divertida charla con mi viejo amigo Pepe Palma, me iluminó el camino: dejaría para otra ocasión el escribir sobre asunto tan serio como los trajines de los dineros en Can Barça, el rasgado de vestiduras de su mandamás el señor Laporta, las caras de auténtica sorpresa de inocentes deportistas como Gerard Piqué y la creciente ola de voluntarios para sumarse al españolísimo deporte de dar lanzada a moro muerto.
Hoy, a las puertas de la primavera, aupado en los prematuros sofocos de la segunda o tercera ola de calorines tempraneros, me pide el cuerpo divagar sobre lo que nos deparará el inmediatísimo futuro. A saber, qué habrá ocurrido cuando se apague la perorata del último de los oradores en los turnos de palabra de la segunda moción de censura orquestada por Vox.
Déjenme que, por una vez, y en contra de mi costumbre, oficie de profeta de andar por casa.
Matar moscas a cañonazos
Los Padres de la Constitución buscaban la estabilidad gubernamental como algo deseable; abominaban de los jueguecitos parlamentarios que sacrificaban Gobiernos en aras de políticas pequeñas.
Por eso diseñaron lo que suele llamarse "Moción de censura constructiva". Un mecanismo que para que funcionara tenía que conseguir no sólo una mayoría de votos contra el Gobierno en el poder, sino apuntalar la sucesión a favor de un candidato que pudiera demostrara que contaba con un programa solvente, y una mayoría de apoyos parlamentarios suficientes como para poder aplicar el programa que había presentado.
Candidato, programa y votos suficientes para sacar adelante a ambos ¿Sí? Pues no: El Sr. Abascal repite a quien quiere oírle que el papel de Tamames es, nada más, convocar elecciones generales, o sea que si de programa, nada, y de votos a favor, menos, tengo la duda de en qué estaba pensando, en realidad, el que tuvo la ocurrencia.
No dudo de que habrá quien ccaiga en la cuenta de que cuando los padres de la Constitución hablaban de estabilidad, Don Pedro Sánchez no había cumplido siquiera sus primeros seis añitos, así es que no sabían lo que se nos venía encima. O dicho de otra forma, siendo don Pedro inestabilidad en estado químicamente puro, cualquier método para alejarlo del sillón, o, al menos, para incomodarlo, debería se entendido como un paso adelante.
Eso por no hablar de la pertinencia de dejarse oír apenas un par de meses antes de empezar a votar en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Cierto que luego, como está demostrado, resulta que las urnas las carga el diablo, y que hasta que termina el recuento no hay manera de saber si la estrategia fue buena o mala, o si, siendo buena, el votante no estuvo a la altura y acaba encumbrando a quien menos esperas.
Por otra parte, sólo una de las cinco mociones celebradas hasta ahora ha servido para cambiar un Gobierno, precisamente la encabezada por Sánchez, así que ¿por qué escandalizarse de que por segunda vez lo intente Abascal?
¿Aciertos, desaciertos, o cuarto y mitad de cada?
- ¿Es un acierto o un error comparecer ante el Parlamento con un candidato en vías de momificación que, además, blasona de estar en desacuerdo frontal con algunos de los dogmas de quien lo patrocina? Me parece que no cuadra, pero ya se verá. En todo caso, recuerden: Ramón Tamames defiende el matrimonio homosexual y el aborto, no niega la violencia machista, no está por la labor de ilegalizar independentismos y, lo que es peor, confiesa sin ruborizarse que Pedro Sánchez no le cae mal. No es el único. Lo raro es que quien lo presenta a candidato es Vox.
- ¿Hasta dónde es creíble que si don Ramón resultara elegido se limitaría a convocar eleciones generales cuando don Santiago le dijera? No parece posible que ocurra, pero si Tamames acabara de Presidente de Gobierno, es decir, si reuniera tras él una mayoría suficiente de apoyos, él y sólo él sería el competente para adelantar elecciones o para mantener el calendario electoral previsto. Él, que aspiró a la Secretaria General del PCE; él, que fue candidato por el mismo Partido a la Alcaldía de Madrid.
- ¿En qué longitud de onda deberán emitir Abascal y Tamames en sus respectivas intervenciones para no dejar la sensación de que sólo podrá votarse a uno o a otro, pero jamás a los dos bajo la misma bandera? Lo de menos es si Tamames va hablar desde la Tribuna, desde una silla gestatoria, o desde el púlpito de La Almudena. El problema es que al final hay que votar, y puede resultar complicado decidir qué se vota cuando el candidato y el padrino uno dice negro y el otro blanco.
Lo que estará pasando en cada casa
Dejando de lado el poco trascendente discurrir de estas horas en la sede de Ciudadanos, si es que siguen conservando algún lugar donde reunirse, y por no hablar tampoco de formaciones periféricas que a sí mismas se llaman nacionalistas ¿No les gustaría saber por dónde señala la aguja de marear en los Partidos afectados? Imaginen:
- Vox: Si yo estuviera en el lugar de cualquiera de las cabezas pensantes del Partido, cosa más que improbable, me vería obligado a espantar algunas las dudas que la molesta realidad me habrían asentado en la conciencia: ¿Tiene sentido votar a favor de nuestro candidato? ¿No sería mejor votar contra quien tan lejos está de nuestro programa? ¿Seguro que esta maniobra sirve para algo? ¿Y si me abstengo? ¡No, no puedo dejar colgado a Santiago, pero es que votar a favor de Tamames…! Pero si voto en contra es peor… Conciencia perpleja, en resumen: esa actitud neurasténica de novicia escrupulosa que llega a creer que haga lo que haga, una cosa o su contraria, pecará y se condenará.
- Partido Popular: Íntimamente convencidos de que el pagano del entuerto ha de ser el sufrido Partido que preside el muy precavido Alberto Núñez Feijóo, al cabo de la calle de que si las cosas no cambian el saldo final de la moción es un baloncito de oxígeno para el maquiavélico Pedro Sánchez, digo yo que algún asomo de duda les quedará respecto a qué hacer el 22 por la tarde. Descartada de plano la opción de apoyar la mascarada (sería tanto como entrar a formar parte de la cofradía de Abascal), ¿qué es menos malo, abstenerse, o sea ponerse de perfil, o sea, ni chicha ni limoná, o sea, "a mí que me registren", o sea, otra vez "la derechita cobarde", o sea "a los tibios los vomitará Dios", o votar contra Abascal? ¿Votar en contra para que los tilden de "casadistas", votar en contra de quien, si Dios no lo remedia y no suele hacerlo, vamos a necesitar de socio en media docena de Autonomías y, claro, en La Moncloa? ¿Votar lo mismo que el malvado Sánchez? ¡Con lo tranquilo que estaba usted, don Alberto, allá en su tierra!
- Unidas Podemos. ¡Qué cosas! Ha sido conocerse la fecha del sarao y ya hemos oído a Doña Ione pidiendo (creo que fue "pidiendo" y mira que me extraña, con lo que le gusta exigir) al Presidente del Gobierno del que forma parte, que le diera "a las Ministras de Unidas Podemos" la oportunidad de intervenir en el debate de la moción. Hay dos cosas que me llaman la atención: la primera es que reclama el uso de la palabra sólo para las ministras, y no para los ministros de su propia formación. O sea que tal parece que ser hombre en Unidas viene a ser lo mismo que haber nacido mujer en Afganistán. La segunda, llámenme malpensado si quieren, es que a estas alturas del partido, oliendo ya a campaña, tengo la absoluta convicción de que lo que quiere la Srª Belarra es dar cumplida cuenta del poco aprecio que conserva por el Presidente que encabeza ese Gobierno gracias al cual ella puede conseguir algo de audiencia. Moraleja: ni la Belarra, ni la Montero, ni demás compañeras ministras de Unidas, hablarán ni el martes ni el miércoles; ya lo verán.
- Partido Socialista. De fiesta. Otra moción más abocada al fracaso; otra ocasión más para recordarle a la ciudadanía cómo aprovechar el mismo juguete para llegar a La Moncloa; otra ocasión más para tomarse el trámite en serio y dejar constancia de un par de cosas, por ejemplo, quién es el Presidente, quiénes son sus socios y en qué se diferencian unos de otros. Por ejemplo, para sugerirle al votante que no se olvide de este esperpento que nos espera cuando tenga que ir a votar. Por ejemplo para escenificar en qué consiste el parlamentarismo, cómo tratar desde la tribuna a amigos y a quienes no lo son, y, en definitiva, aprovechar una ocasión que no se ha buscado para lucir diferencias. Y, por si fuera poco, alguien le regala el texto del discurso del candidato con tiempo suficiente para preparar la contestación.
En resumen, no necesariamente compartido con mis lectores
- El miércoles, lo que queda de Ciudadanos se queda como estaba: imposible lograr que un Partido en coma salga del evento a banderas desplegadas.
- Más pronto que tarde rodará alguna cabeza en VOX. No importa de quién haya sido la idea, va a saldarse con un fracaso: el surrealismo y la política casi nunca van de la mano. Alguien tendrá que dar explicaciones del por qué la decisión de plantear la moción contra toda evidencia y, más aún, a quién se le ocurrió la elección del candidato.
- El PP. Depende de cómo se mueva, puede ganar espacio por su derecha, no empeorar las perspectivas por su izquierda, e, incluso, dejar intactas sus opciones para cuando toque elegir pareja de baile para reeditar gobiernos de coalición. Eso si acierta en todas las teclas a tocar. En caso contrario… Antes de descorchar cava y cortar turrones, Don Alberto a Galicia y Dª Isabel a Génova.
- El PSOE. Sólo tiene que cuidar su cuarto de atrás. El peligro, de llegar de alguna parte, vendría de la absoluta necesidad de pantalla que padecen como dolencia crónica "las ministras de Unidas Podemos" (A la Belarra, ni vino ni jarra). El resto… El resto se lo tendrá que ganar Sánchez en el tiempo por venir, porque en las últimas semanas, la coalición ha perdido fuelle, diga el CIS lo que diga.
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