lunes, 7 de octubre de 2019

Un programa económico para gente con posibles

Tiempo de soflamas

Se acercan las Elecciones. Ya están ahí, a la vuelta de la esquina, y es el momento no de oír a los líderes, sino de leer sus programas.

Los oradores hablan para enardecer a sus seguidores. Invierten su tiempo en insultar al contrario; llegado el caso desconocen el más elemental respeto a la inteligencia del oyente, porque en tiempo de elecciones todo vale para arramblar otro montoncito de votos.

Es algo de lo que nadie parece estar a salvo

Uno pregona lo contrario de lo que viene haciendo los últimos meses: ahora puede estar de acuerdo con quien tiene a su derecha o a su izquierda, eso ya se verá, y quiere una reunión urgente con el mismo al que ha negado su derecho siquiera a convocarlo. 

El de más allá se acuerda del nombre de su Patria y olvida galimatías pasados cuando el paradigma de la modernidad era hablar de nación de naciones.

Otro se deja barba quizás para ocultar el rubor que debe producir decir en público que él es el Centro, el único, el inimitable, el nunca bien ponderado Centro del Centro y que siempre ha buscado por encima de todo la gobernabilidad, y, como prueba de su centralidad, gobierna aquí y allá con quien más lejos está del Centro.

Tampoco faltan los que defienden a la gente, los que dicen que andan a la búsqueda de un Gobierno progresista, y llevan cuatro ocasiones, cuatro, impidiéndolo porque no hay sillones para la pareja.

Y falta Vox, la última estrella. Quizás luego diga algo sobre lo que les oigo decir, pero ahora prefiero comentar lo que leo en sus documentos oficiales. Para ser más concreto, lo que el Partido propone a sus votantes en un punto muy sensible: el núcleo duro de su programa económico, que es donde más lejos se está del folklore y más cerca de la esencia misma de cualquier formación política. Por sus cuentas los conoceréis: quién paga, quién gasta, quién gana, quién pierde, esa clase de cosas de las que nadie puede escaparse.

Un país para gente bien

El programa fiscal es un auténtico alarde técnico. Lo digo sin ninguna ironía: el documento de Vox es un todo coherente, bien articulado y sólidamente argumentado. Desde el punto de vista técnico es un cuerpo armónico, consistente, en línea con fuentes de pensamiento sobradamente conocidas.

Quizás va a ser muy difícil de comprender por nueve de cada diez lectores posibles, precisamente por sus alardes de tecnicismo. Hasta la terminología utilizada, muy precisa desde luego, está fuera del alcance del común de los españoles. 

Tal vez el Partido, o los cerebros que escribieron la propuesta sean quienes estén pensando en traducir al román paladino, resumiendo y vulgarizando, lo que han escrito. Si es así o no, ya lo veremos.

No obstante, una cosa es lo que he venido diciendo hasta ahora, y otra muy distinta calificar el programa desde el punto de vista del interés de la mayoría, saber cómo puede afectar al bienestar de las clases medias y populares y en qué grado de salud quedaría el Estado después de su aplicación.

Dejemos las conclusiones para el final, y veamos de qué va el programa.

Vox propone una bajada generalizada de impuestos. Prometer bajar los impuestos es algo que así, en abstracto, gusta a casi todo el mundo. Sobre todo porque muy pocos se preguntan qué impuestos bajan y a quién y qué se deja de hacer para compensar los menores ingresos.
  • IRPF: Los cinco tramos actuales que ahora parten de un tipo del 19 % y llegan al 45%, se resumen en dos. Sólo dos: Los rendimientos de hasta 60.000 € tributarán al 22%, el resto, al 30%. Primera evidencia, pues, los que ganan menos pagarán más y los que ganan más pagarán menos. Sí, ya sé que el programa dedica varias páginas a decir que no necesariamente, pero ésa es mi conclusión resumida.
  • Impuesto de Sociedades: en la actualidad, el tipo general es del 25 %. Vox propone el 22%. Es curioso, o casualidad, pero es el mismo tipo que propone para gravar las rentas más bajas. 
  • Impuestos que Vox propone eliminar: patrimonio, sucesiones y donaciones entre padres e hijos (reducción drástica del resto de los supuestos), transacciones financieras y servicios digitales. 
  • Reducción sensible del IBI, como era de esperar. 
¿Puedo preguntar cuántos españoles de clase media o de clase trabajadora se verán beneficiados por estas supresiones? El que dejen de tributar las herencias, las donaciones, las transacciones financieras ¿benefician mucho, poco o nada a los tres millones de parados, a los 19 millones de trabajadores por cuenta ajena o al autónomo? ¿Dónde se notará más, en La Moraleja o en Vallecas; en Madrid o en Soria?

Es evidente que la reforma fiscal reduce de forma importante la recaudación de ingresos. El Estado, en su más amplia acepción, dispondrá de menos recursos, luego o paga un tercero (lo que no parece ser el caso) o el Estado, la Administración, ya sea la central, la autonómica o la municipal tendrá que olvidarse de seguir dando algunos servicios al ciudadano.

Y de nuevo la misma cuestión. Claro que tendrá que hacer menos cosas, pero no es lo mismo que suprima los coros y danzas que los servicios de urgencias de la Sanidad Pública.
He aquí una somera relación de algunas de las actividades afectadas por la reducción de ingresos, según el programa de Vox (advierto para general conocimiento, que los documentos en que baso estos comentarios están disponibles en la Red).
  • Privatizar o cerrar la totalidad de las televisiones públicas. Sería un caso único en nuestro entorno. La BBC, TV5, la RAI, el consorcio ARD alemán son televisiones públicas y ahí están. Si alguien piensa que una cosa es que las cadenas públicas sean estatales y otra que terminen siendo gubernamentales, admitiré que tiene razón pero el remedio no es cerrar, sino controlar su comportamiento. Vox lo ve de otra manera: las televisiones o para la iniciativa privada o para nadie.
  • Función Pública: Vox propone la reducción de altos cargos y del empleo público no funcionarial. Parece sensato, aunque resulta llamativo reivindicar una tasa de sustitución del 50%, es decir contratar un funcionario por cada dos que se jubilen, y hablar de proteger a los funcionarios de prisiones y a los Cuerpos de Seguridad del Estado. Por supuesto que hay que protegerlos pero ¿más, menos o igual, que a los maestros, los técnicos de aduanas, los anestesistas o los bomberos?
  • Propone Vox eliminar ayudas y subvenciones a Partidos Políticos, Sindicatos y Organizaciones Patronales y racionalizar el gasto en mantenimiento de organismos autónomos. No estaría mal si cambiáramos de arriba abajo la Ley de Financiación de Partidos, no vaya a ser que al final sólo puedan mantenerse los Partidos Políticos que tengan votantes de alto poder adquisitivo. En cuanto al resto, me reservo la opinión hasta saber de qué organismos habla y qué medidas de reducción de gasto en la Seguridad Social propone.
  • Desmantelamiento del actual régimen de pensiones sustituido por un sistema  mixto de capitalización y reparto. Algo que Vox viene proponiendo desde su primer documento programático ¿Estamos de acuerdo en que el sistema de capitalización descansa en buena medida en la capacidad de ahorro del ciudadano? ¿Sí? ¿Verdad que habría pensiones para ricos y limosnas para pobres, las que garantizaría el Estado? La propuesta sigue manteniendo una confusión que viene de lejos entre sistema de capitalización y gestión privada, que son cosas diferentes y que Vox sigue dejando en el limbo. 
  • Políticas sociales. La promesa es terminar con las subvenciones al transporte, a los cursos de formación (suelen proceder de fondos europeos, pero no parece ser un dato relevante), a la violencia de género, o eliminar la asistencia sanitaria a inmigrantes irregulares, así como el copago farmacéutico y no sé si sanitario para inmigrantes con residencia inferior a cinco años. No sé a ustedes; a mí no me ha sorprendido nada.
  • Otras fuentes de ahorro: Cierre o venta de las empresas públicas que generan pérdidas, supresión de organismos públicos "innecesarios", por ejemplo el Consejo Económico y Social, y, en general, desaparición paulatina del Estado como accionista de compañías mercantiles.   

  Hay otras medidas relacionadas con centrales nucleares, cupo vasco, energías limpias, reducción de las cotizaciones sociales, modelo de negociación colectiva, regulación de la huelga, pero con lo dicho hasta el momento es suficiente para fundamentar tres conclusiones.
  • Vox defiende un programa utraliberal que implica una drástica reducción del intervencionismo estatal, más alineado con los usos y costumbres norteamericanos que con las prácticas habituales en la Unión Europea. 
  • El sentido de las medidas propuestas es poco discutible: benefician a las rentas altas en demérito de las clases sociales menos pudientes.
  • Por último, la lectura atenta del programa pone de manifiesto que quienes tildan a Vox de fascista olvidan que en cualquiera de sus versiones, incluso en la variante franquista, el fascismo hizo del intervencionismo estatal en la economía un dogma.

Y de nuevo las palabras como lanzas

Vista Alegre II, versión Vox que comparte con Podemos su gusto por este escenario, y algún exabrupto de personajes importantes de la formación que comento demuestran hasta qué punto apuesta el Partido por enfervorizar a sus fieles como arma electoral.

Tiene su lógica: Santiago Abascal sabe que no hay peligro alguno de pérdida de votos por su derecha y que si a Casado le da por intentar pescar de nuevo en el caladero centrista, como parece que está ocurriendo, la exuberancia verbal puede atraer a algunos miles de votos nostálgicos todavía fieles al PP a falta de nuevos horizontes e incrementar la participación de ultras irredentos que en condiciones normales abominan de las urnas.

Y en cuanto a Ortega Smith… ¿Espera que creamos que habla en serio cuando acusa de violadoras a “Las Trece Rosas”? En cualquier caso, lo que dijo le ha valido docenas de titulares y un aluvión de comentarios en tertulias televisivas ¿qué más quiere? No seré yo quien colabore en la maniobra.

Unos y otros, sin embargo, están crispando a la ciudadanía y eso no es bueno. No suele ser fácil hacer volver más tarde las aguas a sus cauces. Es lo que suele llamarse “jugar a aprendiz de brujo”.

Ganan quienes más tienen; pierden quienes tienen menos

Al final, como resumen del resumen, la nación que tanto ama Vox no es un país para pobres, aunque, pura paradoja, para que sus votantes objetivos vivan de acuerdo con las premisas del programa,  necesite una amplia mayoría de ciudadanos empobrecidos.
















pastedGraphic.pngpastedGraphic.png


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta aquí lo que desees