sábado, 30 de enero de 2021

 La Cañada Real de Madrid

Todo empezó con  Alfonso X el Sabio


Corría ya el último tercio del siglo XIII, el año de gracia de 1723, cuando el Rey Sabio dio carta de naturaleza al Honrado Concejo de la Mesta y, con él, y entre sus privilegios, también a las Cañadas Reales.


Corredores de realengo para uso de los rebaños trashumantes que enlazaban las tierras secas y cálidas de la meseta sur de la Península con las frescas y húmedas de las tierras del norte.


Con el transcurso de los siglos, llegaron a ser vías de comunicación de trazado bastante generoso, de más de 500 kilómetros de longitud en ocasiones y con anchuras que podían superar el centenar de metros. 


Eran propiedad del Estado y, dada su finalidad, estaba terminantemente prohibido construir en ellas. Una de estas vías pecuarias es la Cañada Real Galiana, parte de cuyo recorrido transcurre por los alrededores de Madrid.


No obstante, la expresión "Cañada Real" tiene hoy un significado muy distinto. Desde hace  años, algo más de medio siglo, es el nombre de un asentamiento marginal donde malviven unos cuantos miles de personas muchas de ellas en condiciones deplorables.


Como es bien sabido, en los días más gélidos de este malhadado invierno, coincidiendo con la mayor nevada soportada por Madrid en 114 años, los habitantes de la Cañada Real no han tenido acceso al suministro eléctrico.


Es impensable que en la mente del Rey Sabio hubiera lugar para la pesadilla de que el privilegio que él otorgaba a la flor y nata de los ganaderos de su reino fuera a convertirse siete siglos y medio más tarde en un quebradero de cabeza para miles de españoles.


Los hechos

  • Durante los años 60 cambió la legislación y se permitió que en las Cañadas Reales se plantaran algunos huertos familiares y se levantaran pequeñas construcciones  para guarda de aperos y descanso de pastores.
  • Poco a poco, en el tramo de la Cañada Galiana próximo a Madrid fue proliferando otro tipo de construcción habitacional, más parecida a chabola de suburbio que a chozo campesino.
  • Según el censo de la Comunidad de Madrid, las cifras de 2017, hablaban ya de 8.628 habitantes, de los cuales, 2.500 son menores de edad. No obstante, es difícil saber a qué parte del total de las construcciones de La Cañada Real se refiere el censo de la Comunidad. 
  • Dentro del conjunto hay zonas que pueden considerarse guetos dentro del gueto, como el ocupado por lo gitanos rumanos o por los marroquíes; pero, por otra parte, hay edificaciones que es dudoso que puedan ser tenidas en cuenta en el censo de viviendas marginales, porque no lo son.
  • En todo caso, las edificaciones ilegales, desde chabolas hasta chalés y bloques de pisos, se extienden a lo largo de más de 15 kilómetros.
  • Este asentamiento toca territorios de los municipios de Madrid, Rivas Vaciamadrid y Cosalda, por orden de mayor a menor ocupación.
  • Se da por cierto que las interrupciones frecuentes del suministro eléctrico de que hablábamos se deben a la proliferación de tomas ilegales de fluido, motivadas en bastantes ocasiones por las necesidades energéticas del cultivo ilegal de marihuana en viviendas.
  • No obstante, mientras la responsable del suministro eléctrico de la zona Centro de Naturgy declaraba que en la Cañada Real sólo hay cuatro contratos legales y que el corte se ha producido por sobrecargas en la red de la zona, gente de la Cañada habla de instalaciones antediluvianas y de falta de inveterada de inversiones.
  • Dependiendo de qué se entienda por "Cañada Real", las afirmaciones anteriores de Naturgy son creíbles o no, porque dentro de su perímetro, hay desde talleres de reparación de automóviles hasta viviendas convencionales de cierta calidad. 
  • En cuanto a la relación entre consumo eléctrico y cultivo de marihuana en Cañada Real, el pasado 21 de enero el consejero de Vivienda de la Comunidad de Madrid, David Pérez, ha dicho en público que "el mismo día" que la Delegación del Gobierno en Madrid "cumpla con el plan de choque" de desmantelamiento de plantaciones de marihuana en la Cañada Real volverá la luz a este asentamiento. O sea, si éste hace eso, yo le doy la luz al poblado. ¿Aviso a navegantes? ¿Presión de la Comunidad al Gobierno Central? ¿Podría haberse restablecido el suministro o el Sr. Pérez no sabe lo que dice?

Qué podemos hacer


Cualquier cosa menos pasarse el problema unos a otros, porque, justos por pecadores, los que no son cultivadores de marihuana, los habitantes de La Cañada que tienen sus contratos en regla, los menores de cualquier categoría, tiritaban noche tras noche mientras Madrid estaba helada.


En junio de 2009, hace doce años, el Gobierno de la Comunidad de Madrid y el de España acordaron modificar la calificación de esa parte de la Cañada por considerarla no apto ya para el tránsito de ganado.

 

Hoy, pues, desde el punto de vista legal, los terrenos de los que hablamos ya no son una Cañada protegida sino que se consideran, simplemente, otro de tantos casos de terrenos urbanizados ilegalmente. 


A renglón seguido la Comunidad de Madrid cede la administración de estos terrenos a los ayuntamientos afectados. Un problema menos para la Comunidad.


Actualmente los tres municipios implicados han acordado elaborar un censo para contabilizar con exactitud el número de habitantes en la zona y las características de cada vivienda para decidir, después, qué solución adoptar.


A partir de ahí, los Ayuntamientos de Madrid, Rivas Vaciamadrid y Coslada siguen o han dicho que van a seguir caminos diferentes. Sólo hay algo en común entre lo que dicen y hacen unos y otros: ninguno ha resuelto la parte del problema que le corresponde. 


Por último, en marzo de 2017 grupos de trabajo de la Asamblea de Madrid y los Ayuntamientos de las tres localidades afectadas alcanzaron un acuerdo para acabar con la situación de la Cañada de una vez por todas. Habrá que dar por supuesto que el Pacto Institucional cumplió con la finalidad de proporcionar una bonita fotografía a los firmantes y poco más, porque han pasado ya casi cuatro años y las cosas no han cambiado.


Cierto que todo empezó en el siglo XIII ¿Habrá que esperar hasta el XXVI?


Lo urgente y lo importante


Volvamos al origen de este post: durante las Navidades, mientras Madrid se helaba bajo la nieve, no ha habido suministro eléctrico en Cañada Real. Miles de personas tiritaban en sus habitáculos. Ha habido incluso alguna muerte ¿Es que no se pudo hacer nada? ¿Qué importa de quién sean las competencias? ¿Para qué están los teléfonos? ¿Cuántos generadores habrían bastado para suplir la insuficiencia de los tendidos, las subestaciones, los cien mil chirimbolos de Naturgy? ¿Por qué no se utilizaron? ¿Quiénes fueron los responsables?


Eso era lo urgente, conseguir paliar el frío de cerca de diez mil personas, en vez de perder el tiempo echando la culpa, como siempre, al que tienes al lado, sobre todo si no es de tu Partido. Eso fue lo que no se hizo. Ahora el frío ha disminuido y nadie habla ya del problema.


¿Lo importante? Tener las ideas claras y actuar en consecuencia

  • Si las edificaciones son ilegales, o se legalizan o se derriban. Sin ocupantes dentro pero sin excesivas contemplaciones. Habrá quien tenga derecho a realojamiento y habrá quien no, dependerá de sus circunstancias. Que cada palo aguante su vela.
  • Y quien se ocupe de la cuestión, que tendrá que ser el que por Ley tenga encomendada la aplicación de las normas que determinan si la vivienda es legal o ilegal, deberá saber que una cosa es el derecho del ciudadano a elegir y otra la pretensión de negarse a cumplir la Ley. 
  • Quiero decir que la negativa sistemática a cualquier realojamiento, no importa lo que diga ese Partido que usted se imagina, tendrá que ser tratado con el miramiento debido y la contundencia necesaria para que la legalidad prevalezca.
  • Saber desde hace años que en la Cañada Real se consume ilegalmente energía eléctrica para cultivar marihuana y escuchárselo a un cargo público roza el esperpento, linda con la connivencia, se acerca a la complicidad. 
  • Como no creo que se trate de cultivo de marihuana para fines terapéuticos, tengo que suponer que hablamos de cultivo de productos estupefacientes. O sea, de delitos contra la salud pública, que resulta que conocen esa compañía que de una u otra forma deja que sus tendidos sean pirateados, que las fuerzas de orden público saben en qué territorio se cultivan las plantas, sucesos todos de los que están al tanto los responsables políticos que ordenan la actuación de los agentes de la Ley. ¿Alguien recuerda que hubo un día en que juraron "cumplir y hacer cumplir la Ley"?

Un par de cosas mías

  • Parte del problema, una de las explicaciones posibles de por qué el tumor sigue creciendo y la ciudadanía sigue asistiendo perpleja a la surrealista sarta de tonterías que oímos de tanto en tanto es que en ese territorio sin ley hay muchas personas pero muy pocos votantes. Desde el punto de vista electoral, La Cañada Real no tiene ningún valor.
  • No estaría mal empezar por no decir sandeces. Algunas de las cosas que he oído en los últimos días producen vergüenza ajena. Apestan a aporofobia. Cierta dama declaraba en su Asamblea, tan pimpante como acostumbra, que "cuando intentamos ayudarles fuimos recibidos a pedradas porque no querían nuestra ayuda; se negaban abandonar sus chabolas por miedo a que se las ocuparan y los que les animan a ocuparlas se sientan detrás de usted". Ingeniosa la doña ¿Verdad? Si es que con los pobres no puede uno ir a ningún sitio. Igual les ofrece usted alojamiento en un hotel de esos del Sr. Sarasola y prefieren quedarse en su zahurda.








sábado, 23 de enero de 2021

 El último insulto del Profesor Iglesias


Y sin embargo…


Quiero empezar declarando que defiendo el derecho del profesor (profesor, no catedrático) Don Pablo Iglesias Turrión, politólogo, ex tertuliano, político en activo, líder del 4º Partido más votado en las últimas Elecciones Generales, Vicepresidente segundo del primer Gobierno de Coalición desde hace ochenta años, a decir cuantas barbaridades se le ocurran.

Defiendo este derecho porque no soy como él: yo soy demócrata, creo en la libertad de expresión, hago descansar en los Tribunales el trabajo de limitar esa libertad cuando invade territorios prohibidos por leyes y doy por sentado que vivo en un país libre que disfruta de un régimen avalado por la opinión pública internacional. Él es un profesional de la tergiversación, la patraña y el engaño. 

Por otra parte, reclamo para mí lo mismo que le reconozco a él, y por eso quiero hoy dejar constancia de lo que me han parecido las insólitas declaraciones que hace unos días se permitió "El Profesor" en su emisora favorita, "La 6ª".   


Por la boca muere el pez


Compuso esa faz meditabunda, reflexiva en apariencia, barbilla sobre el pecho, mirada al suelo, voz impostada en registros bajos, gestos medio dubitativos medio angustiados, señal premonitoria de que lo que íbamos a oír no era el fruto de la improvisación o la indignación sino de la profunda, serena y docta reflexión de un experto en la materia. La expresión corporal que ese experto manipulador de los medios reserva para las grandes ocasiones. 

Tomó aire, y lo soltó como quien se deshace de una pesada carga: Puigdemont no es un fugado; es un exiliado porque está en Bruselas por "llevar sus ideas políticas a un extremo" y no por robar, por lo que su situación se puede comparar con el exilio republicano mientras que el rey emérito sí es un fugado.

Se toma un respiro, reflexiona (hace como que lo hace, quiero decir), levanta el careto y se reafirma en lo dicho: "Sí, es lo que creo" para reclamar a renglón seguido para los fugados y para sus conmilitones presos, no solo la vuelta a España sino la vuelta a las instituciones, que es donde a él, paladín de todas las libertades, le gustaría verlos. Y se quedó tan ufano, tan satisfecho de la faena.

Dejo para mejor ocasión comentar la obsesión del podemita por el Rey Emérito, su pulsión republicana mañana, tarde y noche. Está en su derecho, por supuesto, pero en momentos como el que comento y dadas las reacciones que sus soliloquios pueden provocar en la ciudadanía perpleja barrunto a veces si Don Pablo, en el fondo del fondo de su alma negra, no será un monárquico quinta columnista disfrazado de republicano. 

Es verdad que pocos personajes hicieron tanto por la República como papá Fernando VII y nena Isabel II, pero poco menos que lo que sacamuelas como el que hoy traigo a esta página podrían estar haciendo por la consolidación de la Monarquía.

Poco tiempo faltó para que saliera al quite la portavoz de Podemos, la camarada Isa Serra: "Puigdemont es un exiliado, de eso no hay duda, pero comparar su situación con el exilio republicano no implica equipararlo".

"Esto no lo dice Pablo Iglesias: hasta la RAE dice que un político que ha salido del país por defender determinados planteamientos políticos, planteamientos que no compartimos, es un exiliado", ha recalcado.

No es eso exactamente lo que dice la RAE salvo que haya una edición especial del diccionario para uso y abuso de quienes hablan de ellos y ellas, y cometen otras fechorías que agreden nuestra lengua. Y, si repasa el material grabado, lo que hizo su gurú no fue comparar, sino equiparar. Pero esa no es la cuestión. Ya se sabe que una de las señas de identidad del populismo es empezar por cambiar el significado de las palabras. 

Lo intolerable, lo ofensivo para muchos españoles, es el desprecio por la Historia reciente y la burda burla sobre la realidad actual. Tampoco es una novedad. Como ha dicho Jaume Collboni, del PSC "Los populismos siempre tratan de reescribir la historia". Esta vez, además de la tergiversación, se trata de una cuestión de grado: el Sr. Iglesias, que se presenta como progresista, ha hecho saltar por los aires lo que pudiera quedarle de respetabilidad.


¿Nos ceñimos a los hechos? 


Puigdemont y otros cuantos de su cuerda no se han ido de España por sus ideas sino por su comportamiento y de ello hay pruebas al alcance de cualquiera.

Algo más de la mitad de los diputados del Parlamento catalán tienen las mismas ideas o, incluso, más extremas que los fugados. Desde Rufián a los "filósofos de la CUP", pasando por la Srª Borrás  hasta llegar a Pere Aragonés todos defienden la segregación del territorio catalán del resto de España. No han tenido ningún problema con la justicia.

Varios de los que siguen en las cárceles condenados por sedición siguen manifestando en público que repetirían lo que hicieron, lo que les llevó a la cárcel, sin que ello haya supuesto la apertura de nuevos procesamientos, porque, pese a Iglesias y sus falsedades, en España hasta los políticos presos tienen derecho a la libre expresión de sus ideas. 

¿Para qué buscar más? El politólogo farsante es muy consciente de que pese a que aún no tenga a la judicatura bajo su bota, mientras siga habiendo prensa libre, aunque esté en manos privadas, él puede seguir diciendo lo primero que se le ocurra, y, por eso no va a pasarle nada. Otra cosa es que se le investigue por si ha hecho o dejado de hacer tal o cual cosa con los dineros de campaña, o con el teléfono de… Pero esa es harina de otro costal.

En resumen: si Puigdemont y los demás  fugados hubieran seguido el ejemplo de sus colegas que se quedaron aquí, habrían sido juzgados con las mismas garantías que ellos, les habrían correspondido penas parecidas y puedo suponer que estarían ahora reclamando ya la aplicación del tercer grado y acusando de ánimo de venganza, cómo no, a cualquiera que se lo negara.

Decir que el tribunal que los condenó era un tropel de marionetas, y que el juicio que vio media Europa fue una farsa, pertenece al mismo universo alternativo que la creencia de que Biden ha robado la presidencia a Trump o que el Papa está involucrado en una red de pederastia. Pero Iglesias, como Trump, seguirá repitiendo sus mentiras hasta el último suspiro. Cuestión, en ambos casos, de ADN: aunque quisieran no podrían evitarlo. 


Si Iglesias fuera coherente


Lo que viene a ser como pedir peras al olmo, pero si lo fuera…

  • Asumiría que si Puigdemont vuelve a España será juzgado por el mismo Tribunal Supremo que juzgó y sentenció a Oriol Jonqueras y compañía.
  • Sabría que caería en manos de ese poder judicial al que Iglesias ataca por sistema. Un poder que, en una exhibición de paciente ecuanimidad, ha dictado el sobreseimiento de bastantes querellas presentadas contra él, lo que pone de manifiesto la falta de base para cuestionar su imparcialidad. 
  • Tendría que admitir que ese Tribunal juzgaría al huido evaluando hechos en relación con una legislación nacida de un Parlamento democrático en el que se sientan el Profesor y sus huestes como resultado legítimo de los 3.119.364 obtenidos hace un par de años.
  • Convendría que recordara que muchas de esas leyes tuvieron su origen en proyectos elaborados por Gobiernos presididos por políticos del mismo Partido con el que ahora gobierna en coalición. No son, pues, reliquias antediluvianas de un pasado tenebroso, sino leyes con "denominación de origen", lo que, por lo visto, no tiene por qué ser para él garantía de legitimidad.
  • Él sabe, mejor que la mayoría de los ciudadanos a quienes trata de embaucar, que los condenados no solo disfrutan de cualquier beneficio de la legislación penitenciaria que les resulte aplicable, sino que esos beneficios ni siquiera se condicionan a que abjuren de sus errores.
  • De hecho Oriol Jonqueras sigue afirmando que repetiría lo que hizo, y puede hacerlo sin riesgo alguno porque a despecho de los delirantes exabruptos de Iglesias, en la España de la que el preso quiere separarse, hasta un recluso por sedición goza, como ya dije, de libertad de expresión.


Con qué  y con quién compara Iglesias a los fugados


El martes, Iglesias, siguió hablando y dando que hablar. Con su mejor sonrisa, la de epatar incautos, vino a decir que tal vez no había estado muy afortunado y que aceptaba las críticas "con deportividad, como no podía ser de otra manera". Tras una brevisima pausa, endureció la voz, y añadió “No me voy a sumar a la criminalización del independentismo”. 

Eso es lo que debemos recordar: el intento de hacer saltar por los aires lo que hoy conocemos como España, tiene en el Vicepresidente Segundo del Gobierno un defensor a ultranza. No lo olvidemos cuando haya que volver a votar.

Así que, en esta línea de mantener viva la memoria, conviene recordar que el Profesor ha considerado "lo mismo" a los Siete Magníficos que partieron tranquilos de sus despachos sin que nadie les importunara para refugiarse en Bélgica, Suiza o Escocia que a las 456.000 personas que en los últimos días de marzo del 39, huyeron por donde pudieron buscando la frontera con Francia, bajo el constante bombardeo de los que se habían alzado en armas contra la República que habían jurado defender.

Los Siete Magníficos huían del país cuya legalidad se habían saltado una y otra vez. Como quedó probado, eran delincuentes que en el peor de los casos arriesgaban unos años, pocos de libertad. El casi medio millón de derrotados que buscaba la frontera francesa huía de la muerte frente al ejército que había derrocado al régimen que les dio las armas.

Para el Vicepresidente Segundo del Gobierno de esa España que tan poco le gusta, el expresidente Carles Puigdemont, (Bélgica) los exconsejeros Meritxel Serret (Bélgica), Toni Comín (Bélgica), Lluís Puig (Bélgica) y Clara Ponsatí (Escocia), la ex portavoz de la CUP Anna Gabriel (Suiza) y la ex secretaria General de ERC, Marta Rovira, (Suiza) están en el mismo nivel de sufrimiento que los casi dos mil refugiados que el 28 de marzo del 39 abarrotaron el "Stanbrook". Tal parece que quienes lograron poner pie en el navío inglés, fueron tan afortunados, que para Iglesias, marcaron el nivel de sufrimiento que ahora tortura a los catalanes que salieron de naja. 

Aún habrá que agradecerle al Sr. Iglesias que no comparara a los fugados catalanes con los 70.000 republicanos que se hacinaban en el puerto de Alicante tres días antes del fin de la guerra civil. Su espera, su angustia, su desesperación fue inútil: no hubo lugar para ellos en ningún bajel amigo. No hubo barcos. Europa miró para otro lado porque la derrota no tiene buena prensa. Algunos se suicidaron, otros cayeron en manos de las tropas vencedoras; bastantes de ellos fueron fusilados sobre la marcha, otros fueron recluidos en campos solo un poco peores que los que soportaron los que habían cruzado la frontera por el Pirineo catalán. Unos pocos consiguieron mantenerse más o menos libres.

Más de la mitad de los que salvaron la vida huyendo, (exiliándose, Srª Serra, estos sí ¿ve usted?) tardaron en volver porque si lo hacían se jugaban la vida o la libertad. Muchos no llegaron a tiempo de pisar su tierra de nuevo: la muerte les negó ese consuelo.

Y ahora, Sr. Iglesias Turrión, quiero que sepa que muchos de nosotros sabemos quién es usted y cómo calificar la que ha sido su última hazaña.

  • Usted ha sido siempre un virtuoso en la aplicación de eso dicho popular (ya sabe, el pueblo, "la gente" de la que tanto habla usted) de "estar en misa y repicando", o, si le molesta la referencia eclesiástica, de "estar al plato y a las tajadas", pero esta vez me temo podría quedarse sin alguna de las dos alternativas.
  • Usted ha insultado a todos los que se jugaron la vida, la perdieran o no, huyendo de quienes les habían robado la legalidad.
  • Usted ha insultado a sus familiares, a sus amigos, a todos los que lloraron su pérdida.
  • Usted nos ha insultado también a quienes distinguimos la marcha angustiosa  de unos desgraciados ametrallados desde el cielo y desde las bocas de los fusiles de sus perseguidores con los que sin ningún riesgo se marchan tranquilamente escapando de la justicia de un régimen democrático y tratan ahora de hacerse los mártires.


Así que, Señor Iglesias

  • Teniendo en cuenta que usted no cree en el sistema de cuyo Gobierno es Vicepresidente; que no le gusta la forma del Estado al que ha jurado servir; que solo usa la Constitución para agredir con ella a quien disiente de su tóxico modo de ver las cosas; que apoya a quienes desean desintegrar España; que no tiene el menor reparo en atacar a diario muchas de las medidas tomadas por el Gobierno del que forma parte.
  • Sabiendo como debería saber que está lejos de conseguir lo que quiere: una judicatura sumisa, una prensa dominada y una ciudadanía aborregada.
  • Siendo consciente de que en ese país con el que sueña sí que habría presos políticos, y que usted bien pudiera llegar a ser el Carcelero Mayor con Mando en Plaza.
  • ¿No le parece que con los restos de vergüenza que le queden, o con el recuerdo de lo que era cuando la tenía, debería ser consecuente y no seguir colaborando ni un día más con un régimen capaz de cometer tan aberrantes injusticias como las que usted denuncia a diario?
  • ¿Por qué no le pide asilo al asilado? ¿Por qué no le implora al inefable Puigdemont que le busque un huequecito en el chalet de al lado, allá en Waterloo? 
  • Si me hiciera caso… ¡Ah, si mis viejos ojos le vieran partir! No soy nadie, (bueno, casi nadie) pero le prometo que hasta apoyaría que no se reclamara su presencia en España, que sus desmanes, si los ha cometido, se olvidaran, que encontrara la paz y el sosiego para escribir sus memorias al amor de una chimenea humeante. 
  • Sé que también entonces seguiría mintiendo, pero sería tan hermoso saberlo lejos… 


sábado, 16 de enero de 2021

 El día que Filomena nos dejó congelados


¿Lo esperábamos o no?

Desde luego que lo sabíamos y lo esperábamos. Todos. Ni es la única ni será la última vez que la Agencia Española de Meteorología ha acertado en sus pronósticos.

Tal parece que solo la Presidenta de la Comunidad de Madrid no se había enterado; eso dice la prensa escrita, que nadie la había avisado, lo que indica que, una de tres, o la prensa se ha equivocado de Presidenta, o Dª Isabel es autista, o la verdad y ella no se llevan bien.

Los noticieros de todas las cadenas habían advertido hasta el aburrimiento que a partir del 9 de enero España se enfrentaba al temporal de frío y nieve más devastador de los últimos tiempos. 

Insistieron en que la incidencia sobre la vida diaria, sobre la movilidad, sobre los suministros, sobre la salud, iba a ser superior a todo lo conocido en los últimos años. Se dijo, incluso, dónde los efectos de "Filomena" iban a ser más graves, específicamente en Madrid, y se advirtió sobre las precauciones que era aconsejable tomar.

Primera conclusión por lo tanto: el servicio estatal de meteorología ha hecho un buen trabajo y quien no se haya enterado no habrá sido porque no ha tenido la oportunidad de hacerlo.

Sin embargo, el caos ha sido generalizado. No es preciso insistir, porque creo que 999 de cada 1.000 españoles habrán visto una y cien veces imágenes de lo que aun sigue pasando

¿Qué ha fallado, entonces? Casi todo lo demás, pero vamos por partes.


¿Está usted en el selecto grupo de quienes piden gollerías?

No hay siniestro natural, por devastador que sea, que haga callar al coro de quienes están tan ufanos de sus derechos que parten de la hipótesis de que todo les es debido, y que el deudor es "El Gobierno". No este Gobierno, ni el anterior, ni el que ellos mismos hubieran puesto a dedo: el Gobierno como ente abstracto, icónico, fantasmal materialización del servidor automático de caprichos a la carta.

Percátese el lector de que, por otra parte, "El Gobierno" no es el Consejo de Ministros y sus inmediatos colaboradores, no, sino es un ente ectoplásmico que engloba, resume y subsume a cualquier autoridad con mando en plaza, ya sea local, provincial, autonómica, o estatal. Como es  de rigor, la única misión de "El Gobierno" es atender, siempre y solo, las necesidades del ciudadano protestón que no ha tenido antes la precaución de enterarse qué se espera de él para evitarle problemas.

Ejemplo: Isla del Hierro hace más de año y medio. Seísmo de magnitud 5’7 al oeste de la isla, mar adentro. Se venía anunciando, se produjo y pasó lo que pasó. Pese a todo, le terremoto provoca el desprendimiento de un talud que bloquea una carretera que queda fuera de servicio. Queja de un transportista local ante la televisión, porque no puede seguir su camino y para llegar a su destino, tiene que dar un rodeo:

—"Estamos en un país tercermundista. ¿Se puede saber qué está haciendo el Gobierno? ¿Ahora quién me paga a mí el gasóleo de más que tengo que echarle a la camioneta? ¡No hay derecho, hombre!".  

No sé ustedes. Yo he oído estos días lamentos igual de peregrinos en boca de transportistas atrapados por la nieve.

Han fallado muchas cosas, pero si hay algo absurdo es sorprenderse y, llegado el caso, escandalizarse de que España, Madrid por ejemplo, no cuente con el mismo equipamiento para hacer frente a una nevada gigante que Chicago, Moscú o Montreal.

"Filomena" ha sido la mayor tormenta de nieve que hemos soportado en 114 años. En España, se entiende. Cualquier invierno, Berlín, Oslo, Munich, San Petersburgo conocen media docena de nevadas mayores ¿Verdad que no es comparable lo que deben hacer unas y otras colectividades para protegerse? ¿Sí? Pues hay quien da por supuesto que su comodidad, la suya, exige que tengamos los mismos quitanieves que Varsovia.

Pese a lo cual es evidente que no todos los implicados en la solución de estos problemas lo han hecho igual de bien o de mal.


Los que lo hicieron más o menos bien (no es un ranking, lo advierto)

  • El Alcalde de Madrid. El Sr. Martínez Almeida ha vuelto a estar en su línea. Una semana después su ciudad sigue en estado de shock pero se ha dedicado a lo que tenía que hacer: dirigir a quien le corresponde el trabajo de campo. Y no ha hecho tonterías, que en estas situaciones es casi tan importante como hacer las cosas bien. Ha procurado coordinar sin estorbar, ni perder el tiempo en más apariciones públicas que las imprescindibles y para decir cosas sensatas, no para encender los ánimos de nadie. Por no estorbar, ni siquiera se le ha visto a quitar la nieve en persona.
  • La Ministra de Defensa, y a partir de ella, la Unidad Militar de Emergencias y el resto de unidades de las Fuerzas Armadas que han participado, han sido, como de costumbre, eficaces, oportunas, decisivas. Fueron donde las llamaron, hicieron su trabajo y no perdieron el tiempo en actitudes innecesarias. La ciudadanía lo sabe, lo agradece y lo recordará. Y para que no quede duda, el whatsapp que circula por ahí diciendo que el Gobierno se está negando a enviar la UME a la Comunidad de Madrid es un bulo repugnante. Compruébenlo, si quieren.
  • La clase sanitaria por si no tuviera bastante con la Covid 19, ha tenido que hacer frente, además, a las consecuencias médicas del temporal. El comportamiento global, magnífico; a escala individual, heroico en algunos casos. Ni siquiera han ido por ahí, después, alardeando de nada.
  • Los Cuerpos de Bomberos, dispuestos, como siempre a jugarse la vida por la de los demás. Otros servidores silenciosos, que, sin alharacas están siempre que se les necesita. Y los servidores del orden, Guardia Civil, Policías estatales, autonómicas y municipales, lo mismo: han hecho un poco más de lo que han podido.
  • Un buen porcentaje de ciudadanos solidarios. Pero solo eso: un buen porcentaje. Hablar del "comportamiento ejemplar de la ciudadanía" es un ejercicio consciente de oportunismo e hipocresía. En este apartado solo caben quienes no solo no nos han complicado la vida a los demás, sino que han dado el do de pecho y el 10 por la mañana ya estaban, pala y pico, o cogedor, o bandeja o cualquier cosa disponible, retirando la nieve de los lugares críticos. 


Los que ni fu ni fa

  • El Presidente del Gobierno. No ha hecho nada digno de mención, ni para lo bueno ni para lo malo. Tal como yo lo veo, no es lo peor que puede hacer un Presidente en una crisis de esta naturaleza. Al menos no ha estorbado, no ha distraído recursos en pro de su propia promoción y, a despecho de sus opositores, otros lo han hecho mucho peor. Podría haberlo hecho mejor; y peor, ya digo.
  • Don Pablo Casado, Opositor Mayor del reino. Otro que tampoco ha metido el remo más de lo imprescindible. Se quejó de Sánchez, pero no demasiado; se solidarizó con Dª Isabel, pero tampoco la elevó a los altares. Quitó nieve, ni se sabe de dónde sacó la pala ni dónde puso la nieve que quitó. Estuvo lo justo para la foto y desapareció. Un consejo: despida al que le sugiriera el numerito, la mayoría de los ciudadanos son menos tontos que muchos de sus representantes. Cierto que luego ha dicho que los fondos europeos de la pandemia podrían usarse para paliar los efectos de Filomena. ¡Ay, cuánto mejor nos iría si nuestros políticos no se sintieran obligados a poner un huevo cada día…!
  • Aunque no sea santo de mi devoción, no puedo resistirme a citar el ocurrente comentario del Sr. Espinosa de los Monteros, cuando en "La Hora de la 1" le preguntaron su opinión sobre la escasa presencia del Pedro Sánchez durante estos días. Hizo extensivo su juicio a Pablo Casado y los despachó con un "No han hecho nada, que es lo mejor que pueden hacer porque cada vez que hacen algo se equivocan". Así que, señor Casado, ya sabe: en la próxima moción de censura, que igual está al caer, modere sus críticas a sus medio socios de la derecha de la derecha, que luego se encabritan y lo meten en el mismo saco que el Presidente del Gobierno Social Comunista de Etarras y Golpistas.

Los que no dieron la talla (tampoco es una clasificación de deméritos)

  • El Ministro Ábalos. Él mejor que ustedes y que yo estaba en condiciones de saber la que se nos venía encima. ¿Qué ha pasado en Barajas, señor Ábalos? No se escude en las compañías aéreas, no me diga, tampoco, que con medio metro de nieve no había forma de hacer llegar comida, bebida y mantas a los cientos de frustrados pasajeros que tuvieron que dormir en el suelo sin nada que llevarse a la boca. Eso se ve. Pero o no se les deja llegar, o se tiene previsto qué hacer con ellos. Usted era otro de los que sabía de pe a pa la que se nos venía encima ¿Qué hizo usted, señor campanudo Ministro de Fomento, para forzar a las aerolíneas, o a Aena, o a quien fuera para, por lo menos dar información? No, no me hable de la próxima vez. Por fortuna, a usted no va a tocarle.
  • El Ministro Grande Marlasca. No anduvo fino. Estaba muy serio, medio enfadado, como siempre, pero tampoco dio con la tecla. Descartó la declaración de zona catastrófica de Madrid pedida (con malos modos, eso sí) por la Presidenta de la Comunidad antes de estar en condiciones de evaluar los daños. Luego ha rectificado, pero, como es Ministro y no Bedel, lo dejo en este apartado. La próxima vez que aprenda a pensar antes de hablar, cosa que a un Ministro, si encima viene de la judicatura, debe pedírsele siempre.
  • El Ministro-Candidato ¿o será Candidato-Ministro? Otro que también sabía lo que iba a pasar y tampoco supo lo que tenía que hacer. Uno comprende que ande un poco liado con tantas y tan diferentes ocupaciones simultáneas, pero créame, señor, Illa: no tiene usted derecho a dejar desprotegidos a sus sanitarios. Son su gente ¿recuerda? Ellos han cumplido, como siempre, pero ¿No podría usted haber tenido previsto su alojamiento, lo más cerca posible de sus centros de salud? ¿Por qué han tenido que doblar turno? Ni unos podían llegar a sus casas ni otros a sus centros de trabajo ¿Se da cuenta? Ha habido alguno que ha hecho andando ¡Andando sobre la nieve! hasta 17 kms para cumplir con su deber. Cuando vuelva a verlos, no se le olvide recordarles cuánto los quiere. Pero no se extrañe si se le dan la vuelta y le dejan con la palabra en la boca. 
  • Dª Isabel Díaz Ayuso. Puntual a su cita con la polémica, nuestra inefable Presidenta lo ha bordado una vez más. Ella a lo suyo: si hay problemas o se piden voluntarios, o se privatiza lo que toque. Ahora no había tiempo, luego mejor no hacer nada que utilizar recursos públicos, los forestales de la comunidad, por ejemplo. Si luego alguien, no ella, no, alguien, anda por ahí diciendo que ha pedido la UME pero que no se la mandan… Desaparecida en combate, solo ha revivido para dar y dar y volver a dar entrevistas. ¿Su contenido? El de siempre: el Gobierno no está a la altura, no se puede confiar en él, etc., etc. Hasta ha cometido la torpeza de insultar a aquellos a quien estaba pidiendo dinero, cuando se refería al "Gobierno manirroto" al que ya estaba solicitando la declaración de zona catastrófica. Y no, no es cierto que estuviera reunida con sus asesores para ver cómo privatizar Filomena. ¿Le molestaría mucho tomar ejemplo de su tan cercano Alcalde de la Capital de España?   

Los ciudadanos irresponsables (muchos más de los que quisiéramos)

Ni los he contado, ni nadie va a tomarse la molestia de elaborar estadísticas al respecto, pero basta con recordar lo que hemos visto en las pantallas de nuestras casas.

  • ¿Cuántos de los que hubo que rescatar de sus vehículos atrapados en la M-30, o la M-40 o en las inmediaciones de la Sierra estaban allí porque su desplazamiento era urgente, necesario, inaplazable?
  • ¿En qué pensaba el pollo que cogió a toda su familia, la metió en el coche, llegó hasta el autoservicio mas próximo, atiborró el maletero de rollos de papel higiénico y se fue después a la Plaza de la Independencia con la única y estúpida intención de hacerse un selfie e inmortalizar su careto con la Puerta de Alcalá nevada en Instagram? Terminó la jugada poniendo a caer de un burro a "las autoridades que nos han dejado tirados".
  • ¿Qué razonamiento siguió el que se montó en su coche con toda su familia, camino de la Sierra, en vaqueros y deportivas, sin cadenas porque el Ministro no va a decirle a él qué puede hacer?
  • ¿Quién le pide cuentas a quien abandonó su vehículo donde le pareció y pese a las advertencias del Ayuntamiento, acudió a recogerlo por su cuenta y riesgo, estorbando, de paso, la acción de los servicios de urgencia?

Cuando Filomena sea solo un mal recuerdo

  • Pasará el temporal y recuperaremos parte de lo perdido; miles de árboles habrán desaparecido de jardines, calles y paseos; algunas cosas habrá que rehacerlas o darlas por perdidas; muchos ciudadanos tendrán que soportar daños que no cubrirán los seguros y se quejarán de que nadie les ayudó. Unas veces será cierto, y otras no. 
  • Los políticos respirarán y buscarán el siguiente motivo para zancadillear al rival. En la próxima crisis volverán a hacer lo que mejor saben: otear el horizonte y buscar la manera de tirarse a la yugular del rival. Cualquier cosa menos llamar por teléfono a quien corresponda para ofrecer su ayuda y resolver el problema entre todos.
  • Y nosotros, pobres paganos de tanto dislate, seguiremos cayendo en la trampa y creyendo que ese lo ha hecho mal, porque ya se sabe de qué pie cojea, y que si hubiera estado en su lugar el mío, otro gallo nos habría cantado.  



sábado, 9 de enero de 2021

 El día que los energúmenos asaltaron el Capitolio

La actualidad impone sus reglas

Había empezado a escribir un post sobre una cuestión que me parecía de rabiosa actualidad, la azarosa gestión del proceso de vacunación en España, pero las imágenes de bandas de seguidores de Donald Trump asaltando el Capitolio de Washington me obligan a cambiar de tercio. 

La próxima semana tendremos tiempo de volver sobre jeringas, viales, sanitarios y politiquillos: no creo que en siete días las vacunas hayan perdido actualidad ¡Qué más quisiéramos!


Las causas del desastre

Es un extraño y macabro privilegio vivir en una época en la que sucesos como los del Día de Reyes del 2021 en Washington podamos contemplarlos a la altura del segundo plato de nuestras cenas. 

Mal empieza el sucesor del funesto 2020, por cierto.

Privilegio relativo porque la reiteración de acontecimientos extraordinarios televisados en directo, termina, creo yo, por banalizar lo categórico y reducirlo a la trivial condición de espectáculo de sobremesa apto para el consumo: la voladura de las Torres Gemelas, los anteriores bombardeos de la segunda guerra de Irak, el más antiguo de la entrada de Tejero en el Congreso pistola en mano, se repiten una y otra vez y terminan siendo eso, entretenimiento televisivo, y no el testimonio de acontecimientos trascendentales.

Y es esa contradicción entre la imagen y su significado lo que me propongo comentar. Tratar, en definitiva, de llegar lo más lejos posible a la hora de valorar lo que nos ha llegado por el televisor: qué es lo que de verdad ha pasado, por qué, cuáles han sido las causas, hasta dónde alcanza el problema y, si es posible, qué se supone que pueda hacerse para corregir el rumbo, si es que hubiera que hacerlo.

No me gustaría caer en la tentación de dedicar demasiada atención a Donald Trump. Personaje importante, sin duda, pero más como síntoma, como símbolo, si lo prefieren, que como esencia del problema. No se debe confundir a Laurence Olivier con Hamlet: una cosa es la tragedia y otra su intérprete circunstancial.

Solo unos párrafos, pues, para escribir sobre el saliente Presidente, aferrado a su sillón como lo que es: su última tabla de salvación ante su incierto futuro. Donald Trump, millonario  de segunda generación, eficaz comunicador, llega a la política él sabrá por qué razones exactas, pero, a no dudarlo, como medio para proteger sus intereses personales, familiares y empresariales. 

Llega de la mano de un grupo de ideólogos de la comunicación que, cumplida su tarea de llevarlo hasta el despacho oval, se desperdigan por medio mundo para seguir contaminando la política occidental; gentes que han descubierto y sistematizado unas herramientas antes vergonzantes: la mentira se cree mejor y rinde más rédito electoral que la verdad; es más fácil manipular el sentimiento que la razón; el votante medio está dispuesto a dar por bueno lo que coincide con sus creencias profundas; es preciso contar con víctimas propiciatorias fáciles de identificar, los inmigrantes, los musulmanes, etc. etc.., como antes los judíos, los moriscos, los armenios a los que cargar con las culpas colectivas.

Se instala en La Casa Blanca tras una controvertida campaña en la que se enfrenta a una titubeante y poco o nada creíble contrincante, y se mantiene en su sillón gobernando la primera potencia del planeta desde una cuenta de twiter. 

Improvisa, cambia de rumbo y, sobre todo, miente. Algún medio de comunicación le ha contabilizado más de diez mil mentiras, pero no pasa nada, no hay impeachment que lo descabalgue porque la dirección de su Partido, el viejo, sólido y antes sensato Partido Republicano no quiere hipotecar el voto de la creciente masa de enfervorizados seguidores que atesora el extravagante mandatario. 

Cae derrotado en las elecciones más concurridas de este siglo y del anterior. Pierde la reelección contra pronóstico, porque, pese a la división en el seno del Partido demócrata, pese a que sus seguidores siguen aumentando, al final, la afluencia masiva de nuevos votantes termina con su mandato.


Una sociedad enferma 

No sé si somos conscientes de hasta dónde se ha tornado paradójica la política norteamericana. 

  • El Partido Republicano, la casa común de las clases dirigentes, de "los ricos" para entendernos, gana las elecciones de 2016 con Trump, apoyándose en el voto de los desheredados de la América Profunda y de los cinturones industriales empobrecidos por la globalización que impulsaron ellos. 
  • Lo hace gracias a un lema "America lo primero" que se ha revelado una gran mentira: a día de hoy USA está mucho más cerca de perder el liderazgo mundial que hace cuatro años, si es que no lo ha perdido ya a favor de su gran obsesión, la China post comunista.
  • El Partido demócrata, antaño feudo del sindicalismo, de la clase trabajadora industrial americana, giró hasta convertirse en el Partido de la progresía universitaria, el refugio de los intelectuales y de las gentes de la cultura, lo que le ha llevado a perder base social. 
  • Si ha revertido la situación ha sido gracias al voto emergente de hispanos y negros (¡perdón, perdón, perdón! ¿cómo ha podido pasar? Todo el mundo sabe que hace tiempo que en USA ya no hay negros, ahora son afroamericanos; se les sigue apaleando pero han dejado de ser negros, lo que, por extraño que parezca, no les resulta suficiente).
  • Una parte importante de la maquinaria de la comunicación social norteamericana, prensa y cadenas de radio y televisión ha olvidado su papel de ser la conciencia crítica de la sociedad para conchabarse con el poder a la búsqueda de cifras de venta que le permitan capear el temporal y compensar el desastre que le está suponiendo el auge de las redes sociales. 
  • La gran paradoja es que han ganado credibilidad mintiendo, porque como ya decíamos, muchos consumidores de noticias solo están dispuestos a creer aquello en lo que ya creen, sin el menor atisbo de actitud crítica respecto a lo que pasa a su alrededor.
  • Para las fuerzas del orden norteamericanas no todos los ciudadanos son iguales. Las mismas unidades acusadas hace pocos meses de brutalidad ante manifestantes desarmados, hicieron ahora gala de una pasividad, una condescendencia y, en ocasiones, un pavor, inauditos: el Capitolio fue asaltado ante la impotencia de unos cuantos servidores del orden, a los que hemos visto acorralados o huyendo a la carrera ante energúmenos llegaban enardecidos por las soflamas de un mandatario dispuesto, si el caso llega, a dinamitar las bases de su sociedad para mantenerse a cubierto del futuro incierto que le espera. 
  • Lo que pasó venía anunciándose desde hacía días: solo hacía falta leer los tuits de Trump. Era previsible, podrían haberse tomado medidas.

Pese a todo, lo que hemos visto sólo es un síntoma

El asalto al Capitolio, la actitud del Partido Republicano, el vacilante papel de los medios de comunicación, la creciente masa de seguidores de un farsante, la exhibición de armamento de guerra en manos civiles, el ondear de simbología de trágico recuerdo, ni es nuevo ni es solo una problema local.

Europa ha sufrido en el pasado fenómenos similares y, ahora mismo, asiste con menos atención de la debida al renacimiento de viejos fantasmas. Saben de qué y de quiénes hablo, así es que excúsenme de gastar más tiempo.

La entronización de la mentira no como arma, que ya sería muy grave, sino lo que es mucho más peligroso como herramienta del trabajo diario, es una constante de las ideologías totalitarias: Hitler, Stalin, Mao, Trujillo… tienen algo en común: todos han llegado al poder mintiendo, tergiversando el significado mismo de las palabras, contaminándolo todo con sus embustes.

Es evidente que una vez demostrada la eficacia de la herramienta, pocos políticos van a sustraerse a la tentación de usarla. La mentira es un virus contagioso. Miremos nuestra casa: todos mienten porque saben, además, que sus seguidores solo están capacitados para detectar las falsedades de los demás. Pongan ustedes mismos los ejemplos, los nuestros, los de ahora, inténtenlo, son tan fáciles…

En los cimientos de esta pirámide monstruosa, auténtico monumento funerario a una civilización que agoniza se encuentra la subversión de la escala de los valores que la hicieron grande. Podría sintetizarlos en uno: hemos pasado de ser una civilización con deberes a una cultura con derechos, solo derechos, derechos para todos, hasta para los animales, pero ¿quién se arriesga ahora a montar una campaña electoral sobre el eje de los deberes del ciudadano?

Algún síntoma positivo

Insuficiente para revertir la tendencia al desastre, pero gratificante, desde luego.

  • El Poder Judicial norteamericano ha estado a la altura de las circunstancias a distancia sideral del Ejecutivo e incluso del Legislativo. Tribunales locales, estatales y federales, el mismo Tribunal Supremo, ha ido desestimando, una tras otra, más de sesenta pretensiones de Trump para invalidar el proceso que va a expulsarle de su refugio antinuclear, de su ansiada Casa Blanca. Más de cien magistrados no importa de qué tendencia, se han movido en los estrictos límites de la decencia profesional. Es innegable que entre ese centenar de funcionarios honrados los habría de todas las ideologías políticas; más de uno había sido nombrado por el querellante; cada uno tendría sus propias convicciones. No han abdicado de ellas, pero las han aplicado respetando los límites de lo que dictan las Leyes y, en su caso, los precedentes, y han tirado a la papelera las alegaciones del hombre supuestamente más poderoso del mundo. Al menos este pilar sigue firme.
  • Los votantes del Estado de Georgia, uno de los bastiones del republicanismo histórico, incluso uno de los territorios donde el racismo, la nostalgia por la Confederación, las fechorías del KKK han sido más persistentes, han vuelto la espalda a la Historia y han entregado los dos escaños del Senado al Partido Demócrata. Joe Biden tiene, a partir del 20 de enero, alguna dificultad menos a la hora de tratar de restañar las heridas dejadas por el huracán Trump

¿Suficientes consuelos como para pensar en una posible inversión del sentido de la marcha histórica? No lo creo. Estoy muy lejos de las tesis de Oswald Spengler a la hora de interpretar los métodos para salvar una civilización moribunda (él la llamaba "cultura"), y más me inclino a pensar que nuestro ciclo está agotado sin remedio, por más años que la Historia tarde aún en enterrar el cadáver. Por si sirve de consuelo, hablo de procesos largos, no fulgurantes, que, más que posiblemente concluyan dentro de dos o más generaciones. 

¿Quién recordará entonces, la aciaga jornada en que huestes enloquecidas, arengadas por un Presidente derrotado, asaltaron el templo del Capitolio? Nadie resucitará a las cinco víctimas de la algarada del día de Reyes, tiempo llevará restaurar el prestigio dañado del país que pretendía ser el garante de la democracia en el mundo y pocos, muy pocos, se preguntarán cuándo, cómo, por qué y para qué empezó todo.

Trump ha caído, como cayó Berlusconi, un precursor al que no dimos demasiada importancia. Han pasado pero llegarán otros, porque el virus de la mentira, del populismo, de los movimientos identitarios que pretenden salvar la civilización de quien no la está atacando siguen entre nosotros. Cada vez más activos. 








sábado, 2 de enero de 2021

 El mundo que viene

Hasta nunca, 2020

¡Por fin el 2020 ya es historia! Terminó el año más funesto de los últimos tiempos. Hacía un siglo que España no soportaba una hecatombe como la que nos trajo el año recién terminado. Mucho menor que la que se desencadenó el 18 de julio del 36, pero esta fue obra del hombre y ya se sabe que contra la crueldad humana ni la propia naturaleza enrabietada puede competir.

No recuerdo, ni nadie, una Noche Vieja parecida; la gente sensata constreñida a una celebración en tono menor, rompiendo tradiciones más o menos respetables, rodeados del primer círculo familiar, evitando matasuegras, confettis, serpentinas, gorritos brillantes y pelucas ridículas. Los insensatos, poniendo en juego la salud de los demás, también la suya propia, y arriesgando algún problema adicional. No debo, ni quiero quejarme: para mí la noche pasó en la mejor de las compañías posibles, con mi mujer, pero extrañé el modo insólito de cambiar de año.

Y la mañana del 1 de enero, mientras veía y oía la retransmisión del celebérrimo Concierto de Año Nuevo, con la Sala Dorada de la Musikvereun vienesa, engalanada con el acostumbrado alarde floral de cada año, con la fantástica sala vacía, mientras cavilaba cómo iba a arreglárselas Riccardo Muti para dirigir los aplausos de un público inexistente cuando atacara La Marcha Radetsky, me dio por pensar que estaba asistiendo a una alegoría sobre el momento presente: la orquesta tocaba como siempre, impecable, exacta, precisa, porque lo hacía para más público que nunca; los ausentes de la sala sólo eran figurantes que este año no habían podido asistir, pero la Filármónica de Viena nos estaba diciendo que la vida continuaba, que no había obstáculos insalbables, que la cita del próximo año, cuyo director ya estaba seleccionado, tendría lugar, como el resto de los acontecimientos por venir.

Así que he decido empezar el año, bajo estas premisas más cercanas al optimismo y a la esperanza que al desánimo y la depresión. 


Enseñanzas de la Historia

Sé que que lo peor podría no haber pasado todavía. Sin embargo la pandemia que aún se ceba con nosotros está siendo una minucia si la comparamos con la peste negra del siglo XIV. Las víctimas que dicen que se cobró aquella terrible maldición, oscilan entre el 30 y el 60 % de la población europea.

¿Se imaginan? Supongamos que lo dejamos en la mitad  de ambas cifras y que lo aplicamos a España: habríamos soportado más de 20 millones de muertos ¡20 millones! No es ningún consuelo. No quiero que lo parezca. Eran otros tiempos, incomparables en conocimientos médicos o en recursos científicos.

Pero es que, además, hay otra forma de interpretar los hechos y sus consecuencias. Es más que posible que cuando la Covid 9 sea solo un mal recuerdo, una pesadilla, vivamos ya en otro mundo diferente al que ahora conocemos. Quizás los cambios no sean tan evidentes como para que todos podamos percibirlos, pero el mundo que conocíamos, habrá entrado en el pasado.

La Historia no guarda el paso; su devenir no discurre a velocidad constante sino a saltos, y a veces, padece retrocesos. Por otra lado, es tan difícil saber que estás siendo protagonista de algún género de mutación… La Historia nunca lo parece a quienes la viven.

Volviendo a la peste negra, muchos han defendido que el esfuerzo para vencerla fue el motor que puso en marcha el Renacimiento y dejó atrás la Edad Media. Por ponerle una fecha de nacimiento a la gran renovación ¿por qué no la publicación de "El Decamerón"? Se dice que fue escrito por Bocaccio entre 1351 y 1353, es decir, en el momento de máxima virulencia de la peste.

Para Arnold J. Toynbee, el despertar posterior a la peste negra sería otra manifestación más de uno de los principios que él defiende: los saltos adelante en las civilizaciones suelen ser la consecuencia de saber utilizar el sobrante de energía generado para vencer una dificultad extrema (él ha escrito que el imperio español se conquistó gracias al correcto uso de la energía acumulada durante los ocho siglos de confrontación con la cultura musulmana).

Si eso es así, si algo pudiera haber empezado ya a cambiar entre nosotros. ¿Por qué no imaginamos qué podría ser? Lo único permanente es el cambio, así que la clase de vida que tendrá que lidiar esta misma generación que ha tenido dificultades para asistir este curso a los colegios podría ser diferente a la que conocimos nosotros.

¿Y si actuáramos todos a partir del convencimiento de que cada conflicto no siempre es una desgracia, o no solo una desgracia, sino además y antes que nada, una oportunidad?

Por ejemplo 

  • Cuando estalló la pandemia descubrimos que la globalización en la que nos habíamos metido todos (todos, no solo los gobernantes, ni solo España, ni solo los grandes empresarios: todo el mundo) nos había dejado inermes. No teníamos de nada en los almacenes, ni siquiera había almacenes. Solo disponíamos de las cuatro cosas que habíamos decidido tener, turistas, ladrillos  frutas y hortalizas. Nos habían reducido a ser el hotel del mundo y el huerto de Europa. ¿Y si vuelven los malos días? ¿No sería buena idea reindustrializar nuestro país, diversificar las fuentes de nuestra riqueza? Se trata no solo de evitar tropezar en la misma piedra, sino de compensar cosas que quizás no vuelvan, o no vuelvan tan abundantes como antes. 
  • Necesitamos diversificar nuestras fuentes de bienestar. Es tan vieja la idea… "Nunca pongas todos los huevos en la misma cesta", se dice. Nuevas fuentes de riqueza. No se me ocurre en qué ramas, aunque si volvemos la vista atrás… En el Siglo XVII vendíamos lana y lino y comprábamos, mucho más más caro, telas y vestidos. Ahora vendemos frutas y compramos mermeladas. Con el paso del tiempo, nosotros éramos pobres y ellos ricos.
  • Cuando nos enclaustramos resultó que nuestras casas urbanas eran inadecuadas para soportar encierros prolongados: no veíamos el sol, ni los árboles, ni oíamos los pájaros. Tratamos de volver a nuestros pueblos, pero es que tampoco podíamos viajar. Bien, volveremos a poder desplazarnos; Miro fuera de nuestras fronteras y veo países con menos espacio, más poblados y menos congestionados: gestionan mejor su territorio. ¿Por qué no llevar esas industrias, esos talleres, esos laboratorios que necesitamos a los lugares que vegetan dejados olvidados de todos?
  • Dicen que de tierras bárbaras vendrá un maná que nos dará la vida. Es posible que alguno espere un reparto de a tanto por cabeza y crea que entre lo que tiene y lo que a él le toque podrá arreglarse, pero la idea es otra: hay que remozar el país, darle la vuelta como a un calcetín; tenemos que hacer una España nueva. Así que ¿Por qué no empleamos el oro que vendrá de Flandes (que era adonde acababa el que venía de América, por cierto) en hacer las cosas de manera diferente a como las conocíamos?
  • Es el momento de considerar blasfemia, delito de lesa patria, seguir diciendo "que inventen ellos". Es imprescindible dedicar grandes sumas a pensar, investigar, crear, inventar. Y para ello necesitamos dotarnos de cuanto la ciencia de hoy ofrece, y mostrárselo a nuestros hijos. A todos los hijos de todos nosotros, porque el talento no es patrimonio de ninguna clase social y no podemos permitirnos el de despilfarrar capacidades. Hay "digitalizar" España para no perder el próximo tren; me horroriza el término, pero qué quieren, los tiempos cambian. 
  • Las concepciones ideológicas sobre cómo organizar la sociedad podrán seguir distintos caminos, pero si algo está fuera de duda es que los países que mejor están saliendo de la zanja son los que cuentan con una mejor, más eficiente y más extensa cobertura sanitaria. No solo es cuestión de cuánto, sino de cómo se gasta el dinero.

El año en que los turistas se quedaron en casa

Porque esa es otra: estábamos tan contentos, unos más que otros, desde luego, porque ya recibíamos más de 83 millones de turistas; cerca de dos por habitante; éramos los segundos del mundo, por delante incluso de los Estados Unidos. Había quien decía, frotándose las manos, que "esto no ha hecho más que empezar". Y cada día se inauguraba otro hotel, se destrozaba otra playa o se talaba otro pinar para levantar otra torre de apartamentos para cuando llegaran los siguientes turistas.

Ya. De golpe, como rayo caído de cielo despejado, los turistas se esfumaron, desaparecieron, se volatilizaron. Ni ellos querían venir, ni nosotros los habríamos dejado entrar. Y, como dice la Biblia "entonces fue el llanto y el crujir de dientes", porque se había secado la fuente de nuestro bienestar, y nadie sabía dónde estaba el manantial más cercano. 

¿Estamos juzgando el fenómeno a escala planetaria o sólo pensamos en los bares cerrados de nuestra calle? El turismo del mundo entero ha entrado en crisis, desde la agencia de viajes a la taberna de la esquina; del burro-taxi de Mijas a alguna de las más grandes aerolíneas del planeta. De Ibiza a Tahití no hay forma de encontrar un turista.

¿Crisis pasajera? Puedo equivocarme, pero dudo que alguna vez se recuperen las cifras del 2019, porque lo que quizás se ha perdido (si es que eso es una pérdida) no es el turismo, sino el turista como ejemplar humano. Siempre habrá viajeros, pero esa es una especie biológica diferente al turista. Lo que ya no sé si volverá es la necesidad compulsiva de irse de copas a Ciudad del Cabo, pasar la semana Santa en Bali, o celebrar la despedida de soltero en las faldas al Perito Moreno, total, para hacerse un selfie colgarlo en la red y que lo vea mucha gente. 

Se me ocurre que no es mala cosa hacer de la necesidad virtud, así es que a lo mejor conviene poner en duda si es tan penoso que caigan en picado las cifras de visitantes del Louvre o de la Capilla Sixtina (10’2 y 7’5 millones el 2019, respectivamente) porque ¿cuántos de esos visitantes sabían quiénes fueron Leonardo o Miguel Ángel? Leí que el 22 de mayo, también de 2019, subían al Everest 200 personas ¿Desde cuándo ese furor? ¿Qué hacer con la basura que mancillaba las cumbres del techo del mundo?

Así es que, como decía ¿Por qué no empleamos la energía que habrá de sobrarnos cuando esto pase en procurarnos trabajos,  medios de vida, aficiones menos artificiales? Tendremos que cambiar muchas cosas, pero algunas no serán malas.

  • Nuestras viejas ciudades podrían recuperar su fisonomía tradicional, sus habitantes volveríamos a ser nosotros, no gentes de paso, visitantes efímeros que desnaturalizan nuestros modos de vida y no sienten ningún amor por un lugar donde tenían programado pasar una o dos noches.
  • Cientos de miles de nuestros hijos podrían dedicarse en su propio país a la profesión que hubieran elegido; la ingente fortuna que España gasta en formar sanitarios e ingenieros lo recuperaríamos nosotros. Los chicos no tendrían que irse a Liverpool, o a Bremen o a Chicago para vestir una bata verde, o para ponerse delante de un microscopio. Tendrían trabajos más ricos más creativos, que ser, por obligación, los posaderos del mundo.
  • No se trata de prescindir del turismo, sino de hacerlo más compatible con otras fuentes de trabajo y riqueza. No estaría de más centrarse no en cuántos turistas vienen sino en qué tenemos que cambiar para que los que vengan hagan otras cosas que nos dejen más dinero ¿Hemos olvidado que el 30 % del supuesto gasto por turista se queda o vuelve al país de origen?
  • Se trata de estar mejor preparados no para la próxima catástrofe, pero sí, por ejemplo, para el próximo cambio en las costumbres de nuestros coetáneos. Porque lo cierto es que la pandemia ha sacudido vidas y haciendas de todo el mundo, pero no en la misma medida. Vean  y comparen estas cifras correspondientes al turismo en 2018:

                       % del PIB           % de Empleo  Caída PIB a finales 2020

      Francia             7’4                     7’5                  9’1

      Italia                5’9                     8’3                   9’1

      USA                  2’9                    4´3                  3’7 

      Grecia               6’8                    10’0               10’1

      España             11’8                   13’5               12’4 


Vean  y reflexionen sobre los efectos del virus en unas y otras economías. Todos lo pasaremos mal, y las causas son múltiples, es verdad, pero los que dependíamos en exceso del turismo tardaremos más en salir del atolladero.

No quiero que se me vea como un enemigo del turismo, porque no es así. Lo que se llamó nuestra industria sin chimeneas ha sido una de las palancas que movieron España. No sólo en el terreno económico. 

Olvidada la autarquía, el Plan de Estabilización del 59 y el posterior Primer Plan de Desarrollo del 63, sentaron las bases del nuevo modelo: exportamos paro e importamos divisas y turistas; las condiciones favorables en cuanto a fiscalidad y el coste y control férreo de nuestra mano de obra atrajeron inversiones extranjeras, norteamericanas primero, otras después, y todo cambió.

¿Recuerdan aquella canción de "El turista 1.999.999"? Era el año 1977 ¡Conseguir dos millones de turistas nos parecía toda una hazaña!

Sé que es más fácil criticar que proponer, y más fácil proponer que ejecutar, así es que delego esas difíciles tareas en quienes viven de y por la organización de nuestra vida. Desde Manuel Fraga, Primer Ministro de… Y Turismo, hasta hoy, ha llovido mucho, unas cosas se han hecho bien y otras no; alguien debería encontrar el camino para evitar viejos errores, aunque haya que empezar por dinamitar el duopolio ladrillo-turista.


Feliz Año Nuevo, pese a todo

Había terminado el último acorde de "El Danubio Azul". el Director había hecho minutos antes una pausa para felicitar el año nuevo a los millones de telespectadores que seguíamos el concierto desde nuestras casas. Todos sabíamos que ya solo faltaba la "Marcha Radestky". Muti interpeló a los profesores con un simple alzamiento de cejas. La orquesta volvió a sonar una vez más.


Créanlo o no, el ejemplo de la Orquesta sinfónica, tocando sin público para todos nosotros, me resultó estimulante.  Soy uno más de los millones de seres humanos que están convencidos de que el año 2021 mejorará el ejemplo de su nefasto predecesor.  Para este año, y para el siguiente, deseo a todos mis lectores paz, sosiego, voluntad de superación, ánimo, esperanza y optimismo. Somo oí decir alguna vez "en peores trincheras hemos hecho guardia.


No creo en el determinismo histórico, el futuro no es inevitable, lo que es imposible es cambiar el pasado, se puede mentir sobre él, pero fue el que fue. El futuro, por el contrario depende de todos; de los aciertos y errores de nuestros mandatarios, de los errores y aciertos de sus opositores y de las relaciones entre ambos.

Y del trabajo callado, constante y tenaz de todos nosotros.

Por todo eso, brindo por ustedes, por todos nosotros. Feliz 2021