sábado, 16 de enero de 2021

 El día que Filomena nos dejó congelados


¿Lo esperábamos o no?

Desde luego que lo sabíamos y lo esperábamos. Todos. Ni es la única ni será la última vez que la Agencia Española de Meteorología ha acertado en sus pronósticos.

Tal parece que solo la Presidenta de la Comunidad de Madrid no se había enterado; eso dice la prensa escrita, que nadie la había avisado, lo que indica que, una de tres, o la prensa se ha equivocado de Presidenta, o Dª Isabel es autista, o la verdad y ella no se llevan bien.

Los noticieros de todas las cadenas habían advertido hasta el aburrimiento que a partir del 9 de enero España se enfrentaba al temporal de frío y nieve más devastador de los últimos tiempos. 

Insistieron en que la incidencia sobre la vida diaria, sobre la movilidad, sobre los suministros, sobre la salud, iba a ser superior a todo lo conocido en los últimos años. Se dijo, incluso, dónde los efectos de "Filomena" iban a ser más graves, específicamente en Madrid, y se advirtió sobre las precauciones que era aconsejable tomar.

Primera conclusión por lo tanto: el servicio estatal de meteorología ha hecho un buen trabajo y quien no se haya enterado no habrá sido porque no ha tenido la oportunidad de hacerlo.

Sin embargo, el caos ha sido generalizado. No es preciso insistir, porque creo que 999 de cada 1.000 españoles habrán visto una y cien veces imágenes de lo que aun sigue pasando

¿Qué ha fallado, entonces? Casi todo lo demás, pero vamos por partes.


¿Está usted en el selecto grupo de quienes piden gollerías?

No hay siniestro natural, por devastador que sea, que haga callar al coro de quienes están tan ufanos de sus derechos que parten de la hipótesis de que todo les es debido, y que el deudor es "El Gobierno". No este Gobierno, ni el anterior, ni el que ellos mismos hubieran puesto a dedo: el Gobierno como ente abstracto, icónico, fantasmal materialización del servidor automático de caprichos a la carta.

Percátese el lector de que, por otra parte, "El Gobierno" no es el Consejo de Ministros y sus inmediatos colaboradores, no, sino es un ente ectoplásmico que engloba, resume y subsume a cualquier autoridad con mando en plaza, ya sea local, provincial, autonómica, o estatal. Como es  de rigor, la única misión de "El Gobierno" es atender, siempre y solo, las necesidades del ciudadano protestón que no ha tenido antes la precaución de enterarse qué se espera de él para evitarle problemas.

Ejemplo: Isla del Hierro hace más de año y medio. Seísmo de magnitud 5’7 al oeste de la isla, mar adentro. Se venía anunciando, se produjo y pasó lo que pasó. Pese a todo, le terremoto provoca el desprendimiento de un talud que bloquea una carretera que queda fuera de servicio. Queja de un transportista local ante la televisión, porque no puede seguir su camino y para llegar a su destino, tiene que dar un rodeo:

—"Estamos en un país tercermundista. ¿Se puede saber qué está haciendo el Gobierno? ¿Ahora quién me paga a mí el gasóleo de más que tengo que echarle a la camioneta? ¡No hay derecho, hombre!".  

No sé ustedes. Yo he oído estos días lamentos igual de peregrinos en boca de transportistas atrapados por la nieve.

Han fallado muchas cosas, pero si hay algo absurdo es sorprenderse y, llegado el caso, escandalizarse de que España, Madrid por ejemplo, no cuente con el mismo equipamiento para hacer frente a una nevada gigante que Chicago, Moscú o Montreal.

"Filomena" ha sido la mayor tormenta de nieve que hemos soportado en 114 años. En España, se entiende. Cualquier invierno, Berlín, Oslo, Munich, San Petersburgo conocen media docena de nevadas mayores ¿Verdad que no es comparable lo que deben hacer unas y otras colectividades para protegerse? ¿Sí? Pues hay quien da por supuesto que su comodidad, la suya, exige que tengamos los mismos quitanieves que Varsovia.

Pese a lo cual es evidente que no todos los implicados en la solución de estos problemas lo han hecho igual de bien o de mal.


Los que lo hicieron más o menos bien (no es un ranking, lo advierto)

  • El Alcalde de Madrid. El Sr. Martínez Almeida ha vuelto a estar en su línea. Una semana después su ciudad sigue en estado de shock pero se ha dedicado a lo que tenía que hacer: dirigir a quien le corresponde el trabajo de campo. Y no ha hecho tonterías, que en estas situaciones es casi tan importante como hacer las cosas bien. Ha procurado coordinar sin estorbar, ni perder el tiempo en más apariciones públicas que las imprescindibles y para decir cosas sensatas, no para encender los ánimos de nadie. Por no estorbar, ni siquiera se le ha visto a quitar la nieve en persona.
  • La Ministra de Defensa, y a partir de ella, la Unidad Militar de Emergencias y el resto de unidades de las Fuerzas Armadas que han participado, han sido, como de costumbre, eficaces, oportunas, decisivas. Fueron donde las llamaron, hicieron su trabajo y no perdieron el tiempo en actitudes innecesarias. La ciudadanía lo sabe, lo agradece y lo recordará. Y para que no quede duda, el whatsapp que circula por ahí diciendo que el Gobierno se está negando a enviar la UME a la Comunidad de Madrid es un bulo repugnante. Compruébenlo, si quieren.
  • La clase sanitaria por si no tuviera bastante con la Covid 19, ha tenido que hacer frente, además, a las consecuencias médicas del temporal. El comportamiento global, magnífico; a escala individual, heroico en algunos casos. Ni siquiera han ido por ahí, después, alardeando de nada.
  • Los Cuerpos de Bomberos, dispuestos, como siempre a jugarse la vida por la de los demás. Otros servidores silenciosos, que, sin alharacas están siempre que se les necesita. Y los servidores del orden, Guardia Civil, Policías estatales, autonómicas y municipales, lo mismo: han hecho un poco más de lo que han podido.
  • Un buen porcentaje de ciudadanos solidarios. Pero solo eso: un buen porcentaje. Hablar del "comportamiento ejemplar de la ciudadanía" es un ejercicio consciente de oportunismo e hipocresía. En este apartado solo caben quienes no solo no nos han complicado la vida a los demás, sino que han dado el do de pecho y el 10 por la mañana ya estaban, pala y pico, o cogedor, o bandeja o cualquier cosa disponible, retirando la nieve de los lugares críticos. 


Los que ni fu ni fa

  • El Presidente del Gobierno. No ha hecho nada digno de mención, ni para lo bueno ni para lo malo. Tal como yo lo veo, no es lo peor que puede hacer un Presidente en una crisis de esta naturaleza. Al menos no ha estorbado, no ha distraído recursos en pro de su propia promoción y, a despecho de sus opositores, otros lo han hecho mucho peor. Podría haberlo hecho mejor; y peor, ya digo.
  • Don Pablo Casado, Opositor Mayor del reino. Otro que tampoco ha metido el remo más de lo imprescindible. Se quejó de Sánchez, pero no demasiado; se solidarizó con Dª Isabel, pero tampoco la elevó a los altares. Quitó nieve, ni se sabe de dónde sacó la pala ni dónde puso la nieve que quitó. Estuvo lo justo para la foto y desapareció. Un consejo: despida al que le sugiriera el numerito, la mayoría de los ciudadanos son menos tontos que muchos de sus representantes. Cierto que luego ha dicho que los fondos europeos de la pandemia podrían usarse para paliar los efectos de Filomena. ¡Ay, cuánto mejor nos iría si nuestros políticos no se sintieran obligados a poner un huevo cada día…!
  • Aunque no sea santo de mi devoción, no puedo resistirme a citar el ocurrente comentario del Sr. Espinosa de los Monteros, cuando en "La Hora de la 1" le preguntaron su opinión sobre la escasa presencia del Pedro Sánchez durante estos días. Hizo extensivo su juicio a Pablo Casado y los despachó con un "No han hecho nada, que es lo mejor que pueden hacer porque cada vez que hacen algo se equivocan". Así que, señor Casado, ya sabe: en la próxima moción de censura, que igual está al caer, modere sus críticas a sus medio socios de la derecha de la derecha, que luego se encabritan y lo meten en el mismo saco que el Presidente del Gobierno Social Comunista de Etarras y Golpistas.

Los que no dieron la talla (tampoco es una clasificación de deméritos)

  • El Ministro Ábalos. Él mejor que ustedes y que yo estaba en condiciones de saber la que se nos venía encima. ¿Qué ha pasado en Barajas, señor Ábalos? No se escude en las compañías aéreas, no me diga, tampoco, que con medio metro de nieve no había forma de hacer llegar comida, bebida y mantas a los cientos de frustrados pasajeros que tuvieron que dormir en el suelo sin nada que llevarse a la boca. Eso se ve. Pero o no se les deja llegar, o se tiene previsto qué hacer con ellos. Usted era otro de los que sabía de pe a pa la que se nos venía encima ¿Qué hizo usted, señor campanudo Ministro de Fomento, para forzar a las aerolíneas, o a Aena, o a quien fuera para, por lo menos dar información? No, no me hable de la próxima vez. Por fortuna, a usted no va a tocarle.
  • El Ministro Grande Marlasca. No anduvo fino. Estaba muy serio, medio enfadado, como siempre, pero tampoco dio con la tecla. Descartó la declaración de zona catastrófica de Madrid pedida (con malos modos, eso sí) por la Presidenta de la Comunidad antes de estar en condiciones de evaluar los daños. Luego ha rectificado, pero, como es Ministro y no Bedel, lo dejo en este apartado. La próxima vez que aprenda a pensar antes de hablar, cosa que a un Ministro, si encima viene de la judicatura, debe pedírsele siempre.
  • El Ministro-Candidato ¿o será Candidato-Ministro? Otro que también sabía lo que iba a pasar y tampoco supo lo que tenía que hacer. Uno comprende que ande un poco liado con tantas y tan diferentes ocupaciones simultáneas, pero créame, señor, Illa: no tiene usted derecho a dejar desprotegidos a sus sanitarios. Son su gente ¿recuerda? Ellos han cumplido, como siempre, pero ¿No podría usted haber tenido previsto su alojamiento, lo más cerca posible de sus centros de salud? ¿Por qué han tenido que doblar turno? Ni unos podían llegar a sus casas ni otros a sus centros de trabajo ¿Se da cuenta? Ha habido alguno que ha hecho andando ¡Andando sobre la nieve! hasta 17 kms para cumplir con su deber. Cuando vuelva a verlos, no se le olvide recordarles cuánto los quiere. Pero no se extrañe si se le dan la vuelta y le dejan con la palabra en la boca. 
  • Dª Isabel Díaz Ayuso. Puntual a su cita con la polémica, nuestra inefable Presidenta lo ha bordado una vez más. Ella a lo suyo: si hay problemas o se piden voluntarios, o se privatiza lo que toque. Ahora no había tiempo, luego mejor no hacer nada que utilizar recursos públicos, los forestales de la comunidad, por ejemplo. Si luego alguien, no ella, no, alguien, anda por ahí diciendo que ha pedido la UME pero que no se la mandan… Desaparecida en combate, solo ha revivido para dar y dar y volver a dar entrevistas. ¿Su contenido? El de siempre: el Gobierno no está a la altura, no se puede confiar en él, etc., etc. Hasta ha cometido la torpeza de insultar a aquellos a quien estaba pidiendo dinero, cuando se refería al "Gobierno manirroto" al que ya estaba solicitando la declaración de zona catastrófica. Y no, no es cierto que estuviera reunida con sus asesores para ver cómo privatizar Filomena. ¿Le molestaría mucho tomar ejemplo de su tan cercano Alcalde de la Capital de España?   

Los ciudadanos irresponsables (muchos más de los que quisiéramos)

Ni los he contado, ni nadie va a tomarse la molestia de elaborar estadísticas al respecto, pero basta con recordar lo que hemos visto en las pantallas de nuestras casas.

  • ¿Cuántos de los que hubo que rescatar de sus vehículos atrapados en la M-30, o la M-40 o en las inmediaciones de la Sierra estaban allí porque su desplazamiento era urgente, necesario, inaplazable?
  • ¿En qué pensaba el pollo que cogió a toda su familia, la metió en el coche, llegó hasta el autoservicio mas próximo, atiborró el maletero de rollos de papel higiénico y se fue después a la Plaza de la Independencia con la única y estúpida intención de hacerse un selfie e inmortalizar su careto con la Puerta de Alcalá nevada en Instagram? Terminó la jugada poniendo a caer de un burro a "las autoridades que nos han dejado tirados".
  • ¿Qué razonamiento siguió el que se montó en su coche con toda su familia, camino de la Sierra, en vaqueros y deportivas, sin cadenas porque el Ministro no va a decirle a él qué puede hacer?
  • ¿Quién le pide cuentas a quien abandonó su vehículo donde le pareció y pese a las advertencias del Ayuntamiento, acudió a recogerlo por su cuenta y riesgo, estorbando, de paso, la acción de los servicios de urgencia?

Cuando Filomena sea solo un mal recuerdo

  • Pasará el temporal y recuperaremos parte de lo perdido; miles de árboles habrán desaparecido de jardines, calles y paseos; algunas cosas habrá que rehacerlas o darlas por perdidas; muchos ciudadanos tendrán que soportar daños que no cubrirán los seguros y se quejarán de que nadie les ayudó. Unas veces será cierto, y otras no. 
  • Los políticos respirarán y buscarán el siguiente motivo para zancadillear al rival. En la próxima crisis volverán a hacer lo que mejor saben: otear el horizonte y buscar la manera de tirarse a la yugular del rival. Cualquier cosa menos llamar por teléfono a quien corresponda para ofrecer su ayuda y resolver el problema entre todos.
  • Y nosotros, pobres paganos de tanto dislate, seguiremos cayendo en la trampa y creyendo que ese lo ha hecho mal, porque ya se sabe de qué pie cojea, y que si hubiera estado en su lugar el mío, otro gallo nos habría cantado.  



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