Guía para elecciones en tiempos de pandemia
Nunca des un consejo
¡Y menos si te lo piden! Algo que, por fortuna, no ocurre en este caso. Nadie me ha pedido que vaya por ahí impartiendo doctrina respecto a cómo debería comportarse en el próximo proceso electoral madrileño.
Ocurre con los consejos como con la poco aconsejable práctica de hacer favores, que acaban concitando los rencores de quien los recibe. Pese a todo, o quizás porque, ya digo, nadie me los ha pedido, quiero dejar escritas las recomendaciones que han de guiarme en este proceso que ya ha comenzado: la carrera por ocupar la Presidencia de la Comunidad madrileña.
Solo eso, por cierto: Madrid es importante, pero no es España. Así que lo que aquí deberíamos jugarnos sería nada más que la gobernación de una Comunidad Autónoma.
Lo que ocurre es que, nos guste o no, es bastante más: es la primera de las batallas por la configuración del tablero político del país.
Qué podemos hacer
Tal vez no sea el mejor momento para afrontar este trance. No es preciso listar las cuestiones importantes pendientes de solución y lo conveniente que sería para el bien de la ciudadanía, trabajar codo con codo los de aquí y los de más allá, pero es una reflexión sin valor alguno, porque las elecciones ya están convocadas.
Sin embargo, permítanme que les diga un par de cosas:
- La convocatoria anticipada de elecciones es una alternativa regulada minuciosamente tanto si se trata de elecciones generales como autonómicas. En el caso de Madrid, como en el resto, es una facultad exclusiva de quien ocupe la Presidencia de la Comunidad.
- Con la pintoresca excepción de Leopoldo Calvo Sotelo que adelantó elecciones sabiendo que iba a perderlas, lo habitual, aquí y en cualquier país que lo tenga admitido, es que las elecciones se adelanten cuando quien lo hace espera salir ganando con la maniobra. ¿Oportunismo político? Sin duda alguna, pero legal y legítimo. Tanto como plantear una moción de censura para remover un Gobierno. Luego, unas veces se acierta y otras no.
Así que volviendo atrás, lo único que nos cabe a los votantes es decidir si votamos por unos o por otros, si votamos en blanco, o si nos abstenemos. Desde mi punto de vista, como las tres posibilidades están previstas por la Ley, tan legítimo es hacer una cosa como la contraria. En nuestro país, el voto es un derecho, no una obligación.
Cuestión distinta es a quién beneficia la abstención. Nadie puede saberlo a ciencia cierta, así que prefiero decirlo al contrario:
- Votar es un aval, un refuerzo del sistema democrático, una garantía de que va a gobernarnos quien tiene suficiente respaldo popular.
- Solo si voto tendré razones para escandalizarme de lo que hace o deja de hacer el que llegó al poder con mi ayuda.
No haga caso de lo que no pueda verificar por usted mismo
No estamos en campaña, pero ya ha empezado. Vamos a ser bombardeados de la mañana a la noche por quienes quizás luego se olviden de nosotros, pero ahora nos necesitan porque, por un momento, dependen de nuestra papeleta. Así que no está de más saber a qué atenernos.
Haga usted lo que le parezca, pero, por si le ayuda, estas serán mis precauciones:
- Procuraré no dejarme influir por los lemas de campaña. Son meros reclamos publicitarios. No más de cuatro palabras que pretenderán secuestrar mi voto. Ni un solo problema de los que ahora me agobian podrá ser resuelto por la elección más o menos afortunada de una frase.
- Lo mismo digo de la propaganda electoral: fuego graneado que parte de la idea de que conseguir mi voto es tan sencillo, o tan difícil, como lograr que en época de rebajas visite ese Gran Almacén y no su rival.
- Claro que leeré las encuestas. Y podré verificar que no habrá dos iguales, que las que vienen en ese diario siempre dan ganadora a la izquierda, y las de ese otro, a la derecha. Y que es más que posible que no acierte ninguna.
- Trataré de proteger mi salud anímica del ataque insidioso de las nuevas armas. Por ejemplo, de la propaganda que llegará a mi teléfono de la mano de algún remitido. Son trabajos pagados, encomendados a empresas especializadas en la intoxicación, la manipulación y la puesta en circulación de mentiras, medias verdades o invenciones maliciosas. Prefiero borrarlos a tomarme la molestia de ir verificándolos uno a uno. En todos los casos, interrumpiré la cadena.
- Me sentaré ante la pantalla y veré algún debate electoral. Será más útil que lo dicho hasta ahora, siempre que sea capaz de filtrar forma y contenido, de distinguir oratoria y programa, de no dejarme influir por la capacidad de arrastre de una personalidad atractiva, porque no debo olvidar que estoy tratando de elegir un gestor, un gobernante, no un presentador o un sacamuelas.
- Tendré que sacar tiempo de donde proceda, pero si reduzco el abanico de mis preferencias a un par de opciones, tres a lo sumo, examinaré los programas de los Partidos entre los que dudo. Sé que al final cumplirán solo una parte de lo que se proponen, pero incluso así, las diferencias serán significativas.
Los candidatos
Me pregunto quiénes son, y creo que valdrá la pena llegar a tener una idea de las siguientes cuestiones
- ¿De dónde han salido? O sea ¿qué hacían antes de presentarse a estas elecciones? O, mejor aún ¿qué hacían antes de meterse en política?
- No recuerdo a ninguno que sea candidato como primer paso en el resbaladizo terreno de la política, así que ¿por qué no tratar de averiguar qué ha hecho hasta ahora en sus Partidos? ¿Cuáles han sido sus logros? ¿Con quién se han juntado? (Recuerden aquello de "dime con andas y te diré quién eres").
- Lo que sepamos de estas dos preguntas contestan a la tercera: ¿Qué se juega esa candidato, aquél de allí o éste de acá si no sale elegido? Porque a lo mejor o a lo peor es una cuestión vital para él pero no tanto para usted.
- Luego, volveré a mis conclusiones, las que elaboré tras examinar los programas, porque los candidatos son importantes, mucho, pero bastante más las ideas básicas de su Partido y el programa que tratan de aplicar.
No se lo tome demasiado en serio
No nos estamos jugando la vida, ni la supervivencia de Madrid, ni la de España, ni el futuro de la civilización cristiana occidental; ni siquiera "la campaña de verano".
Eso es lo que unos y otros tratarán de meterle en la cabeza, que su voto va a decidir el destino de la humanidad. Mentira. Nada de eso: es una simple elección a presidir una de las diecisiete Comunidades Autónomas. De hecho, las particularidades de la normativa madrileña, dan al resultado de este proceso una vida muy corta: lo que falta para terminar el actual mandato. Dos años mal contados.
Así que no se agobie. Más bien recuerde:
- No busque respuestas absolutas porque no las hay: ninguno de los programas de los Partidos que se presentan coincide exactamente con sus ideas, porque no lo ha hecho usted, así que tendrá que elegir por aproximación, entre el que más cerca esté de sus ideas y el que menos lejos se encuentre de su forma de ver la vida.
- Ningún político podrá hacer todo lo que promete, aun que lo intentara. Parte de las promesas solo tratan de atraer su voto, porque creen que es lo que usted quiere oír; otras son, sencillamente, imposibles de cumplir, y quizás ni ellos lo sepan.
- No se deje engañar por los cambios de rumbo: los Partidos cambian menos de lo que tratan de aparentar, porque, aunque lo pretendan, responden a un electorado buena parte del cual es fijo, fiel e inasequible a los cambios profundos: ese Partido siempre defenderá lo público frente a lo privado, y ese otro hará lo contrario, porque ambos están para eso. Como dicen por Canarias "el que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito".
Permítanme que vuelva sobre la cuestión de los lemas de campaña porque tiene bastante más enjundia que la que le he dedicado hasta ahora.
Pensemos, por ejemplo en "Comunismo o libertad": claro, diáfano, sencillo de interpretar, asequible para la inmensa mayoría de los votantes. Perfecto como título de un ensayo de 500 páginas donde quepan todos los matices: qué es la libertad, qué ha sido y es el comunismo, cómo interrelacionan ambos conceptos, etc., etc.
Como lema de campaña, no busca, ni puede conseguir nada de eso.
- Lo que el lema pretende es convencerle de que usted solo tiene dos opciones de voto: La autora de la ocurrencia o el comunismo. Pero no es así.
- Usted y yo sabemos que no todo lo que hay a la izquierda del PP es comunismo ¿verdad? Luego las elecciones del 4 de abril no se reducen a votar Ayuso o Iglesias. ¿O Ciudadanos, PSOE y Más Madrid son todo comunismo?
- Déle la vuelta al lema: "Fascismo o libertad". Igual de claro, de sencillo, de compresible… E igual de falso, porque el fascismo no empieza a la derecha de Unidas Podemos ¿O Más Madrid, PSOE, Ciudadanos son Fascismo? ¿O lo es el PP? ¿Y Si Vox tampoco lo fuera? Además de Iglesias y Ayuso hay más opciones.
- Por tanto, vote lo que le venga en gana. Pero las ganas de usted, no de quien vive deparar frases.
Tampoco es para tanto, pero…
- Lo que dos de los candidatos del ejemplo pretenden es convencernos de que solo hay dos opciones. Esa polarización les beneficia a ellos, por eso tratan de acaparar la atención, pero perjudica a todos los demás y daña la convivencia entre los madrileños. No podemos caer en trampas tan burdas.
- Última recomendación: si se equivoca, tira su voto o ayuda a que gane quien menos hubiera deseado, no se angustie, porque antes de dos años tendrá tiempo de rectificar. No hay mal que cien años dure.
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