sábado, 3 de abril de 2021

 Cosas que pasan


Un trombo en la arteria de Suez


El mundo, nuestro mundo, el desarrollado, civilizado y neurasténico mundo al que pertenecemos, ha contenido el aliento durante cinco días.

Uno de los cargueros más grandes del planeta congestionó el comercio, la industria, la alimentación, el suministro de energía que nos da la vida.

Todo un paradigma, un símbolo de lo bueno y de lo malo, sobre todo de lo malo, que caracteriza el tiempo en que vivimos.

Los noticiarios de todas las cadenas de televisión, las primeras planas de todos los diarios nos fueron dando cuenta minuto a minuto de lo que estaba amenazándonos con devolvernos a los tiempos del racionamiento si aquello no se remediaba.

El Canal de Suez, la arteria aorta del comercio mundial, la que soporta el 12 % del comercio, sufría un peligroso colapso, un trombo, por mor de uno de los buques más gigantescos de la historia, encallado en el punto más estrecho del vaso sanguíneo más importante de la economía mundial

En el pintoresco mundo del periodismo planetario, la noticia venía adobada por algunas de las más tópicas expresiones de los últimos tiempos a propósito de sus dimensiones: El Ever Given, medía "cuatro campos de fútbol", (eslora inexacta, dado que no todos los campos miden lo mismo, que, en realidad, equivalía en este caso, a 399 metros), cargaba una tan grande cantidad de contenedores que equivaldrían a no recuerdo cuántas piscinas olímpicas (algo más de 20.000 contenedores) lo que significaba que si el problema no se resolvía antes de cuatro telediarios (nueva medida del tiempo, también insegura) tendríamos que hacer frente a problemas de desabastecimiento.

Pensemos en el significado de lo que hemos tenido delante de nuestros ojos: un enorme navío, propiedad de unos japoneses, que navega bajo bandera panameña, armado por una naviera taiwanesa, parte de China, la fábrica del mundo, rumbo a Rotterdam, el almacén de Europa. En sus entrañas y en su inmensa cubierta trae lo que necesitamos para nuestro día a día. 

El relato a mí me recuerda al de la Torre de Babel ¿No les parece? Por la abigarrada mezcolanza de sus orígenes y por el ejemplar castigo divino a la soberbia del hombre. 

¿Y qué puede traernos ese monstruo desde tan lejos? (Por cierto, comparen las hechuras del Ever Given con el tamaño de las carabelas que llevaron a Cristóbal Colón al Nuevo Mundo) Pues ése es el problema, que en los tiempos que vivimos, necesitamos elementos que tienen que llegarnos de las antípodas, no porque no pudiera haberse hecho de otra manera, sino porque así lo hemos decidido nosotros.

Los principios de la globalización y sus consecuencias, imponen que los componentes que precisan, por ejemplo, las fábricas españolas de automóviles radicadas en Barcelona, en Valencia o en Valladolid, no se fabriquen en Mollerusa, en Carcagente o en Zamora, sino en Corea, en Taiwan o en los alrededores de Shangai. 

Todos ganan, salvo cuando las cosas salen mal y entonces pierden los de siempre; como ahora. O como cuando hubo que disponer de respiradores o de mascarillas y resultó que Europa había dejado de fabricarlos y había que traerlos de la India o de China.

Es posible que el Ever Given también nos trajera golosinas imprescindibles para  los niños mal criados en que todos nos hemos convertido. Cualquiera de nuestros hogares está habituado a consumir cualquier producto en cualquier época del año. No es necesario, pero nos hemos acostumbrado a ello. Se ha terminado el consumir, por sistema, los productos de temporada, naranjas de enero, espárragos en abril, tomates en septiembre. Así que terminamos alimentándonos de cerezas chilenas, cebollas gringas, o garbanzos mexicanos.

Siempre habrá un teórico que nos convenza de las bondades de comerciar cada vez más, especializar cada vez más, consumir cada vez más, aunque para ello haya que ocupar nuestro tiempo en trabajos que de no llevarse a cabo nadie echaría de menos, por los que nos pagan un dinero que empleamos en comprar cosas que no necesitamos para deslumbrar a gentes cuya opinión nos trae sin cuidado.

No se alarmen: el máximo exponente de nuestro orgullo planetario, ese monstruo de los mares, ya navega de nuevo. Sí, pero ha puesto de manifiesto lo vulnerable que puede llegar a ser nuestra civilización; o, más exactamente, cómo es de cierta  y de preocupante la relación entre desarrollo y debilidad.


¿Podría explicármelo alguien?


Uno tiene sus limitaciones. Semana tras semana dedica una parte de su tiempo a escribir cuatro cosas que se le ocurren a propósito de lo que ve a su alrededor, pero le faltan conocimientos para enjuiciar correctamente causas y consecuencias de decisiones ajenas que, a veces, le dejan perplejo.

Por eso, porque no soy médico, ni farmacéutico, ni epidemiólogo, ni siquiera político, no termino de entender algunas de las decisiones que acaban por afectarme. Mi habitual buena fe, mi confianza en mis gobernantes me llevan a pensar que el problema es mío, porque, en mis cortos alcances, no veo más allá de mis narices, porque no debo dudar de que los político hacen lo que hacen en base a lo que los técnicos les dicen que es lo mejor para sus votantes.

Así pues, con toda la humildad de que soy capaz, pido que alguien me ilumine sobre estas simples cuestiones:

  • ¿Por qué para ir desde Madrid a Valencia tengo que hacer escala en Londres, Upsala o Pernambuco? ¿No sería más lógico hacer el trayecto en el AVE o a bordo de mi coche?
  • ¿Por qué si se me ocurre ir a Marbella a disfrutar del buen tiempo corro el riesgo de ser tratado poco menos que como un delincuente y no ocurriría lo mismo si tuviera pasaporte holandés? ¿Qué es más importante, ser español o ser turista?
  • ¿Por qué, hablando de Marbella, si me levanto a las 7 de la mañana y voy a la playa, solitaria a esas horas, debo ponerme mascarilla aunque no haya nadie en 237 metros a la redonda y horas más tarde, cuando cruce el Paseo Marítimo seguro que me cruzaré con algún corredor que irá sin mascarilla soltando aerosoles a troche y moche? ¿Soy yo quien no entiende lo que pasa o hay alguien que no piensa antes de legislar?
  • ¿Por qué en Madrid se está inmunizando en el Zendal a menores de 80 años mientras se ha suspendido la vacunación de los mayores de esa edad en los Centros de Salud durante el larguísimo fin de la Semana Santa? ¿Es casualidad o una operación diseñada para postergar la sanidad pública frente a la privada?

Tengo otras dudas, no crean: la vacuna Astra Zeneca se ha inyectado a más de 25 millones de ciudadanos en Europa; ha habido una veintena de muertes por causas que según algunos podrían haber guardado relación con la vacuna, mientras que otros descartan la relación. En el peor de los casos, uno por cada millón de vacunados habría muerto por la vacuna. ¿Cuántos se han salvado gracias ella? 

Así que si un gobernante decide paralizar la vacunación con Astra Zeneca, lo que está demostrando es que tiene más miedo a las encuestas y al ataque de la oposición que a los efectos el virus: no protege a la población, se están protegiendo él y su poltrona.

Última observación: la gestión de la compra de vacunas por la Unión Europea está siendo un desastre. 

  • A la hora de elegir suministradores se han puesto en la balanza valores geopolíticos y no científicos: se han descartado las vacunas chinas o rusas para que los regímenes correspondientes no aprovecharan políticamente los efectos de sus vacunas. ¿Qué tiene que ver eso con la salud de los europeos?
  • Los mismos responsables del despilfarro burocrático de la Unión Europea se han vuelto ahorrativos, cicateros, rácanos, en definitiva, cuando han salido de compras, olvidando con quién hablaban, quiénes eran sus competidores y a quién estaban obligados a proteger. Al final, los que tenían la producción asegurada o estaban dispuestos a pagar lo que se les pidiera han tenido las vacunas antes que nosotros.
  • Pese a todo, no quiero ni pensar qué nos hubiera pasado a los españoles si la UE no hubiera existido y hubiéramos tenido que gestionar las compras nosotros por nuestra cuenta y riesgo. 










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta aquí lo que desees