sábado, 15 de abril de 2023

 El laberinto español

Allá por 1943, cuando España trataba de sobrevivir como buena o malamente podía, Gerald Brennan escribió ese ensayo, "El laberinto español", del que me he permitido la licencia de tomar prestado el título para el post de este sábado.

Por fortuna, los que ya vivíamos en 1943, aunque no estuviéramos en condiciones de paladear la prosa del hispanista, sabemos que comparar las penurias, los riesgos, las desdichas de entonces con las de ahora, sólo es propio de ignorantes, de castrotofistas o, sencillamente, de mentirosos.

No obstante, he aquí tres hermosos charcos, tres laberintos que están complicando la vida a nuestros gobernantes.


Sólo sí es sí

La Ley de la que hablamos se denomina, en realidad "Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual". Rebuscado y farragoso nombre que justifica su olvido inmediato, aunque el precio a pagar consista en acudir a esa tontería del "solo sí es sí" (y sólo butifarra es butifarra ¿o no?).

Ley que pretendiendo algo encomiable acaba provocando no sólo resultados contrarios a los buscados, sino desconcierto generalizado entre sus padrinos, (que, por cierto, fueron el Gobierno en pleno, no se olvide, y la mayoría parlamentaria que la aprobó, recuérdese también), y algarabía, jolgorio y rasgada generalizada de vestiduras entre sus opositores.

Creía yo que lo de "sostenella y no enmendalla" era una antigualla que convendría erradicar cuanto antes de nuestros usos y costumbres. Pues parece que no en este caso. Con una tozudez digna de mejor causa y acusando de retrógrados a quienes tratan de corregir los errores que ellas mismos cometieron, las mentes inspiradoras de la Ley, prefieren acudir a otra frase rotunda, supuestamente autoexplicativa y esencialmente falsa: "enmendar la Ley es volver al Código de la manada". Parece que es el más importante, sino el único argumento para encasillarse en la defensa de un texto cuyos efectos perniciosos rondan las 1.000 reducciones de condenas y las 100 excarcelaciones de condenados por violación. La bola sigue creciendo y pase lo que pase con la modificación que ahora se tramita, los efectos ya causados son irreversibles.

Y mientras  el sector PSOE del Gobierno presenta y está tramitando un texto alternativo, la dupla "MonteLarra", se aferra a su malparida criatura, y Dª Yolanda, de perfil, como le gusta en estas últimas jornadas.

El verdadero charco o laberinto para el PSOE no es que vaya a necesitar los apoyos del Partido Popular y los de Vox -doy por amortizado el efecto electoral de conseguir cambiar la Ley con las ayudas de los opositores habituales- sino que está por ver hasta dónde llegan esos apoyos tan cacareados.

El Partido Popular es más que posible que se tiente la ropa a la hora de la verdad. La tramitación parlamentaria acerca peligrosamente la votación final de la Ley a la cita electoral de mayo. En esas condiciones ¿Correrá el PP el riesgo de que le llamen "muleta de Sánchez" desde su derecha, o irá poniendo cada día nuevas condiciones para su apoyo hasta que el PSOE termine por rechazar la ayuda? Si es así ¿Cuál es el panorama? 

Por el contrario, Vox, que no tiene que demostrar su antisanchismo a nadie, en el colmo de la paradoja sí que podría mantener su apoyo, porque como, repito, nadie va a poner en duda sus posiciones ideológicas y siempre podría argumentar con el favor que le hace a las mujeres españolas enmendando la nefasta Ley de Unidas Podemos. Que el texto que trata de corregirse fuera de todo el Gobierno y no sólo de Irene Montero, es lo de menos. No cuenta la verdad, cuenta su percepción.

¿Algún pronóstico? Pues no, mire usted; sólo que esté atento a las noticias. Pero no se extrañen demasiado si Sánchez vota contra la pareja Belarra-Montero, se apoya en la derecha y sobrevive.


Reyes regatas y regates

Don Juan Carlos de Borbón, Rey Emérito residente en Emiratos Árabes, quiere volver a Sanxenxo (Sanjenjo, cuando fuera de Galicia se hablaba de él en castellano). El "Bribón IV", compuesto y aparejado le espera, junto a su entusiasta grupo de amantes de la náutica.

El Rey emérito sigue siendo ciudadano español, no tiene causas pendientes con la justicia, ni está condenado a pena alguna que limite sus movimientos en suelo español. Por consiguiente, desde el punto de vista de la legalidad vigente, tiene derecho a entrar y salir de su patria cada vez que lo estime oportuno.

Quienes se escandalizan, quienes llegan a decir que la presencia del monarca abdicado es un fallo de la democracia, quienes se oponen a su venida, están en su derecho de ser antimonárquicos, republicanos, o, nada más, críticos con el que fue Jefe del Estado. Saben, o deberían saber, que su derecho a opinar no llega para limitar la libertad de movimientos de alguien que, en cualquier caso, es tan ciudadano español como ellos.

Cuestión bien distinta es plantear la nueva excursión del ex rey por tierras gallegas desde la óptica de la prudencia política o, incluso, la oportunidad de su presencia. En definitiva, preguntarse a quién beneficia y a quién perjudica su excursión; y más específicamente, si la institución de la que fue cabeza visible sale fortalecida o debilitada por su afición marinera.

Cada uno es muy libre de opinar lo que quiera, pero piensen que sea cual fuere nuestro modo de verlo, los efectos se producirán al margen de la voluntad y de la afición de cada uno. Así que reflexiones, sobre todo si creen que debe preservarse la supervivencia de la monarquía, que si en uso de su derecho Don Juan Carlos de Borbón vuelve otra vez, si su modo de comportarse repite modelo y los resultados son negativos ¿a quién beneficia y a quién perjudica el que el rey emérito ejerza su derecho a darse una vuelta de vez en cuando por su país?

Alguien podría decir que lo que hay que conseguir cuanto antes es que las cosas normales, que un español, sea quien sea, entre y salga de su país cuando quiera, se vean normales. Bien cierto, pero eso, por el momento, no ocurre.


El atractivo de los tulipanes

El pasado jueves, a última hora de la mañana o a primeras horas de la tarde, la Junta General de Accionistas de Ferrovial, dio el Visto Bueno a la propuesta de la dirección de trasladar la sede social de la Compañía a tierras holandesas.

Algunas cuestiones que están fuera de toda duda

  • La empresa de la que hablamos es una compañía privada, una sociedad anónima cuyo órgano de máxima representación es la Junta General de Accionistas.
  • La decisión de cambiar de sede social es algo que entra dentro del capítulo de facultades de la citada Junta.
  • Desde el punto de vista de la legislación española, por tanto, la decisión es inobjetable.
  • La nueva sede social va a estar en Países Bajos, país miembro fundador de la hoy llamada Unión Europea, de la que España también es miembro. Entre los principios básicos de la Unión, está la libre circulación de personas y capitales, gracias a los cuales, a veces llegan nuevas empresas europeas a España y en ocasiones, ésta por ejemplo, ocurre lo contrario. 

Otras materias que ya no están tan claras.

  • ¿Puede el Gobierno de un país europeo presionar públicamente a una empresa privada para que no haga uso de cualquiera de sus prerrogativas?¿O en casos como éste sería mejor llevar a cabo contactos directos más discretos?
  • ¿Es presentable llegar a amenazar con el uso de las instituciones controladas por el Gobierno, la inspección fiscal por ejemplo, si la empresa no se pliega a los deseos de aquél?
  • En un sistema democrático, es el Gobierno quien depende de la opinión pública, no el Presidente de una empresa privada que, además, no es una cadena de tiendas, sino una ejecutora de obra pública; ésta, la empresa, de quien depende, es de su Junta General de Accionistas. Por tanto, en una confrontación pública tiene mucho más que perder el Presidente el Gobierno que el de la empresa. ¡Y ambos lo sabían!
  • Sólo por quedarme tranquilo ¿Se puede o no se puede, hoy, no el el futuro, cotizar al mismo tiempo en las bolsas de Madrid y de Nueva York?

Matices a no olvidar

  • Ferrovial, empresa cuyo principal accionista es el tercer hombre más rico de España, se ha hecho grande no sólo por su buen desempeño que no es cuestionable, sino también y en muy buena medida, gracias al trato fiscal favorable que ha venido recibiendo a lo largo de varias décadas en las que ha obtenido espléndidos resultados ejecutado docenas de grandes obras públicas pagadas con dinero también público. 
  • Cuando uno tiene derecho a cambiar de sede, basta con ejercerlo, guste o no alGobierno. No es preciso, sino más bien perjudicial para la economía del país que te hizo grande, tratar de justificar esa decisión poniendo en tela de juicio algo tan serio y tan sensible para la imagen internacional de España como la seguridad jurídica de ese mismo Estado de cuya legislación te has beneficiado.
  • Todo gobernante europeo tiene a su disposición asesores capaces de aclararle cualquier duda sobre la escasa virtualidad de la presión a ejercer sobre empresas de titularidad privada. Si, pese a todo, se dicen y se hacen las cosas que hemos oído estos días, acaso convenga preguntarse por qué se hizo, si era rabieta (lo dudo), empeño inútil (más de lo mismo) o se trataba de curarse en salud ante el alud de críticas que podrían temerse precisamente de quienes se dicen tus amigos más fiables.
  • Como acabo de escribir a propósito de regatas y regates, el Sr. del Pino y el Sr. Garamendi quizás deban reflexionar a propósito de las diferencias entre lo legal y lo ético. Ni todo lo que permiten las Leyes es ético, ni todo lo que la ética exige está amparado por la Ley. Y esto ya se sabía cuando hace dos mil quinientos años, Sófocles escribió "Antígona".

Por último, si les sobra tiempo, busquen la definición exacta de patriota y vean de encajar en ella a Don Rafael del Pino. 

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