sábado, 8 de abril de 2023

 La izquierda de la izquierda

Ruido, reproches y desacuerdos 

El polideportivo Magariños ha sido el escenario elegido por Yolanda Díaz para oficializar su candidatura a la Presidencia del Gobierno. "Sumar", por fin, ha adquirido carta de naturaleza: su líder es candidata a ser la primera Presidenta de Gobierno de España. 

A menos de dos meses de las elecciones autonómicas y locales, oyendo a Yolanda pareciera que sólo importaran las generales, La Moncloa, en definitiva. Ella sabrá, pero tengo para mí que, como he oído en más de una ocasión, "los indios se matan de uno en uno"; tengo mis dudas sobre si el proyecto Sumar llegará o no a tiempo para ser una alternativa a tener en cuenta en Ayuntamientos y Gobiernos regionales, ni la trascendencia que ello pueda tener allá por diciembre.

Lo que sí parece fuera de duda es que la unidad, la palabra mágica que todos repiten hasta el aburrimiento está lejos de ser un hecho en la izquierda. La responsabilidad, la culpa, por supuesto es del otro (¿o debería decir "la otra"?). Todos buscan la unión, eso dicen, y todos dicen mantener la mano tendida, pero… Si todo sigue como hasta ahora, la izquierda a la izquierda del Partido Socialista, acudirá fragmentada y enfrentada a su cita con las urnas; como de costumbre. Peor para la izquierda y, por consiguiente, mejor para la derecha. 


Matar al delfín

En su día, el Profesor por antonomasia, el que iba a revolucionar la izquierda española, el que había encontrado la piedra filosofal del movimiento sin Partido, el que se apoyaba en "la gente", el que maldecía "la casta", el que abominaba de los Partidos y acabó convirtiendo el movimiento de indignados en otro Partido más, el incomparable Pablo Iglesias, decidió apartarse de la línea de tiro, abandonar Partido y escaño y dejar paso a nuevas caras. Él, tan demócrata, tan asambleario, designó sucesora a dedo como cualquier sátrapa de tiempos lejanos. Pasó el tiempo, y don Pablo sigue tratando de ser perejil de todas las salsas. ¡Es tan triste el olvido…!

Así fue. La voluntad del creador de Podemos, decidió por si y ante si, que Yolanda Díaz, a tres años de la cita, sería la candidata a Presidenta de Gobierno por Podemos (ahora "Unidas Podemos"). Supongo que daba por hecho que la designada, Yolanda Díaz, sería su fiel continuadora y que él, desde su retiro tertuliano podría seguir moviendo los hilos y manejando a sus marionetas. 

Error, craso error de alguien a quien habría que habérsele supuesto algún conocimiento de la Historia. Desde que el mundo es mundo, los delfines tienen la extraña manía de querer volar en su propio cielo y suelen mostrar trazas de rebeldía a las primeras de cambio. Así ha sido también esta vez y también ahora, como en tantas otras ocasiones, el Rey que se fue, se convierte en el Rey que rabió y acaba intentando apiolar al sucesor in pectore que él mismo puso en el candelero.

En resumen: pasa el tiempo y Yolanda inventa Sumar, pero sus antiguas compañeras de trío, Doña Montero y Doña Belarra, una vez que por fin han entendido qué es "Sumar", no parece que las entusiasme, así que se le han tirado a la yugular y, como no podía ser de otra manera, la culpan de intransigente y de no poner de su parte lo imprescindible para volver a estar "unidas".

Lo peor, lo increíble es que unas y otra saben que la desunión es una baza impagable para la derecha, pero, antes muertas que sencillas, seguirán perdiendo su tiempo en culpar al otro (la otra, en este caso). Lo de menos es saber quién miente, o quién dice la verdad, si es que hay alguien que lo hace.


La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo

Vladimir Illich Ulianov, alias "Lenin", escribió ese ensayo, culpando a los movimientos a la izquierda del Partido Comunista de debilitar las posibilidades de la izquierda real de llegar al poder. Frente a las idealistas, románticas y, para algunos, atractivas propuestas de la ultraizquierda alemana, o británica, Lenin defendía la necesidad de no debilitar el Partido de colaborar con la socialdemocracia y de participar en las instituciones, parlamento y sindicatos, como el mejor medio de alcanzar los fines propuestos.

Negar la necesidad y la disciplina del Partido equivalía, según Lenin, a desarmar a la clase trabajadora en beneficio de la burguesía. Por otra parte, veía imprescindible pactar y lograr acuerdos con organizaciones más o menos próximas.

Los radicales bramaron y le acusaron de todo. El tiempo le dio la razón: olvidar el Partido en aras de nebulosos movimientos de base era facilitar la continuidad en el poder de los Partidos de la burguesía. La actitud de esa izquierda irredenta, romántica y sentimental acaba siempre en fraccionalismo, una de las herejías más frecuentes en estas áreas de la política. También en fenómenos reiterados de culto a la personalidad, pero ésa es otra historia.

Un siglo después, la historia se repite y vuelve a repetirse


El análisis concreto de la realidad concreta

Quienes dicen militar en la izquierda deberían repasar a los clásicos de vez en cuando. "No se trata de comprender el mundo, sino de cambiarlo", proponía Karl Marx en su tesis XI Contra Feuerbach. Y, de nuevo Lenin, eso es algo que debe hacerse a través de "el análisis concreto de la realidad concreta".

Cada uno de nosotros es muy libre de mantener las preferencias políticas que mejor le cuadren, pero, sean cuales sean, me parece aconsejable en todos los casos saber a favor y en contra de qué se está. Y eso, precisamente, es lo que no parece estar tan claro en quienes una vez más andan a la greña.

Volviendo al aforismo leninista (leninista porque la frase es suya, aunque su virtualidad como herramienta de uso frecuente creo que trasciende las ideologías) ¿qué resultados arroja el análisis de la actual realidad política española?

  • Una sociedad bastante polarizada alrededor de dos bloques que, hasta el momento, se han mostrado incapaces de colaborar entre ellos en cualquiera que sea la materia a la que se le pueda aplicar la denominación de "cuestión de Estado". Ambas se descalifican y se insultan mutuamente, pero eso no es más que la consecuencia de la polarización.
  • Una derecha en constante proceso de confluencia organizativa. En la práctica, con Ciudadanos en fase de liquidación debido a errores propios, hay dos grandes formaciones, Partido Popular y Vox, con sus propias peculiaridades pero ambas conscientes y conformes con que se necesitan mutuamente para gobernar en Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y Gobierno de la Nación. 
  • Hay una zona de fricción entre ambos Partidos en la que quizás pueda contabilizarse un par de cientos de miles de votantes dispuestos a optar por uno o por otro, según lo que ocurra en las fechas anteriores a las elecciones. La abstención en esta parte del espectro político es poco relevante. El voto de derechas no se queda en casa.
  • Aunque en la FAES sueñen con rematar el proceso de unificación del mundo conservador (transposición del viejo lema de la izquierda "una clase, un Partido"), es descartable que a corto o medio plazo se produzca la fusión entre VOX y PP. Ambos Partidos responden a modelos organizativos muy distintos y, además, mantienen diferencias notorias en materias cruciales, pero, no obstante, ambos saben y asumen que si es preciso gobernarán juntos. Los experimentos llevadas a cabo hasta ahora, bien en su variante de acuerdos parlamentarios, o como Gobiernos regionales de coalición, no han dado peores resultados que lo ensayado por la izquierda en el Gobierno de la Nación.
  • Por su parte, la izquierda, mientras pregona que la salud del Gobierno es excelente, en tanto presume de los logros de la coalición, al tiempo que está dando pruebas de que el ensayo puede llegar incólume a la cita electoral, se muestra incapaz de fraguar una alianza a su izquierda que permita oponerse a la sencillez organizativa de la derecha: incontables movimientos, plataformas, Partidos y partidas; sopas de siglas cambiantes, nombres que nacen y mueren antes de haber sabido explicar su significado, trifulcas, personalismos, zancadillas, celos, acusaciones mutuas, que, a la postre abonan la abstención y restan escaños por las reglas electorales vigentes.
  • El espacio autoproclamado progresista se muestra incapaz de aprender de la experiencia y repite el mismo error una y otra vez. No importa el deplorable espectáculo del guirigay montado antes, durante y después de las últimas elecciones andaluzas, los mismos actores, más bien actrices en este caso, están dispuestos a repetir la jugada. Y, como entonces, muchos votantes potenciales se quedarán en sus casas por algo tan sencillo como haberles resultado imposible averiguar por qué deberían votar a X y no a Z. Lo que es peor: ni X ni Z dieron razones solventes en ningún momento de por qué terminaron tirándose de los pelos.

El análisis concreto de la realidad concreta en esta primavera del 2023, permite diagnosticar errores de bulto en quienes tendrían que ser capaces de distinguir lo esencial de lo accesorio: esencial es estar en condiciones de influir en la sociedad, accesorio es quién pilote la operación. Esencial es saber identificar los puntos comunes, accesorio es condicionar la unidad a cuestiones secundarias. Esencial es el fondo, accesorio la forma.


En resumen:

  • La ciudadanía asiste asombrada al enésimo espectáculo de la desunión de quienes tanto hablan de unidad.
  • Media España, la que vota conservador, hace como que se escandaliza del grotesco comportamiento de sus rivales, mientras se frota las manos y hace cálculos para el día de después de las elecciones; de cualquiera de las tres que se avecinan.
  • Media España, la que vota a la izquierda, asiste perpleja a las diatribas entre quienes  llevan algunos años ya llamándose "unidas" y cada día que pasa se alejan más.
  • Y es que, señor Iglesias y señoras unidas, allá ustedes. Pueden seguir acusando a la otra, siempre hay otra a quien echar la culpa, de ser responsable del desastre, pero lo cierto es que la distancia que separa a Yolanda Díaz de Ione Belarra es milimétricamente la misma que la que media entre Belarra y Díaz (Medir lo que separa a Pablo Iglesias del resto de las implicadas es otra cuestión; cambiante e indescifrable, amén de perjudicial para casi todas, es algo sólo accesible para especialistas).
  • Aquí y ahora los errores se pagan aunque no siempre por el que los comete.
































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