sábado, 22 de abril de 2023

 Isabel Díaz Ayuso, Presidenta

Qué fácil es errar el tiro.

Uno ve, oye, lee, cree que analiza lo que pasa a su alrededor, y acaba llegando a supuestas conclusiones que, en la mayoría de los casos, son meros aprioris, subproductos de sus propias convicciones ideológicas.

Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo. La oyes decir "no me gusta la Ley de la vivienda de Sánchez. No voy a aplicarla",  "Madrid no se apaga" o "Socialismo o libertad", y puedes llegar a creer que su autora es, como mucho, la portavoz de una camarilla de conjurados que persigue la instauración de un régimen fascista, primero en la Comunidad de Madrid, y, más tarde, en España entera. Y caes en la tentación de ironizar sobre las mal aprovechadas dotes adivinatorias de la presidenta. ¡Qué facultades de premonición: sabe que no le gusta una Ley de la que ni siquiera conoce el texto del anteproyecto!


¿Y si partimos desde otro punto? 

Imaginemos que cuando la Presidenta dice eso de que "no me gusta la Ley de la vivienda de Sánchez", lo único que está haciendo es extraer conclusiones sencillas de premisas ya conocidas. Dicho de otra manera, no hay posibilidad alguna de que pueda gustarle un proyecto de Ley de la vivienda salido del actual Gobierno de coalición. Ella, sabe que no va a gustarle, lo dice y añade que "en Madrid, no se aplicará" (cosa que, por otra parte, entra en buena medida dentro de sus competencias como presidenta de una Comunidad Autónoma).

La Presidenta madrileña está en las antípodas ideológicas del Presidente del Gobierno de España y es una mujer consecuente con sus convicciones. No es preciso conocer el texto del proyecto para dar por supuesto su andamiaje teórico: hablará de parque público de viviendas sociales y quizás de limitación de precios, amén de otros extremos predecibles; en cambio, es posible que ni siquiera hable de okupas. El proyecto se moverá entre límites ya conocidos, el de Ábalos que quedó en nada por la inquina podemita y el de Podemos que hizo inviable el PSOE. 

Cualquier actuación en materia de vivienda que guste a Dª Isabel, tiene que estar basada en la libertad de mercado, en su infalibilidad como mecanismo de atribución de recursos, en la bondad intrínseca de la iniciativa privada, y eso, con total seguridad, no va a encontrarlo en el texto que salga de La Moncloa.

Más aún: el modelo a seguir por Dª Isabel está, o debería estar, en la memoria de todos. ¿Parque de viviendas sociales de titularidad pública? Al contrario, venta de las que ya existan a fondos especulativos. Es lo que hizo Ana Botella cuando era la alcaldesa de Madrid ¿Alguna razón para esperar que Isabel Díaz Ayuso dé un giro de 180 grados a la política de la antigua alcaldesa?

Es un hecho que en la Unión Europea las cosas van otros rumbos. Los datos disponibles indican que en España las viviendas sociales apenas rozan el 3% del total,  es decir, menos de la tercera parte de la media comunitaria, y casi la séptima parte del porcentaje al que se llega en algún país escandinavo o en Austria. 

Un inciso: si hay algún debate estéril, aburrido y reiterativo es enzarzarse en averiguar si anunciar la conversión de 50.000 viviendas de la Sareb en viviendas sociales y  la construcción de otras cuarenta y pico mil más, es o no es electoralismo. Pues claro que lo es, como todo lo que hacen los Partidos, estén no cerca próximas las unas. Como lo es también hablar, por ejemplo, de un bono de 1.000 euros a los jóvenes para pagar alquileres, o por la ocurrencia de avales públicos para adquisición de viviendas de ejecución privada, dicho por alguien que en diez años al frente de otra Comunidad Autónoma ha construido apenas 300 viviendas sociales.


Isabel Díaz Ayuso es predecible

Como cualquier político cuyas coordenadas ideológicas presidan su actuación. Algo que sería deseable en todos los casos. Así que cuando la Presidenta interviene en sanidad, su modelo pasa por la construcción de centros sanitarios con dinero público que gestionarán más tarde entidades privadas, igual que cuando se trata de residencias para la tercera edad. Y si tuviera en su campo de acción, la regulación de las pensiones de jubilación, lo lógico sería verla optar por el sistema de capitalización frente al actual de reparto, encomendando la gestión a compañías privadas de seguros. 

¿Todo eso es detestable, es intrínsecamente perverso? Para buena parte de los votantes, no; para buena parte de los votantes, sí. En la Europa continental, la herencia socialdemócrata ha dejado, por el momento, fuera de la polémica asuntos como el carácter público de las pensiones, la sanidad y la educación. Pueden coexistir con la actividad privada pero siempre que la primera esté generosamente garantizada Pero, ojo, no hay más que ver lo que está pasando en Francia y tal vez no esté dicha la última palabra. En los Estados Unidos, en cambio, lo que resulta impensable es que alguien se extrañe de que la iniciativa privada y el mercado sean los reyes.

Lo que me parece fuera de lugar, es caricaturizar a Isabel Díaz Ayuso y tratar de convertirla en una muñeca ingeniosa, o en la marioneta de la FAES, porque trivializarla es olvidar su auténtico peso público y minusvalorar al adversario acaba pagándose. La Presidenta madrileña cumplirá 45 años en otoño. Tiene, pues, una larga vida política por delante. De momento es el más firme puntal territorial del Partido Popular, por encima, desde mi perspectiva, de Juanma Moreno. El 28 de mayo por la noche se acostará siendo de nuevo Presidenta de los madrileños. Si va a serlo con o sin el concurso de Vox, no me parece que sea tan relevante, porque sus programas políticos no difieren en lo esencial y porque nadie en la formación ultra, salvo quizás el mismísimo Santiago Abascal, que no compite en esta carrera madrileña, pueden hacerle sombra.

Después, allá por diciembre, verá desde su barrera qué pasa en las elecciones generales. Si el que dicen que es su jefe, Alberto Núñez Feijóo, llega a la Moncloa, seguirá esperando. Al fin y al cabo, don Alberto no parece que se haya planteado entrar en combate contra la baronesa madrileña. Más le vale. Hay quien dice que eso se debe al gen gallego de Núñez Feijóo, pero Manuel Fraga y Camilo José Cela habían hecho los dos profesión de fe gallega y eran cualquier caso menos prudentes y taimados. Yo tiendo a pensar que el susodicho no olvida lo que pasa cuando te enfrentas a la presidenta madrileña. 

Pero ¿Y si hecho el recuento de votos resulta que la suma de las derechas se queda a un escaño de la mayoría absoluta? También tendrá que esperar, porque gobernarán otros, pero escalará un peldaño y la veremos en otro sillón, u ocupando dos, según el día y la hora.

Encabecé este post, llamando presidenta a Isabel Díaz Ayuso. Presidenta ¿de qué? Hoy de la Comunidad Autónoma de Madrid, por supuesto. ¿Alguien descarta verla de Presidenta del PP? ¿Y del Gobierno de España? Espero que nadie se rasgue las vestiduras. No, si creen que la alternancia en el poder es uno de los pilares de la democracia.

Votar por la Srª Ayuso, o hacerlo por cualquiera de sus adversarios es igual de legítimo. Creo haberlo dicho en alguna ocasión: se puede estar a favor o en contra, pero conviene saber a favor o en contra de qué se está. Lo malo en todos los casos, en el de quien abomina de la Presidenta y en el de quien besa por donde pisa, es convertir las ideas en ideología, porque el siguiente paso es el fanatismo, y de ahí al odio y a la barbarie no hay más que un paso.


Un jueves digno de un guionista con disfunciones cognitivas

He visto al dúo "Montelarra", dramática estampa del desamparo, pareja de huerfanitas desvalidas, hacer pucheros en la infinita soledad del banco azul. La ley, su Ley del sólo sí es sí desmantelada ante sus atónitas miradas por la incalificable coyunda de populares y socialistas (un recuerdo a Dª Cayetana Álvarez de Toledo, antaño látigo del PP, "¿Así que ustedes en esos momentos se pasan el rato diciendo que sí, que sí? ¡Qué raro! ¿No?"). Para añadir leña al fuego, el mismo día otra nueva encuesta made in Tezanos, pone a Yolanda por delante del dúo. El Presidente Sánchez, mientras tanto, se  hace un selfie en Doñana, como si aquello no fuera con él, Dª Cuca magnifica el apoyo de su Partido a la Ley y Patxi López lo devalúa. Gana cuota pantalla el debate sobre la Ley de Vivienda, se calientan las gargantas de itrios y troyanos y oyendo a Feijóo, uno se da cuenta de que el encuentro PP/PSOE tiene más de "consensus interruptus"  que de "contigo pan y cebolla". 

Y ante tantas emociones, uno mira al cielo, tan azul, y, cosas de la edad, recuerda aquello de la "pertinaz sequía" de cuando el innombrable peroraba sobre las bondades de su régimen.



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