Doña Isabel, ella misma
Hace XXV siglos
Lustro más o menos, hace 2.500 años Sófocles dio a conocer "Antígona", una de sus más conocidas, complejas y versionadas tragedias. La síntesis de su argumento:los hermanos de Antígona mueren en lucha fratricida ante las murallas de Tebas. Creonte, padre de los tres, y regente de Tebas, prohibe sepultar el cadáver de Polinicie, enemigo de Tebas. Antígona desobedece la orden, es detenida y, al cabo, ejecutada.
El espléndido texto de Sófocles ha sido desde entonces objeto de varias versiones teatrales (personalmente me quedo con el de Jean Anouilh) y de múltiples ensayos filosóficos. Su plena actualidad hay que buscarla en lo que subyace en el relato.
El dilema al que se enfrenta Antígona se ha interpretado como la elección entre la ley de los dioses, dar sepultura a su hermano, requisito previo para el acceso de su alma al más allá, y la orden del regente de Tebas, Creonte, el padre de Antígona y de sus hermanos, que condena a su hijo a vagar eternamente. Equivale, en nuestros tiempos a decidir si debemos regirnos por las normas intemporales del Derecho Natural o atenernos al Derecho Positivo.
En último extremo, sea cuales fueren las consecuencias ¿debo obedecer a la ley o a mi conciencia?.
Luego volveremos sobre el tema, pero quiero dejar dicho ahora, que cualquiera que se enfrente al dilema, y esa es la esencia de la tragedia, sufrirá en sus carnes las consecuencias de su elección, bien sea el recordatorio diario de su conciencia, o el castigo impuesto por los representantes del poder.
Por último, raro es el sistema político que deja sin algún género de sanción al ciudadano que desobedece la ley, por noble que sea su motivación.
El jueves de la semana pasada
O sea, dos mil quinientos años después de la genialidad de Sófocles, Dª Isabel Díaz Ayuso, desde su escaño de la Asamblea de la Comunidad de Madrid, en el debate sobre el acuerdo adoptado en diciembre por todas las Comunidades Autónomas, incluida la madrileña, de publicar un listado de los facultativos que no se prestan a practicar abortos, dijo, palabra más o menos:
"No voy a hacer una lista negra de médicos, nunca. No se va a señalar a nadie por abortar, pero tampoco por dejar de hacerlo. Y no se va a señalar a ningún médico por practicar un aborto o por no querer practicarlo. ¿Le parece poco? Pues váyanse a a otro lugar a abortar".
Volviendo a Antígona, sólo por un momento, pareciera que la actitud de la Presidenta sugiere que estamos ante un aparente doble ejemplo del dilema de la hija de Creonte:
- El de cualquier médico que dude entre practicar el aborto a petición de una mujer embarazada, o negarse a ello. En realidad, no hay caso, pese a la apariencia, porque la legislación vigente deja a la conciencia del facultativo su posición al respecto. Su único riesgo, si opta por negarse, es aparecer en una relación de quienes toman esa opción.
- El de la señora Díaz Ayuso que se niega a aplicar en su Comunidad el acuerdo de diciembre, en la que la Consejera de Sanidad madrileña fue una más de las que aportaron su voto para que el acuerdo fuera unánime, se supone que c on el previo conocimiento y conformidad de la Presidenta.
¿Es la Srª Ayuso víctima del dilema de Antígona?
Tal parece, pero si uno echa a la vista atrás, es posible que se quede un tanto perplejo.
- En 2019, la Srª Ayuso consideraba "aberrante", la posibilidad de que una embarazada de 16 años, pudiera abortar sin consentimiento paterno. Ni era la única, ni sigue siéndolo ahora. De haber seguido pensando lo mismo, uno habría dado por descontada su oposición al acuerdo en el momento en que hubiera que que decidir, es decir, en diciembre.
- Tres años más tarde, 2022, en una entrevista, Dª Isabel había cambiado de opinión y defendía el aborto de la menor de 16 años, con o sin permiso paterno. Este giro, por el contrario, no explica la negativa actual.
- ¿Y ahora? Pues ni una cosa, ni otra, sino todo lo contrario:"El aborto no es un derecho, ni un delito, es un fracaso". Error: le guste o no, hubo un tiempo en el que fue delito y ahora es un derecho. ¿Un fracaso? Probablemente, pero lo que también es cierto, como dijo a continuación, es que se trata de un tema incómodo; o sea, que digas lo que digas te metes en un avispero, y que lo mejor es tratar otros asuntos.
Por si ayuda al lector a formarse su opinión sobre el qué y el por qué de lo dicho por la Presidente, no deja de ser curioso que la Comunidad de Madrid, bajo su presidencia, sí que cuenta con un registro de facultativos objetores de conciencia en el caso de la eutanasia.
No quiero pensar que Dª Isabel valora en menos la vida de un octogenario que el porvenir de un feto, así que la diferencia de criterio debe obedecer a otra razón.
A vueltas con la tragedia de Sófocles
Por lo que a mí respecta, Dª Isabel puede a estar a favor o en contra del derecho de las mujeres en general y de las madrileñas en particular a interrumpir voluntariamente su embarazo.
Incluso le reconozco su derecho a opinar hoy una cosa, mañana su contraria, y pasado mañana, depende de quién se lo pregunte. No faltaba más.
La cuestión no es ésa. Al límite, lo de aborto sí, no, o ya veremos, aunque sea la Presidenta de la Comunidad, es algo que debería afectarle sólo a ella y, como mucho, a Don Alberto González Amador, si es que decide darle vela en ese entierro. Y digo esto, porque en España la cuestión quedó resuelta hace bastante tiempo.
De lo que se trata ahora es de que una ciudadana, cargo público para más "inri", manifiesta públicamente su negativa a cumplir algo que es obligatorio para ella, y que, aquí sí, desde Sófocles para acá, es algo que siempre trae consecuencias desagradables para quien como ella opta por desobedecer las Leyes vigentes.
No quiero enredarme en si la Srª Díaz Ayuso es o no objetora de conciencia, sino tratar de explorar qué motivaciones alternativas ha podido tener para adoptar esta posición. Me surge esta duda, porque, como dije, estamos hablando de la misma persona que hace muy poco tiempo acató sin ninguna reserva su obligación de confeccionar el listado de médicos objetores en el caso de la eutanasia.
¿Explicaciones posibles?
- ¿Otro peldaño más en su confrontación diaria con el Presidente Sánchez? El martes, sin ir más lejos, lo acusaba de "machito" y de "creerse Dios para decirle a ella lo que tiene que hacer" (Sánchez hablaba del acuerdo sobre las listas de objetores al que, según él, debe someterse DªIsabel). Unos opinarán que tiene razón la Doña, otros, Pedro Sánchez, pero de lo que no hay duda es de que para recordarle su obligación, no se necesita ser Dios; con ser Presidente del Gobierno basta y sobra.
- ¿Apertura de un nuevo frente interno respecto a la Presidencia de su Partido, que una vez más, manifiestamente incómodo, ha tenido que declarar que el PP cumplirá la Ley? Vox, como era de esperar, oído que hubo a D. Alberto, se rasgó las vestiduras por la nueva coincidencia PP/PSOE. Dª Isabel, entretanto, sonreía.
- ¿Muestra de solidaridad con el Alcalde de Madrid, Sr. Almeida, después del tiro en el pie que sufrió a cuenta del innecesario apoyo a la ocurrencia de Vox a propósito de la información obligatoria las abortantes sobre los riesgos del fantasmal "síndrome post aborto? Es curioso lo que dan de sí las tonterías y el tiempo que ocupan de nuestros representantes ¿Es que no hay temas más urgentes?
- ¿Barrera protectora frente al Sr. Abascal, si es que su Estado Mayor lo considera rival y no posible objetivo de una OPA? Amistosa, claro. A día de hoy, según quién se exprese, llega a ser complicado identificar las siglas, si uno no conoce de vista al orador.
- ¿La suma de las tres más algún otro ingrediente estrictamente coyuntural, relacionado con los calendarios judiciales?
Quién sabe. En todo caso, y por lo que a mí respecta, oyéndola y viéndola, he vuelto a disfrutar de ese tono, esa expresión corporal, ese modo de enfrentarse al rival, entre zarzuelero y tabernario, que caerá muy bien en según qué ambientes, pero que dudo le rinda muchos frutos electorales el día en que, cumplidas las previsiones sucesorias en el seno de su Partido, pida su voto a gallegos, riojanos, catalanes, etc., etc.
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