viernes, 22 de febrero de 2019

Las cosas por su nombre. Podemos (II)

Democracia económica.

Así titula Podemos el primer capítulo del programa electoral para las Elecciones Generales de 2016. Capítulo esencial en cualquier programa de gobierno, no importa cuál sea el color del Partido que lo formule.

No quiero caer en el maximalismo marxista de reducir el devenir histórico de la Humanidad y de cualquiera de sus pueblos a la Economía, sus instrumentos, el modo de producción de bienes y servicios, las relaciones entre los elementos de la producción, etc. etc. Sin embargo, hay dos cosas de las que no me cabe la menor duda: la importancia de los planteamientos económicos en cualquier tiempo y lugar, y la virtualidad de su formulación a la hora de clasificar un movimiento político dentro del abanico de posibilidades en un momento dado.

Es, pues, importante conocer qué proponía Podemos hace poco más de dos años a sus electores para determinar qué es la formación que estamos examinando y cómo se ubica en el escenario político español.

He aquí algunas de sus propuestas; las que a mi juicio mejor nos permiten calibrar al Partido nacido en Vista Alegre hace ahora algo menos de un lustro.

Plan Nacional de Transición Energética.

Me pregunto si la terminología de Podemos ha podido influir en el nombre de uno de los departamentos Ministeriales del efímero Gobierno Sánchez, vista la evidente influencia que en la llegada del todavía Presidente a La Moncloa tuvieron los votos y los acuerdos del PSOE con la formación morada. No importa demasiado, desde luego. Más calado tiene el que este apartado ocupe los primeros lugares del documento e incluya, entre otras, medidas tan significativas como éstas:

- Durante 20 años (¡20 años, nada menos!) se propone dedicar el equivalente a un punto y medio del PIB, vía inversión pública y privada a este propósito. Se supone que la aplicación de este Plan Nacional habría de crear 300.000 empleos al año, desde el primer año. 
   
Una de dos, o Podemos aspira a mantenerse en el poder, por sí o por delegación durante toda una generación (nadie lo ha logrado todavía en España desde que murió el General Franco) o debería saber que sólo a través de un amplísimo pacto de Estado puede garantizarse algo parecido. Nada se dice al respecto y pocas me parecen a mí las posibilidades de lograrlo con Podemos como eje central del acuerdo.

Por otra parte, de cumplirse las previsiones de empleo, en muy poco tiempo no es que hubiéramos acabado con el paro endémico, sino que necesitaríamos incorporar una creciente riada de trabajadores foráneos. Suena raro, pero así es como lo explica el Plan.

- Plan de Ahorro Energético, centrado en la rehabilitación de una discreta cifra de 200.000 viviendas al año (¿?) para conseguir convertirlas en hogares eficientes desde el punto de vista energético.
- Podemos apuesta por las energías renovables y habla de “democratizar el proceso de producción” de la energía a través de la propiedad de las industrias productoras que deberían estar en manos de Municipios, Pymes y consumidores. De cómo se llegaría a ese final a partir del momento actual, nada se nos dice. 

Tal como yo lo veo, una cosa es elegir la opción de las energías renovables frente al consumo de combustibles fósiles, encomiable, y más aún en un país como el nuestro, dependiente hasta ahora del suministro externo para conseguir energía, y otra bien distinta imaginar que la titularidad de estas nuevas formas de producción, por muy democrática que a Podemos le suene, pueda descansar en Municipios, pequeñas empresas y asociaciones de consumidores.

En definitiva, me suena a proclama electoral, que sonará muy bien en un mitin, pero que, hasta donde se me alcanza, me parece irrealizable, al menos si pretende dársele un carácter de solución global.

- En línea con la última propuesta, la medida 10 propone la recuperación de la titularidad pública de las centrales hidroeléctricas. Tengo la seguridad de que una operación como la que propone Podemos tendría serios problemas de encaje en la Unión Europea, pero, como veremos, no parece que este descuadre, sea algo que preocupe en exceso a los Profesores de la cúpula de Podemos.
- De hecho, en la medida nº 12, propone Podemos elaborar toda una propuesta alternativa a la actual estrategia energética europea. Tal vez piense incorporar la fórmula a la nueva estrategia. 

Fondos de Inversión Soberanos.
  • Es lo que propone la medida 23: “Pondremos en marcha fondos de inversión soberanos de carácter público, al igual que están haciendo algunos países europeos, como estrategia para evitar el riesgo de desnacionalización o desmembración de empresas estratégicas y también para impedir que los fondos buitre tomen el control de compañías decisivas para el tejido productivo”.
  • Algunas precisiones:
   > Salvo error por mi parte, sólo Noruega (precisamente Noruega, rica en excedentes petrolíferos) cuenta con un Fondo Soberano de carácter público. 
   > Los ejemplos que el mundo ofrece de fondos de estas características, nos llevan a países como Arabia Saudita, Dubai, China, Venezuela, Emiratos, todos ellos con excedentes financieros procedentes, en casi todos los casos -China es una excepción y Venezuela dudo de que siga en el grupo- de la explotación de recursos naturales de los que España carece. ¿Cómo piensa Podemos nutrir ese Fondo y conseguir que sea un sujeto activo en la economía no ya mundial, sino, siquiera, europea?
   > Todas las fuentes consultadas citan como una de las características negativas más relevantes de esos Fondos Soberanos, su opacidad, su difícil control por cualquiera de las instancias concernidas: desde el FMI a los ciudadanos y sus representantes del país de que se trate. Es obvio que un Fondo de estas características dotaría de un margen de maniobra enorme a quien lo controlara. Ni quiero, ni debo, aunque pueda, sacar conclusiones que sólo serían juicios de intenciones. 
  
Lo cierto es que después de su puesta de largo, esta parte del Programa ha caído en el olvido. Por cierto: el único excedente económico-financiero español digno de tal nombre aunque de una modestísima dimensión, imposible de comparar con el menor de los Fondos Soberanos que se mueven en el mundo, fue el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, la Hucha de las Pensiones de la que yo queda ni la memoria.

Política fiscal.

Hay una serie de medidas que tendrían fácil acomodo en cualquier formación política de centro, centro izquierda o izquierda e, incluso, en algunos casos de cualquier derecha moderna. Medidas que ya están aplicándose en muchos de los países de la Unión Europea desde hace años y, por así decirlo, no están ya en el debate político, sino que son valores asumidos.

  • El Plan Integral de Lucha contra el Fraude Fiscal (punto 44) es algo por lo que clamamos desde hace años millones de ciudadanos sabedores de que de su buen resultado podría depender el margen de actuación de los Poderes Públicos a la hora de proveer de bienes y servicios a los contribuyentes, o servir para reducir la presión fiscal.
  • Ampliar el plazo de prescripción de los delitos y obligaciones fiscales en general (punto 45), sea a los 10 años que Podemos propone, o a cualquiera que sea superior al actual, no sé qué efecto real tendría sobre la recaudación, pero sería percibida como una medida de rearme moral frente a la impunidad de los defraudadores.

Otras propuestas, todas en la misma dirección, son bastante más discutibles. La reforma del IRPF de la que habla el punto 46, penaliza y depaupera a la clase media, y la recuperación de los impuestos de sucesiones, patrimonio y donaciones, (P. 47) mete en el mismo saco a la alta burguesía y, de nuevo, a las clases medias.

La creación de un llamado “Impuesto de Solidaridad” a las entidades financieras privadas, (P. 52) además de parecerme una notable muestra de humor negro (no conozco ni un sólo caso de solidaridad en el que no se cuente con la colaboración entusiasta del que paga), se concibe como una medida transitoria, por los cuatro años de una primera legislatura y dice tener como finalidad compensar las ayudas públicas recibidas (y no devueltas, supongo)

Con todas estas medidas y las que ahora comentaré, esperaba Podemos incrementar la recaudación fiscal entre treinta y cuarenta mil millones de euros al año. Cifra conveniente, de imposible verificación, pero imprescindible para afrontar los costes de medidas que veremos en capítulos siguientes.

Endeudamiento público y privado.

Los mentores de Podemos deben de sospechar que bajo las alfombras de la deuda pública se esconden quién sabe cuántas toneladas de inmundicia, así que propone una auditoria de la deuda en Sede Parlamentaria (P.61) y su posterior  reestructuración. 

Reestructuración de deuda hipotecaria que el punto 63 extiende a las familias y en la que junto a la encomiable rehabilitación de la dación en pago se diseña un sistema de una más que dudosa legalidad que podría abrir la puerta a un aluvión de impagos no siempre explicables. Entroniza la inseguridad jurídica en el mundo hipotecario lo que, a la larga, estrangularía la figura en la que ha venido asentándose, por ejemplo, la adquisición de la vivienda o la financiación de pequeñas y medianas empresas.

Tal parece que para Podemos, en todos, todos los casos, quien concede una hipoteca es un salteador de caminos y quien la pide no tiene por qué asumir que las deudas hay que pagarlas.  

Entra además el programa en una serie de propuestas algunas de las cuáles exceden de la capacidad no ya de su Partido sino de cualquier Gobierno, mientras que otras, al margen del juicio que a cada cual le merezcan, son, como mínimo, discutibles.

  • Según el Punto 56, pretende Podemos exigir la supresión del secreto bancario en paraísos fiscales. Verdes las han segado, pienso, y no por lo descabellado o injusto de la idea, todo lo contrario, sino porque no se me alcanza qué fuerza podría llegar a tener el Partido aún en el supuesto de haber recibido el voto abrumador de la inmensa mayoría de los españoles para convencer de tal cosa a las Islas Vírgenes, la más cercana Andorra, la civilizada y un tanto altanera Suiza, la muy demócrata Luxembrugo o demás cómplices planetarios de la desfachatez universal. O sea: carnaza electoral disfrazada de aparentes sanas intenciones.
  • Algún mayor recorrido podría llegar a tener lo que propone en el punto 57 sobre la creación de una agencia europea de carácter público de calificación de riesgos, que nos independizara de la caprichosa tiranía de las Agencias “usanas”. Es posible que encontrara más apoyos en el Parlamento y en el Gobierno europeo, pero, en todo caso, va para largo, si es que algún día esa agencia llega a ver la luz.
  • Como dice el pueblo (“La Gente” en terminología podemita) “vuelta la burra al trigo”. La medida 58 habla de volver a levantar una banca pública potente. Que los Tratados de la Unión Europea que obligan a España objeten esta figura, no parece enervar a los Profesores (“Para lo que va a durar Europa…” es posible que piensen). Y, para redondear la idea, propone el punto 59, convertir las viviendas en manos de la Sareb en un gigantesco parque público de viviendas de alquiler social. Más de lo mismo. Puedo imaginar a más de un eventual votante de Podemos ilusionado con lo felices que serían él y su familia en alguna de las viviendas que acabaron en manos del llamado Banco Malo.
Valoración crítica

Aunque muchas de las medidas propuestas son proclamas populistas que marginan y sacrifican fiscalmente a la clase media a partir de unos baremos de "riqueza" sorprendentes, éste es, no obstante, el capítulo en el que podrían producirse espacios de encuentro con otras formaciones más o menos afines

Revertir los recortes en sanidad, educación, y otras políticas sociales, reconocer la dación en pago, incrementar el salario mínimo o reconsiderar en todo o en parte los términos de las reformas laborales serían terrenos negociables.

Otras medidas como la creación de una banca pública, rentas básicas, auditoría ciudadana de la deuda publica, volver al texto antiguo del Art. 135 de la Constitución, parecen pensadas más como manifiesto electoral que como programa de gobierno. Algunas de ellas chocan frontalmente con los Tratados de la Unión Europea.

Por último, al hilo de esta última frase, es evidente que Podemos sabe muy bien que buena parte de su programa es impracticable dentro de la Unión Europea. El caso griego, sufriendo ahora los mayores recortes de su Historia cuando gobiernan quienes llegaron al Poder asegurando que todo iba a cambiar, lo conocen lo suficiente como para saber que esto es así.

¿Es Podemos Comunismo en el sentido marxista leninista o, alternativamente, trotstkista del término?

En mi opinión, populismo de izquierdas y comunismo, en el sentido citado, no son expresiones equivalentes.

Hay una barrera nítida que diferencia ambos campos: la admisión o el rechazo de la propiedad privada de los medios de producción. Tanto, que hasta cabe especular con si regímenes como el actual de la República Popular China no habrían abandonado el marxismo ortodoxo instalándose en un capitalismo de Estado, gobernado por un Partido único, totalitario y excluyente, que intenta, en el terreno de la teoría compaginar las tesis marxistas en cuanto a la acción política, con el abandono del dogma central del comunismo, ya sea en su versión “comunismo en un solo país”, como en el del internacionalismo proletario de raíz trotstkista.

En los ejemplos reales que cabe examinar (Unión Soviética, cualquiera de sus satélites, Cuba, Corea del Norte, Albania, etc.) la inmensa mayoría de las propuestas examinadas pierden su sentido porque en aquellos regímenes, sencillamente, no se admitía la propiedad privada. Hagan el esfuerzo de imaginar cómo podrían haber aplicado Fidel Castro, o Breznev la revolucionaria propuesta de “reestructurar la deuda hipotecaria familiar”, en un sistema en el que se negaba la posible propiedad del domicilio y en el que, por tanto, no existía la figura de la hipoteca. 

Cuestión distinta, si seguimos tratando de ubicar a Podemos, sería el juicio que nos merecen algunas de las manifestaciones del más parlanchín de los Profesores del Partido morado a propósito de cuestiones tales como la libertad de prensa o la independencia judicial. Ya llegará el momento de hablar de ellos.

Dado el talante académico de la cúpula de Podemos, me parece oportuno citar algunas opiniones de autoridades universitarias. No tienen más valor que lo que pensemos, ustedes, amigos lectores, o yo, pero ahí las dejo:

  • Antonio Elorza, Catedrático de Ciencias Políticas de la Complutense opina que Podemos da prioridad a necesidades bien reales (desahucios, pensiones, corrupción), pero prescindiendo de una estimación de sus costes, lo que le lleva al populismo.
  • José Ramón Montero, también Catedrático de Ciencia Política de la Autónoma de Madrid, cree que «combinan en mayores o menores dosis recetas extraordinariamente simplificadas de neopopulismo, antieuropeísmo, antipartidismo y antisistema, así como un izquierdismo maximalista aplicado sin muchos matices a todas las causas, todos los líderes, todos los países».
  • Santiago Míguez, Juan Rubio-Ramírez, José I.Conde Ruiz y Mauricio Rojas, docentes de varias Universidades, mencionan como componentes populistas del Partido el fuerte liderazgo con rasgos mesiánicos y contrario al establishment, y un programa atractivo para «la gran masa de descontentos», que de ejecutarse podría comportar más inconvenientes que beneficios.


El resumen del resumen es que, en este importante capítulo, Podemos se inscribe en el grupo de Partidos populistas de izquierdas, más dados a la propaganda que al rigor, sin que, por el momento, a falta de examinar otros campos, quepa calificarlo de marxista-leninista, ni estalinista, ni mucho menos de trotstkista. 

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