sábado, 3 de octubre de 2020

 El laberinto español

Dónde estamos


En tiempos difíciles tendemos a pensar que vivimos el peor momento de la Historia. Por definición, una vez, sólo una, puede ser cierto, y, me resisto a pensar que estamos viviéndolo ahora en España.


No hace falta remontarse al Guadalete, a la derrota de la Armada Invencible o a la invasión de Napoleón. Los avatares cantonalistas de la Primera República, la epidemia de gripe de hace un siglo, el 17 de julio del 36, la guerra civil que la siguió y la interminable postguerra, creo que están por delante de las miserias actuales.


No obstante, no está en mi ánimo minimizar unas dificultades que de no remediarlas sí podrían acabar llevándonos a despeñaderos capaces de disputarle a cualquier otro momento el dudoso privilegio de figurar en el Cuadro de Honor de los Horrores Patrios.


Un mero listado


No todo de lo que nos quejamos tiene la misma gravedad, ni la misma naturaleza. Dejo para mis lectores distinguir entre causas y efectos, y evaluar el grado de importancia de unos y otros episodios. Sin embargo ¿creen que alguno de los que incluyo no merecería estar en la lista?

  • La pandemia sigue muy lejos de estar bajo control.
  • Nuestra economía soporta un deterioro cuyo punto álgido aún no ha llegado.
  • Hemos convertido la Covid 19 en munición política.
  • Muertos, ruina y guerras partidistas desacreditan a España ante el mundo.
  • El polvorín catalán sale del letargo y vuelve por sus fueros.
  • Las contradicciones internas en el seno del Gobierno complican la gestión.
  • La moción de censura de Vox, por fin registrada, añade más gasolina al fuego.
  • La Monarquía vuelve al primer plano de la actualidad, en el peor de sus años.
  • Nadie sabe qué alianzas logrará Pedro Sánchez para aprobar los Presupuestos.

No quiero insistir otro día más sobre la pandemia. Déjenme, nada más, que me escandalice y me indigne la confrontación Madrid/Gobierno Central en la que pocos advierten que la distancia entre Sánchez y Díaz Ayuso es exactamente la misma que la que hay entre Díaz Ayuso y Sánchez. Entre galgos y podencos la salud pública sigue su camino a la catástrofe. Hay materia para escribir mucho sobre el fondo y la forma pero prefiero dejarlo para otra ocasión. Quiero, por el contrario, comentar algunos puntos que me parecen más relevantes que los demás. 


Cataluña ensimismada


El tiempo de espera ha terminado. Con el fin del verano y el levantamiento de las medidas restrictivas que impuso la pandemia, han vuelto las aguas a su cauce, aunque mejor sería decir que el desbordamiento de las aguas ha vuelto a su nivel acostumbrado.


En el laberinto catalán se juega una partida absurda en un tablero tridimensional, con todos contra todos, alfiles fugados, torres enclaustradas, caballos sin capacidad de salto, peones atónitos, sin que se sepa quién juega con blancas y quién con negras.


La mesa de diálogo hace tanta agua que está al borde del naufragio definitivo, una vez que nadie, por ninguna de las partes, parece dedicarle la atención necesaria para que valga para algo.


La inhabilitación de Torra, un infractor contumaz, un activista con alma de monaguillo, no un represaliado infeliz, está produciendo los esperados efectos:

  • Munición electoral para sus seguidores y para sus detractores.
  • Otra vuelta vuelta de tuerca a la perversión del lenguaje y a la tergiversación de los hechos.
  • Inminencia de un nuevo episodio en la internacionalización judicial del conflicto.

Al mismo tiempo, el Gobierno comienza la tramitación de los indultos a los políticos presos. La tramitación es obligada, la elección del momento inquietante. ¿Alguien duda de si hay o no relación entre este episodio y la búsqueda de apoyos parlamentarios en la azarosa marcha del proyecto aún desconocido de los Presupuestos Generales del Estado?


Como tampoco parece posible darle otra interpretación al anunciado propósito de redefinir el delito de sedición. Para rebajar su importancia, desde luego. Y me extraña; yo estudié Derecho convencido de que el delito de sedición era algo abominable por su efecto perturbador de la convivencia. Bastante más que robar una motocicleta, pongo por caso. No es necesario que el PP se esfuerce: ¿quién duda de que este anuncio es otro guiño a los voceros del secesionismo catalán?


Al igual que el reciente veto al viaje del monarca a Barcelona. Al menos hasta que alguien dé explicaciones exhaustivas sobre las razones que lo determinaron se dan las condiciones para sospechar que es una cesión a las fobias del republicanismo independentista, quizás inspirado por el socio, también republicano, de Pedro Sánchez.


Así es que así anda el gallinero catalán: el fugado moviendo los hilos desde su cómodo refugio, el supremacista asumiendo el victimismo que tanto juego da por aquellos pagos, los iluminados soñando quimeras enfurruñados y subdividiéndose en lo accidental. 


El Gobierno tontea con unos y con otros a la búsqueda de apoyos en la aprobación de los Presupuestos. Enfrente, Ciudadanos propone un acuerdo "constitucionalista" de imposible recorrido.

Mientras tanto ¿alguien se ocupa de la gestión del territorio que algún día fue el motor económico de España?


El Poder Judicial caducado pero de morros


Podría haberse hecho peor pero se habría necesitado más tiempo, algún ensayo y quizás más neuronas activas para conseguirlo: vetar la presencia del Rey, del Jefe del Estado, en cualquier parte del territorio nacional exige que se den unas circunstancias excepcionales que ni con lupa concurren en el caso que nos ocupa.


Hay que preguntarse quién fue el padre de la idea de dejar en La Zarzuela a Felipe VI el día que se entregaban los despachos a los nuevos jueces. 


A quién se le ocurrió, quién lo decidió, por qué, cuándo y cómo. ¿No quedamos en que este Gobierno iba a ser transparente? ¿No? ¡Vaya!


A partir del despropósito las cosas sólo han ido a peor.

  • No sé si el Rey habló con el mandamás de los jueces para disculparse, para quejarse amargamente, para quedar bien o para desearle un buen fin de semana. No sé si lo hizo como Rey o como amigo. No importa demasiado.
  • Si sé que el Presidente del Tribunal Supremo, que lo es del Consejo General del Poder Judicial, es como un yogur pasado de fecha que sigue en su cargo porque no hay forma de que el PP se avenga a cumplir esa parte de la Constitución. El Sr. Lesmes, ha utilizado la conversación con el Rey como torpedo contra la línea de flotación del Gobierno, y a favor del Partido que le mantiene en su cargo.

Pese a ello, no puedo tampoco por menos de poner de manifiesto la paradoja de que quienes se escandalizan porque según ellos a Torra le condenan por ejercer su libertad de expresión, se rasguen las vestiduras porque el Jefe del Estado lamente en privado su ausencia de la entrega de despachos.


Tampoco hay que extrañarse demasiado: nos horrorizan las maniobras de Trump a la hora de configurar un Tribunal Supremo propicio a sus ideas, como si aquí hubiéramos hecho algo por evitar cosas parecidas.


Un último apunte para terminar el capítulo "monárquico": no es cierto que a Felipe VI lo votáramos los españoles; ni el Sr. Casado, ni ustedes, ni yo, ni nadie. Algunos, la mayoría abrumadora del censo, votamos en su día una Constitución monárquica, lo que no es lo mismo. Tampoco es cierto que al Sr. Iglesias no le hayamos votado. Puede que ni el Sr. Casado ni yo lo hayamos hecho, pero el Vicepresidente 2º está donde está en virtud de un proceso democrático. O sea, señor líder del PP, que sobran argumentos a favor de la Monarquía sin necesidad de falsear la realidad.


El Gobierno pretende agotar su mandato (lo que tampoco debe extrañar)


Hay tres hechos que están en el origen de todos los movimientos del Gobierno y de todos los desencuentros con la oposición: 

  • El PSOE fue el partido más votado en las últimas elecciones. En la terminología de los vencedores, el PSOE ganó las elecciones. No es lo mismo, pero se le parece.
  • El Gobierno actual es el resultado de una votación parlamentaria impecablemente constitucional. Mantener lo contrario es negar la evidencia y manipular al ciudadano.
  • Hoy por hoy no hay una mayoría alternativa que lleve a la Moncloa ni a Casado ni a Abascal. Tendría el primero que ganar unas elecciones, o el segundo sacar adelante la moción de censura por fin registrada. Apenas zanjados a la brava los extraños sucesos acaecidos en sus procesos electorales internos, Vox, por fin, se prepara para el espectáculo cuyo final se conoce de antemano: no moverá el sillón a Sánchez ¿Y el del Sr. Casado?

Sin embargo, habría podido haber otras realidades que nos habrían llevado a escenarios bien distintos al actual. Una abstención del PP habría hecho innecesarios apoyos indeseables. El PP podría haber exigido precios altísimos por esa abstención, pero no lo hizo. Estaba y está en su derecho. Pero es ilógico quejarse de una cosa y de su contraria.


Como no fue así, y Sánchez quería llegar a donde sus resultados le permitían, estamos donde estamos: en manos de un Gobierno con fuertes contradicciones internas, sostenido por grupos que defienden principios básicos opuestos a la historia del socialismo, abocado a negociar en condiciones de debilidad creciente con formaciones ávidas de sacar partido a la incierta deriva de un Gobierno partido en dos.


¿Cabe alguna solución? Claro que sí, pero conociendo a los actores, me parece impensable a corto plazo, porque las razones que impidieron el Gobierno en solitario siguen estando encima de la mesa.


El verdadero cáncer galopante que parece estar royendo nuestro sistema es que mientras PP y PSOE no reduzcan sus distancias, Sánchez, que querrá seguir siendo Presidente, para eso ganó las elecciones, seguirá apoyándose en quienes le llevaron a donde está.

 

Así las cosas, el ciudadano debería esperar, por lo ,menos que no le calienten la mollera con cuentos que nada tienen que ver con la realidad.


Los Presupuestos están lejos de lograr apoyos suficientes


Termina septiembre sin que haya ninguna certeza, ni tal vez esperanza, de que los Presupuestos encuentren una mayoría lógica que permita su aprobación en tiempos próximos. 


Siguen empantanados sin que las excursiones a la derecha y a la izquierda de su propio sillón estén dándole al Presidente resultados tranquilizadores.


Las crecientes contradicciones en el seno del Gobierno de coalición convierten la tarea en algo poco menos que imposible. Hay síntomas de inestabilidad gubernamental con una porción mayoritaria mirando en derredor buscando apoyos suficientes y una minoría levantisca que se dedica sobre todo a divulgar su propio catecismo: cuando no se cuestiona a los jueces, se critica a la prensa; coqueteo con el independentismo por la mañana, ataque al Rey por la tarde. Cada día que pasa resulta más difícil creer que Nadia Calviño y el Profesor Iglesias son Vicepresidentes del mismo Gobierno.


Se tantea a Ciudadanos y al mismo tiempo se perciben signos de fácil interpretación en la dirección opuesta: tramitación de indultos, redefinición de la sedición, ERC habla de amnistía, sabiendo que no es posible, alejamiento del monarca de Cataluña…


Unidas Podemos presiona. ¿Está en el Gobierno  o contra el Gobierno?  El Profesor Iglesias parece pretende reeditar su ubicuidad como cuando abandonó el escaño para sumarse a una concentración callejera frente al Parlamento.


¿Entonces?


Tal como lo veo, la tramitación de los Presupuestos podría poner en acción, pese a todo, dos escenarios distintos para una misma urgencia: apoyarse en la inestable mayoría que facilitó la investidura o jugar a cambiar el futuro.


En uno y otro caso, bueno sería tener presente que Sánchez hará lo que sea preciso para no cambiar de domicilio. Puede aliarse con el diablo o con el arcángel San Gabriel. Depende de quién resulte un apoyo más sólido y del precio a pagar en uno u otro caso.


Y como es un hecho que el apoyo de C’s no es suficiente para suplir los votos que se perderían si se rompen las alianzas actuales, resulta que es el PP quien tiene la palabra.

  • Casado podría presionar, conseguir que se reescribiera el programa de gobierno y sacar adelante adelante una parte de su propio proyecto
  • ¿Dejaría Sánchez a Inés compuesta y sin novio o ni siquiera sería necesario?
  • El PP podría exigir el divorcio de Sánchez con el Profesor, aunque Casado tendría que estar dispuesto a pagar el peaje de romper sus acuerdos con VOX. 
  • Pero... ¿Serían capaces Sánchez y Casado de permanecer en la misma habitación sin escupirse? ¿Saben ambos que a los españoles sus mutuas antipatías nos traen sin cuidado? Esperemos que algún día ambos entiendan que en España caben los dos.


¿No serán todas estas reflexiones cosas de viejo?


A veces me lo parece. Pasan los años, se apaga el entusiasmo, pierdes fuerzas, facultades y esperanzas.

Y todo se vuelve negro, tenebroso, porque  a partir de cierta edad el futuro es una quimera inaccesible.


En ocasiones como esta me da por cavilar, algo es algo, qué habría pensado yo de cuanto me rodea si tuviera 20 o 25 años.

  • ¿Me preocuparía tanto la pandemia? ¿Sería un disciplinado cumplidor de las normas contra el coronavirus o me saldría la vena transgresora?
  • ¿Estaría aterrado por mis perspectivas profesionales o pensaría que el mundo es demasiado grande como para no encontrar un lugar bajo el sol?
  • ¿Vería el panorama político con tales dosis de pesimismo, o estaría yo mismo implicado en la acción en vez de gastar mi cada día más escaso caudal de energías en lamentaciones estériles?










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