Balas, navajas y cordones sanitarios
El odio entró en campaña a banderas desplegadas
¿Qué Dios perverso ha maldecido al votante madrileño? Fue anunciarse la disolución de la Asamblea y mucho antes de comenzar la campaña se desataron todas las furias.
Insultos groseros, gestos intolerables, descalificaciones personales, mentiras flagrantes, calumnias infames, amenazas insidiosas… Todo ha valido y está siendo utilizado para robarnos nuestro voto. Digo robarnos, porque el uso de medios tan miserables como los que estamos viendo atenta de lleno contra el núcleo esencial de la democracia.
Fíjense que no hago distinciones. Podría, pero ni quiero ni debo. Hay matices, claro que sí, entre el comportamiento de unos y otros, pero, con la mano en el corazón ¿a quién dejaría usted fuera de la lista de sacamuelas que llevan todo este tiempo calentándonos la cabeza? Hasta quienes iniciaron la andadura desde la moderación acabaron contagiados por el virus de la maledicencia.
El miedo al otro se transformó en odio, y todos están actuando según uno de los principios básicos vigentes en cualquier guerra: para acabar con el enemigo es más eficaz el odio al que tienes enfrente que el amor por los tuyos.
Balas y navajas
Tres sobres con balas dentro. Tres destinatarios de la izquierda. Tres mensajes amenazantes. Tres clamorosos fallos de los sistemas de seguridad no solo de Correos, sino de los responsables de seguridad del Estado. Tres inquietantes casos pendientes de esclarecimiento. Tres tristes tigres de papel que han enfangado la campaña hasta límites intolerables.
Y una navaja pintada de rojo que también burla las medidas de protección y llega a su destino. Un esquizofrénico que no duda en dejar sus señas. Un perturbado que enseguida ha dado pie a que se airee su parentesco con un destacado político de Vox, como si cada uno de nosotros fuéramos responsables de lo que hace nuestra parentela.
Tronaron los cielos. La izquierda "identificó" a los culpables antes que la policía, satanizó a su oposición y exigió mucho más que la condena de los responsables, dando por hecho que estos, los responsables, o sea, los culpables, eran quienes ellos decían. La derecha se rasgó las vestiduras, cargó las culpas a los amenazados, insultó a sus oponentes y se mostró convencida de que todo era un puro fraude electoral, una añagaza artera, otro engaño más de los enemigos de la libertad.
Desmesurados los unos y los otros. Todo ciudadano notorio, no solo los políticos, recibe amenazas, y estas pueden responder a varios e imaginativos modelos. A partir de ahí, la denuncia de los hechos no solo hay que cursarla cuanto antes, sino que, por motivos de seguridad, conviene no darle publicidad, para evitar el contagio, el conocido efecto emulación.
Al conjuro de mis palabras (espero que no) la epidemia se extiende. Leo y oigo noticias de nuevas cartas, de más balas: Díaz Ayuso, el ex presidente Zapatero, de nuevo la Guardia Civil, eran destinatarios de más cartas, de más balas. Si seguimos así, se invertirán los términos: solo quien no reciba carta podrá presumir de algo.
Por otra parte, utilizar hechos tan lamentables en contra de quienes podrían ser sus víctimas no deja de ser una oportunista forma de dar la vuelta al episodio y convertir un problema de seguridad (ya veremos cómo de grande) en munición electoral.
En resumen, mucho más preocupante que las balas y la navaja me parece la fruición con que unos y otros se han esmerado en aprovechar los hechos, en calentarnos la cabeza, unos para decir "que vienen, que vienen" y otros para cargar las culpas del enredo a los receptores de las amenazas. ¿Cómo, por qué, qué sentido tiene? Intentan manipularnos a usted y a mí; los de ambas orillas sueñan con nuestros votos, eso es todo.
Cordones sanitarios
Así que, visto como está el patio, la izquierda se ha apresurado a "exigir" cordones sanitarios. Permítanme, antes de entrar en materia, que me comprometa a no volver a utilizar esa estúpida expresión, "cordón sanitario", ocurrencia afortunada un día, convertida ya en tópico manido de tanto uso y abuso.
Vamos a ello. En Francia, país donde funcionan segundas vueltas como método para evitar componendas contra natura, es frecuente que haya acuerdos para dificultar el triunfo de la ultra derecha en segunda vuelta. Los acuerdos se limitan, no obstante, a recomendar el voto, pero al final, lo que decide son los votos de los ciudadanos. En Francia.
En Alemania, el nacionalsocialismo y el comunismo están fuera de la Ley, así que cuando se habla de vetos de la democracia cristiana a tal formación que está a su derecha, se está pensando en los riesgos que corre la propia CDU si se alía con alguien que tiene demasiado cerca. En Alemania.
En Italia, por el contrario, hemos visto recientemente un Gobierno de coalición entre la Liga Norte y el Movimiento Cinco estrellas. Ni el Coliseo, ni la cúpula de la Basílica de San Pedro se desmoronaron. Salvando las diferencias nacionales, es como si nuestro Gobierno de coalición no hubiera sido entre PSOE y UP sino entre Vox y UP. Ni unos ni otros piden encerrar a nadie en el calabozo. En Italia.
En España tenemos una Ley de Partidos que atribuye a los tribunales la facultad de dejar fuera del terreno de juego a las Formaciones Políticos que infrinjan la Ley.
- Herri Batasuna fue ilegalizada, pero no por independentista, sino por pertenencia a banda armada. ¿Alguien cree poder demostrar que Vox o Unidas Podemos podrían ser declaradas fuera de la Ley por los tribunales? ¿En base a qué? ¿A que restan votos respectivamente al PP o al PSOE?
- El juego democrático cuenta con la implacable criba de las urnas, y estas siguen en manos de los ciudadanos. Tenemos pocas cosas más, pero, hoy por hoy, nuestro voto es la herramienta más eficaz para poner a cada uno en su sitio.
- Así que lo que tienen que hacer los Partidos, los de esta trinchera y los de la de enfrente, es convencernos de que les votemos a ellos, no de que entre todos se pongan de acuerdo para expulsar a quien no solo piensa diferente a él sino que está a punto de dejarle malparado después del escrutinio, que es lo que me temo que más les preocupa.
Algunas conclusiones sobre lo que está a punto de terminar
- Las encuestas siguen suministrando sus cifras. No pretendo desacreditar a nadie, o a todos, que tanto da, pero siempre me ha escamado la sintonía que suele haber entre la orientación del diario que paga la encuesta y sus resultados. Lo que no debemos olvidar es que la cifra que cuenta es la que salga de la suma de nuestras papeletas.
- Algunos partidos están haciendo buena campaña y otros no. Los que aciertan, según las encuestas, mejoran sus resultados; los que yerran, empeoran. Entre los primeros, Más Madrid, Unidas Podemos y, sobre todos, Partido Popular, o, más exactamente, Isabel Díaz Ayuso. Que quede claro que no valoro la ética de los mensajes ni la decencia de los mecanismos puestos en juego, sino la relación entre medios utilizados y resultados obtenidos.
- Entre lo que se están equivocando, sin demasiado margen ya para corregir el rumbo, Vox que está siendo víctima de su desmesura, Ciudadanos, rehén de la foto de Colón no desmentida ahora por la insistencia de Edmundo del Val en hablar de pacto solo con su derecha y, por encima de todos el Partido Socialista, que ha cambiado de rumbo en mitad de la competición y se ha visto torpedeado desde su propio Partido en la cuestión fiscal.
- Tampoco nos hagamos mala sangre si pierde el que se llevó nuestro voto, ni tiremos la casa por la ventana si nuestro apoyo ayudó al ganador: en dos años volveremos a las andadas. ¿Ven cómo para este viaje no se necesitaban tan pesadas alforjas?
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