2022: los claroscuros de un año moribundo
El difícil balance del año español
No, no es fácil saldar cuentas con el 2022. Perdidas en la memoria las imágenes lejanas de cadáveres insepultos esperando turno sobre pistas de hielo, el ulular constante de las sirenas de las ambulancias, superados los peores efectos de la crisis subsiguiente, el año que agoniza creo que ha sido, en resumen, mejor que sus predecesores, cuando nos cercaba la angustia, la incertidumbre, el miedo.
El año que acaba heredó algunas disputas políticas enconadas, muchas de las cuales tienen más que ver con luchas intestinas por el poder dentro del propio Partido que con discrepancias ideológicas con los contrincantes naturales; broncas sesiones parlamentarias en las que parecía que hubiera un trofeo en disputa para el que encontrara un insulto más contundente, confrontaciones institucionales que no sólo no se han superado sino que siguen más virulentas que nunca. Un dislate, en suma, que resta puntos a nuestra poco rodada democracia.
Pese a todo, el año que termina cierra la contabilidad en números negros. No es más que mi opinión, por supuesto, y, en todo caso, cerca ha estado de acabar con pérdidas.
¿Constitucionalista?
Durante estos últimos doce meses hemos seguido asistiendo al frecuente intento de secuestrar términos que no permiten tantas exclusiones como algunos creen. Constitucionalista, por ejemplo.
- El único momento en que podría haber tenido algún sentido cobijarse bajo ese paraguas fue de octubre de 2017 a junio de 2018, cuando PP, PSOE, Ciudadanos, UPN, Foro y Coalición Canaria apoyaron la aplicación del Art. 155 a Cataluña a propuesta del Gobierno presidido por Mariano Rajoy. Y no tanto por lo que hicieron los que apoyaron la medida, como por la actitud de aquellos contra quienes iba dirigida, que eran, por contraste, inconstitucionalistas.
- Ni la fiesta de los toros, ni la bandera roja y gualda, ni mucho menos la Constitución son propiedad de los tres Partidos que insisten en usarla como arma arrojadiza. Vox no comulga con el Título VIII, Bildu, Junts y ERC quieren irse de España, Unidas Podemos se confiesa republicano. Todas esas posiciones caben dentro de la Constitución si su defensa se lleva a cabo por cauces amparados por la Ley, incluyendo la modificación de la propia Constitución, que dista mucho de ser la edición española de las Tablas de la Ley. En resumen, quien quiera ser "constitucionalista", que empiece por cumplir sus preceptos.
El Parlamento, los bloques y sus modos: dos capítulos negativos
- Los tiempos en los que nuestros parlamentarios hacían gala del ingenio para dejar desairado al oponente, se han perdido en el olvido. Uno recuerda haber leído ingeniosas réplicas durante la II República, a cargo de Indalecio Prieto, o de José María Gil Robles, por ejemplo. Y durante la transición, cuando se sentaban las bases de lo que ahora más de un advenedizo cuestiona, Manuel Fraga o Alfonso Guerra, Santiago Carrillo o Federico Trillo demostraron que el sentido del humor más la cortesía parlamentaria son suficientes para desmontar el discurso de la oposición.
- ¿Ahora? Tal parece que lo que determina la validez del argumento es el calibre del insulto. Fascista, comunista, dictador, mentiroso, terrorista… Todo vale, porque no se trata de demostrar nada sino de dar que hablar en las redes. Hasta se ha buscado provocar la intervención de la Presidencia del Parlamento para hacer gala de que ni eso basta para callar a un bocazas. Las ganas de emular a Trump o a Maduro, a Putin o a Berlusconi han ido en aumento durante 2022.
- Desde que se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado, Leyes y más Leyes, atropellándose, tramitadas sin apenas debate, han sido aprobadas en sesiones maratonianas. Puedo entender, que no justificar, las prisas. Convertir en un abrir y cerrar de ojos la sedición en desórdenes públicos, aguar la malversación, tirar para adelante con la llamada Ley Trans, aplicar el sostenella y no enmendalla con la conocida como Ley del Sólo Sí es Sí, es aplicar la conocida receta de Nicolás Maquiavelo: "Las injusticias deben hacerse todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño". En este caso, se trata, nada más, de alejar en el tiempo la aprobación de algunas de estas normas y las convocatorias electorales del año que entra.
La oposición, a lo suyo
- Si escuchan a Santiago Abascal, a Isabel Díaz Ayuso, a Inés Arrimada, comprobarán que el Presidente del Gobierno ha mutado de ilegítimo y okupa, a dictador. Es el nuevo mantra, así como el modo de evitar la deriva autoritaria es convocar elecciones generales ya. El problema es que adelantar las elecciones es prerrogativa del Presidente del Gobierno, no de la oposición, así es que el señor Feijóo, que por cierto insulta mucho peor que Casado, pierde el tiempo. Al menos no ha caído en la trampa de sumarse a Abascal con su idea de la segunda moción de censura; alguien le habrá dicho que, contabilizados los votos, Sánchez seguiría en su puesto y él y no Abascal sería el perdedor.
- No así la Srª Arrimadas, que, ignoro por qué, en esta ocasión hace tándem con Vox. ¡Pobre! La pugna por mantener el liderazgo de Ciudadanos frente a Vals debe tenerla un tanto desorientada. Acaso la imagen más representativa del momento que atraviesa su Partido es cierta fotografía vista en la prensa de los dirigentes del Partido en Alicante reunidos ¡en un McDonald’s!
El Gobierno de coalición
- Ha tenido que remar en aguas bravas y no por su voluntad: sería injusto imputarle al Gobierno o a cualquiera de sus socios la pandemia, la crisis económica que provocó o la guerra de Ucrania. Ni siquiera creo que nadie se hubiera atrevido a cargar tales acontecimientos en la cuenta del Sr. Zapatero si es que hubieran ocurrido bajo su mandato. Así que a la hora de valorar lo que haya hecho o dejado de hacer este Gobierno, recuerden las circunstancias en las que se movió.
- Es un hecho que la coalición se fraguó apenas apagados los ecos de la frase de Sánchez sobre lo mal que habría dormido de aliarse con Pablo Iglesias. Dijo blanco e hizo negro. Otra vez Maquiavelo: "El Príncipe siempre encontrará razones para incumplir sus promesas". En todo caso ¿alguien ha pensado qué podría haber exigido el PP del PSOE para dejarlo gobernar (recuerden que fue el Partido más votado) si renunciaba al apoyo de Unidas Podemos, Bildu o ERC? ¿Verdad que estos últimos tres años habrían sido más apacibles?
- Una vez constituido el Gobierno, legítimo guste o no, lograr la estabilidad es un bien en sí mismo. Sé que hay quien piensa lo contrario: que día que pase Sanchez en su sillón es un drama y que cualquier camino es válido con tal de tirarlo por la ventana. Sin embargo, me inclino a pensar que mantener la normalidad electoral es una buena costumbre. La coalición, ya lo verán, seguirá gobernando hasta pasadas las autonómicas.
El Consejo de Ministros ¿nido de víboras o camarote de los Hermanos Marx?
- Unidas Podemos está hecha añicos y para el PSOE sería muy fácil profundizar en las contradicciones internas del socio minoritario. En la mejor tradición de la izquierda, están todas contra todas: Yolanda Díaz pierde fuelle, y Montero trata de alzarse con el santo y la peana, si la Belarra no tira por la calle de el medio. ¿Qué fue de las previsiones de Don Pablo? ¿Atado y bien atado? ¡Ni Franco después de 40 años lo consiguió! (Incluso acabaron desenterrándolo). El destino histórico de los triunviratos es bien conocido: dos de los triunviros acaban en la tumba antes de tiempo. No obstante, Sánchez no pisará ese acelerador porque no puede descartar volver a necesitar socio si la suma de las dos derechas y pico no alcanzaran la mayoría suficiente para gobernar. Pero eso es futuro y estamos hablando del fin de este año.
- Si comparamos España con nuestros socios europeos, los resultados hablan de una gestión de la pandemia menos mala que la de los demás, teniendo en cuenta que cuando todo empezó nadie sabía lo que tenía entre manos y que, por otra parte, algunos contaban con más medios que nosotros. Las medidas tomadas en el terreno económico, entonces, salvaron cientos de miles de empleos. En resumen, salimos del agujero antes y mejor que los demás.
- Hoy, después de la crisis, en plena vorágine energética, con la guerra en las fronteras orientales de la UE, España padece el menor incremento de precios de los veintisiete miembros, la "excepción ibérica" ha resultado eficaz, las cifras de desempleo siguen disminuyendo y el crecimiento del PIB es menor de lo anunciado pero mayor que el de nuestros vecinos. Doña Fátima Báñez acaso se lo hubiera agradecido a la Virgen del Rocío, yo me inclino por anotarlo en el haber del Gobierno.
- El último Consejo de Ministros del año es otra demostración de la lógica interna del Gabinete: primero se llevan al Parlamento todas las Leyes que van a levantar polvaredas de críticas; luego, de fin de fiesta, se aprueban las medidas que pueden despertar aplausos en lo que UP llama "la mayoría social". 2023 se estrena con sensaciones positivas, y allá, en el horizonte, las municipales, las autonómicas, y las generales. Veremos qué pesa más a la hora de votar, si el recuerdo de Leyes que mejor se hubieran quedado en el limbo o el efecto de las medidas que acaban de aprobarse.
- Hay, no obstante, un último capítulo que se presta a interpretaciones ambivalentes. Es una evidencia que Cataluña está menos levantisca que hace tres años, pero las figuras que encabezaron la revuelta siguen recordándonos que no han abandonado sus metas de referéndum y amnistía. ¿Está equilibrado el resultado obtenido con el precio que se supone que el Gobierno ha pagado al independentismo?
El mensaje real
- Me sonó ponderado y con bastantes mensajes entre líneas, entre ellos la reivindicación de los valores que nos llevaron desde la dictadura a la democracia.
- Esperaba oír, y así fue, una muy atinada llamada de atención sobre los indeseables desencuentros institucionales, sin atribución de responsabilidades a nadie en concreto. Algún intérprete interesado carga en el haber del Monarca el desbloqueo de la cobertura de vacantes en el Tribunal Constitucional.
- A Unidas Podemos, ERC, Bildu, Junts y PNV les ha defraudado la intervención de Felipe VI. La tachan de "continuista". ¿Qué esperaban, un canto republicano y secesionista? Porque lo cierto es que sólo habrían aplaudido el anuncio de su abdicación. No soy ningún monárquico fervoroso, pero que a separatistas y republicanos profesionales les disguste lo que diga el Rey es un prueba de que estuvo bien.
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